El fin de semana transcurrió sin sobresaltos en la Casa Blanca, a la espera de la decisión en la Champions y con la respuesta del equipo de baloncesto frente a cualquier adversidad, aunque se llame Campazzo. Ambos equipos han solventado sus trances con dignidad y ofreciendo esperanza, el fútbol ante la inminente reválida y los de Laso regalando otra prueba de su elasticidad proverbial.
Curioso este equipo de fútbol del Real Madrid, que camina entre la excelencia y el desastre y que aún así ha sido capaz de ganar alguna Champions bajo esta condición. Nunca deja de sorprender, bien por su incapacidad notoria como resolviendo un partido en el segundo tiempo, en el que tantos partidos ha entregado recientemente. Los blancos son una corriente de incertidumbre, una incógnita sin despejar que tiene al madridismo y a sus rivales perplejos. Su futuro pende de un hilo, pero al menos encarará la reválida con buen ánimo y la energía regalada por un buen partido en Sevilla.
El real Madrid de Pablo Laso busca la excelencia por el camino de la solidez. Lleva casi un decenio cumpliendo su papel a rajatabla, salvo aisladas excepciones -la liga del año pasado fue una de las muy escasas-, porque ha aprendido a encontrar soluciones en el devenir de sus contratiempos, bien en el magín táctico del entrenador o en el administrativo del director técnico, Juan Carlos Sánchez.
Han transcurrido trascurrido cuatro partidos desde la marcha de Campazzo, cuando pareció que la brecha que se abría en la plantilla era insalvable. El base argentino se hizo imprescindible y fue adquiriendo de forma paulatina más minutos y protagonismo, hasta el punto de que Llull fue relegado a ser un escolta más del banquillo. Sin embargo, la recomposición ha sido inmediata, con una derrota mínima en Moscú ante el CSKA-donde nunca ha ganado el Madrid de Laso-, y después victorias ante el Baskonia, el Asvel de Tony Parker -que venía de ganar al Barça-, y en Burgos, una de las canchas más difíciles de la ACB.
Del mismo club, pero con una forma de hacer tan opuesta que nadie diría que lo son, ambos conjuntos se mueven por las competiciones nacionales e internacionales marcando una senda que está dejando recuerdos imborrables. También están cerca de su final, pues Ramos y Felipe Reyes, Modric y Rudy Fernández, tienen menos años por delante que los que vistieron de blanco. Y con Cristiano ya fuera del club por su voluntad, y Carroll, que sólo lo abandonará cuando se abra la puerta a su voluntad y con todos los honores.
Dos equipos, dos mundos muy diferentes, pero que conservan el instinto que ha definido al Madrid en toda su historia. Una competitividad sin par aún en los momentos más intrincados que nos ha regalado un fin de semana para el optimismo.