Luis Figo nunca olvidará el 21 de octubre del año 2000. Después de un verano trepidante en el que Florentino Pérez comenzó a formar su galaxia de estrellas, el portugués llegaba por primera vez al Camp Nou con la camiseta del Real Madrid. Esta visita se calentó de forma especial por la afición azulgrana, incluso por su presidente en aquel momento, Joan Gaspart. Todo ello provocó que el estadio culé fuera una olla a presión que estalló en el momento en el que el luso pisó el césped.
Aunque siempre se recordará el suceso de 2002 donde Figo recibiría esa lluvia de botellas y, sobre todo, el lanzamiento del cochinillo, esta primera vez como jugador merengue supuso la ruptura total con una afición que sentía la traición de un jugador que durante cinco años entró en el corazón culé. El buen rendimiento y las grandes noches de azulgrana quedarían en el pasado en el momento en el que Florentino puso los 10.000 millones de pesetas encima de la mesa.
Todo lo que se había podido pronosticar sobre cómo sería ese recibimiento se quedó corto. Los posters que el diario SPORT repartía con la edición del periódico de aquel día con la cara de Figo sobre un billete inundaron el Camp Nou. A la imagen le acompañaba el sonido del viento. Los silbidos fueron unánimes, un estruendo tremendo que impedía hablar a los locutores de radio y de la televisión.
Todo comenzó con el lanzamiento de objetos a la llegada del Real Madrid al hotel de concentración. La concentración de aficionados a las puertas de ese lugar fue increíble y el ambiente era irrespirable para la expedición blanca. Durante la noche se intentó seguir con ese ruido con llamamientos hasta las dos de la mañana de estos mismos seguidores donde ponían el himno del Barça a todo volumen y otros muchos tocaban el claxon con sus coches.
Así se calentó
Gaspart desmintió en todo momento que fuera a haber una especial bienvenida a Figo, pero sí que le explicaba que no iría a la floristería. "Cuando yo visito el Bernabéu no recibo flores", exponía el presidente del Barça. Jorge Valdano, director deportivo del Real Madrid en ese momento, no esperaba que fuera peor que lo fue para Laudrup. "La ventaja de Figo es que ya se lo espera", explicaba el argentino.
El encargado de defenderle en aquella noche fue Carles Puyol. El defensa hacía por aquel entonces de lateral derecho y se encargó de perseguir a Figo allá por donde se movía sobre el césped del Camp Nou. 20 años después, el excapitán azulgrana ha recordado aquél momento que finalizaría con victoria azulgrana por 2-0 con los goles de Luis Enrique y Simao Sabrosa.
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