El jugador innegociable para el técnico alemán se llama Christoph y se apellida Kramer. El centrocampista de 29 años que en su día fue una de las grandes promesas del país lidera desde el pivote y es el capitán general de 'Los Potros'. Un jugador con una proyección tremenda que quedó relegado a un segundo plano, pero que no por ello goza de menos calidad. Será una de las amenazas que tratarán de hacer del Borussia Park la tumba de los intereses merengues en la máxima competición continental.
El Borussia Monchengladbach recibe este martes al Real Madrid en Alemania con el objetivo de seguir la estela que marcó el Shakhtar Donetsk y apretar aún más el grupo de la Champions League. Los de Marco Rose consiguieron un valioso punto ante el Inter de Milán, aunque pudieron ser tres y completar la machada en Italia de no ser por el gol en los últimos instantes de Lukaku.
Allí estaba Kramer para presentar en sociedad a este Borussia al que le querían poner el cartel de cenicienta del grupo pero va a ser un factor a tener en cuenta para los que quieran tener una plaza en la fase final de esta edición de la Champions. El germano está ante una ocasión pintiparada para poner en valor una carrera que encontró en el Mundial de 2014 su gran momento. Un instante que tuvo un gran punto de amargor cuando tenía la ocasión de ser relevante para la 'Mannschaft'.
Por encima de ese instante, aún hay un cerebro para el centro del campo que a sus 29 años quiere encontrar este martes un foco que por instantes se le fue robado. Nadie espera que suceda algo así, pero el infortunio apareció en la carrera de Kramer para birlarle el momento más especial de su carrera. Todo joven futbolista desea verse en levantando títulos, ganando premios individuales y, sin lugar a dudas, levantando la Copa del Mundo.
Mundial y pesadilla
Con 23 años Joachim Low le dio el centro del campo de la selección durante el Mundial de Brasil en el que los germanos bailaron a la 'Canarinha' en Maracaná y, después, levantaron el título cerrando el círculo de una de las generaciones más valiosas del país.
En esa final, Kramer volvió a ser titular, pero no terminaría el partido. De hecho, ni se acordaba de haberlo jugado. Sufrió una conmoción a la media hora del partido tras chocar con Ezequiel Garay. Le tuvieron que recordar que había ganado una Copa del Mundo.
Mario Götze sería el héroe finalmente. Alemania volvería a sonreír después de que Brasil en Corea, Italia en casa y España en Sudáfrica amargasen la existencia del pueblo germano en este siglo. Pero Kramer no se acordaba de nada. Tras el choque no sabía ni dónde estaba. "Miró la grada de Maracaná y me dijo que el ambiente del Estadio Ruhr era impresionante", explicó Thomas Müller tras el partido, al que confundió con Gehr, el mítico delantero.
"Manu, déjame jugar como portero", le dijo a Neuer; Rizzoli, el colegiado del partido, explicó que le preguntó varias veces si era verdad que estaba jugando la final del Mundial. Lahm, capitán de la selección en ese instante, también confesó que le había pedido el brazalete. Su gran momento quedó fotografiado en el suelo, acompañado por dos ayudantes del cuerpo técnico para salir del campo. Schurrle entró en su lugar. El resto es historia.
Futuro y presente
Después de ese momento su progresión se estancó. Aunque el Gladbach completó la apuesta por su talento pagando 15 millones de euros en 2016, el centrocampista no fue todo lo que se esperaba de él. Ahora ha alcanzado un grado de madurez que le ha catapultado como uno de los mejores pivotes del país.
No va con la selección desde 2016, pero el cambio generacional que también está viviendo Alemania le puede volver a abrir las puertas del combinado nacional. Quiere aprovechar los focos de esta edición de la Champions League para poner en valor su estatus en el mundo del fútbol.
Sin aspiraciones grandes, la carrera de Christoph Kramer ha tenido solo un gran momento. Es el único título que ha ganado en su vida, uno que no tantos tienen. Muchas leyendas se fueron sin ese entorchado en su haber, pero al menos con recuerdos de sus momentos más bonitos. La visita del Real Madrid lo será en parte, pero aún más valor tendrá si dan la campanada. Pondrá su veteranía al servicio del equipo de Marco Rose ante el equipo de Zinedine Zidane. Los focos de la Champions League le alumbrarán como ya lo han hecho alguna vez, pero esta vez quiere tener un bonito recuerdo.
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