Florentino Pérez, presidente del Real Madrid y de la recién creada Superliga Europea, ha vuelto a dar detalles sobre el objetivo de esta nueva competición. El dirigente ha defendido el proyecto, que en un principio contaba con el apoyo de 12 clubes de referencia en el fútbol europeo, y ha dejado la opción de que se pueda modificar parte de la idea inicial para que genere más apoyos en el sector del deporte.
Una de las principales críticas que se ha hecho a la Superliga es que fuera una competición cerrada. Una concepción errónea, pues el torneo dejaba cinco plazas a elección de los clubes fundadores y que irían rotando cada año. De los 20 participantes, 15 serían fijos al cumplir esos requisitos de movilizar aficionados en todo el mundo. Sin embargo, y pese a que es un modelo que ya funciona en la Euroliga de baloncesto, el rechazo en ligas y ciertos sectores ha sido contundente.
Por ello, Florentino Pérez ha subrayado que todo está sujeto a modificaciones. En una entrevista para el diario AS, el presidente merengue ha sido claro: "A lo mejor lo de que jueguen los cuatro primeros de cada país es la solución". El representante de la Superliga ha reconocido que algunas cosas pueden haberse "hecho mal", pero ha incidido en que no se puede esperar para acometer la revolución en el fútbol.
"La Superliga no va contra los campeonatos domésticos y tiene como objetivo que fluya más dinero para todo el fútbol. Se ha pensado para darle más interés a los partidos. Y creo que la nueva reforma de la UEFA tampoco da solución al problema porque lo que se ha presentado ni siquiera es mejor de lo que hay. Y además no podemos esperar hasta el 2024", ha indicado.
Una semana frenética
La competición se dio a conocer la noche del pasado domingo. Algunos de los clubes fundadores compartieron el comunicado al momento. Otros como Atlético de Madrid o FC Barcelona esperaron algunas horas para compartirlo con todos sus aficionados. Sin embargo, desde el primer instante obtuvo la respuesta frontal de organizaciones como UEFA, FIFA o ligas nacionales.
Incluso gobiernos como el de Reino Unido, con Boris Johnson al frente, rechazaron la creación de la Superliga y estudiaron reformas legislativas para acabar con la competición. Desde Inglaterra se ha llegado a apuntar que Johnson, por medio de una ley de radiodifusión, podía obligar a los clubes ingleses a malvender los derechos de televisión para que fueran retransmitidos en abierto, lo que reduciría las ganancias de la Superliga.
Ceferin, además, ha pedido a todos los clubes que disuelvan la competición. De no hacerlo, todos aquellos clubes que sigan ligados a la Superliga no podrán competir en la Champions League del año que viene. Una amenaza que se suma a la que dejaba en el aire la expulsión del Real Madrid de esta misma edición o a la que vetaba a los jugadores que disputaran la Superliga en competiciones de selecciones dependientes de FIFA y UEFA.
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