Eden Hazard ha vuelto y el madridismo sonríe. Él todavía no lo hace, pero lo hará. Primero quiere devolver toda la confianza que le han dado el club y los aficionados con grandes actuaciones y con golazos como el marcado el pasado sábado ante el Huesca, su segundo tanto con la camiseta blanca. El belga sabe que es un cifra alarmantemente baja para un jugador de su talla, pero confía en poder dar la vuelta a la situación este año.
El exfutbolista del Chelsea tiene al mundo acostumbrado a acciones mágicas. Desbordes, regates, eslalons y mucha velocidad en cada jugada que le permiten ir eliminando rivales hasta encontrar el gol. Es uno de los jugadores más resolutivos y determinantes del mundo, imparable en el uno contra uno. Sin embargo, el madridismo todavía no ha podido disfrutar esa versión de súper estrella del belga, pero ya trabaja para retornar cuanto antes a su máximo nivel.
El pasado sábado ante el Huesca dejó algunas pinceladas de la inmensa calidad que atesoran sus botas. Regates, toques de mucha clase y movimientos que le permitían romper a sus defensores a pesar de no estar ni mucho menos al 100%. No obstante, su clase y su enorme capacidad le permiten sacar ventaja de muchas situaciones porque es un jugador de talla superlativa, superior al resto. El colofón final fue su tremendo golazo, un zurdazo desde 30 metros que sorprendió al portero rival, que se fue abriendo gracias al efecto de exterior imprimido por el belga y que hizo que el esférico se colara pegado al poste derecho de la meta.
Hazard quiere repetir en cada partido acciones de una belleza como la regalada a todos los aficionados el pasado sábado. Sin embargo, para ello tiene que seguir con su puesta a punto tanto física como mental. Poco a poco, el belga está volviendo y con la suma de minutos volverá a ser ese jugador decisivo que tanto espera el Real Madrid y Zinedine Zidane, quienes le están cuidado hasta el extremo.
El nuevo Hazard
Además, Hazard tiene claro que no necesita recuperarse fisicamente para crecer en su juego, sino que es clave no volver a tener parones prolongados ni lesiones, y por ello ya ha tomado medidas para seguir creciendo. Una de las claves es perder el miedo a jugar sin pensar en su tobillo lesionado la pasada campaña tras la lesión que le provocó su compatriota Meunier en el duelo de Champions contra el PSG y que le terminó obligando pasar por el quirófano.
Hazard, durante su periodo de recuperación, ha estado estudiando a sus rivales y sus propios partidos desde que llegó a La Liga y observó como los rivales le buscaban siempre su tobillo dañado para pararle. Golpes, pequeñas patadas, pisotones y zancadillas que poco a poco iban dañando la articulación más frágil del belga y que terminaron por borrarle la confianza.
Sin embargo, ahora ha regresado un Hazard diferente, más fuerte, que sabe protegerse. En el encuentro del pasado sábado se pudo ver a un Hazard distinto, tal y como demuestran las imágenes. ofrecidas por el programa El Golazo de Gol, que no rehuía el choque, que sabía utilizar el cuerpo para aguantar los contactos y que utilizaba sus codos y sus brazos para proteger la posición y marcar la posición de los defensas y que estos no pudieran acceder ni al balón ni a sus tobillos.
El nuevo Hazard ha perdido el miedo porque ha aprendido a protegerse más que nunca. Ahora, los defensas ya no pueden intimidarle con esos toques y esas patadas al tobillo porque el belga les mantiene a raya y, en cuanto se descuidan, se les escapa por el más mínimo hueco. Le sienten, saben que protege su zona de juego con su cuerpo y con sus brazos, que les espera, y cuando van a buscarle, ya se les ha marchado.
Así es el nuevo Hazard, un Hazard que poco a poco gana confianza y que con el paso de los partidos y de los minutos irá gannado peso en el juego y pudiendo dejar destellos de su calidad con mayor frecuencia hasta volver a ser el futbolista de talla mundial que es, uno de los mejores del mundo que ahora sabe protegerse de los rivales más que nunca.
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