El Real Madrid no revalidará el título de Supercopa de España está temporada. Los blancos continúan su aciago inicio de año y cayeron derrotados ante un Athletic Club que se aprovechó de dos errores de Lucas Vázquez en la primera parte. Aunque los blancos apretaron en la segunda parte, espoleados por un gran Marco Asensio, la remontada no llegó y el país se quedó sin un nuevo Clásico; todo fue en gran parte por las decisiones de un Zidane que no estuvo atinado.
El francés había pedido a la plantilla "cuatro días unidos" para afrontar este reto del primer título del año. La evidencia en el campo frente a los rojiblancos fue de anarquía por momentos. La presión de los merengues estuvo deslavazada en gran parte del encuentro, lo que le permitía al cuadro de Marcelino García Toral salir con facilidad y que los errores individuales hicieran el resto. El plan salió rana, el príncipe fue el que siempre suele ser el ogro, Raúl García, y al Real Madrid solo le queda la resignación.
Pocas sensaciones buenas se lleva el equipo de este topetazo para empezar la temporada. Solo las maneras de Asensio, que poco a poco se muestra más atrevido y con ganas de coger un liderazgo del que Hazard parece rehuir, dejaron al madridismo con buena cara. El resto fue frustración y la cuestión de que no solo vale con intentarlo en el Real Madrid, tal y como explicó Zidane tras el partido. "No se puede ganar siempre", pero este jueves sí se tenía que ganar.
Un Madrid plano
Desde el comienzo del partido el equipo no fluyó. Se vio sorprendido por la presión del Athletic y les costó superar la primera línea defensiva de los rojiblancos. Zidane no movió pieza para cambiar esta circunstancia hasta el minuto 67. La circulación del equipo, además, fue lenta durante todo el choque.
Era muy difícil que desarbolaran las líneas tan fijas de 'Los Leones' con esos problemas para mover la pelota. La sensación era que el partido estaba por fuera, así lo demostraba Mendy cada vez que llegaba arriba.
Sin acierto
Cuando llegaron las sustituciones, tampoco hubo un cambio radical. Vinicius intentó lo que sus compañeros de ataque no consiguieron: desbordar. Valverde tuvo más trascendencia por convertirse en central en los últimos minutos que por aportar en el centro del campo. Aún así, probablemente eran los recursos que el equipo necesitaba. Ni el brasileño, ni el uruguayo tuvieron incidencia sobre el tanto de Benzema, pero tampoco en ocasiones claras del equipo.
El cambio de Benzema
Pero hubo un cambio aún peor. Nadie comprendió, sin ser por problemas físicos, que Karim no acabará el partido cuando se necesitaba un gol. Entró Mariano, hombre por hombre, que apenas tocó un balón. Lo hizo en el 87', casi sin tiempo de reacción para un delantero que siempre lo intenta pero que solo incidió en el partido en la jugada que el VAR revisó por posible mano en el área rojiblanca. El partido pedía que los dos estuvieran sobre el terreno de juego; y, más aún, con el estado de otros jugadores.
El ostracismo
La evidencia de que el centro del campo blanco estaba muerto no entró por los ojos de Zidane. Kroos no podía más y perdió un par de balones vitales que casi acaban en el tercero. Mientras, Odegaard sigue en el ostracismo con sólo seis minutos en los últimos partidos. El noruego volvió a no jugar, un hombre que pide la afición que tenga oportunidades después de ser la gran revelación de la temporada pasada. Parece que su momento llegará la próxima semana con el partido de Copa del Rey.
A la desesperada
El plan de Zidane en el tramo crítico no funcionó. Fueron varios los balones que colgó el equipo desde la banda con Ramos como destinatario, pero no propuso nada más. No se puede decir que los blancos atosigaran el área rival en los instantes finales del choque. Creó más ocasiones en los momentos previos, cuando subieron el ritmo de movimiento del balón. Era tarde. El equipo tiró la primera parte y en un partido de vida o muerte es algo que no se pueden permitir. El primer título del año tendrá que esperar.
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