El Real Madrid ha estado perseguido por la labor arbitral durante prácticamente toda la temporada. Los continuos errores contra el equipo blanco que han impedido que pueda pelear esta liga en igualdad de condiciones con sus rivales han terminado minando la moral de una plantilla y una institución que siempre ha querido mantenerse al margen de la labor de los jueces. Sin embargo, todo tiene un límite.
Es imposible no pensar en esta temporada y que al madridista no se le vengan a la cabeza los dos penaltis a Marcelo y Hazard contra el Alavés, las manos del Betis dentro del área, el corte de Felipe con el brazo en el derbi del Wanda Metropolitano o el gol de Mariano frente al Getafe que fue anulado y que no era fuera de juego. Sin embargo, esos altercados fueron anécdotas tras lo vivido contra el Sevilla o tras lo visto en el duelo frente al Granada, donde dos jugadores recibieron dos entradas de roja clarísima y ninguna fue sancionada como tal.
Atropello en San Mamés
Tras estos árbitrajes, pésimos y sospechosos, el Real Madrid tenía la esperanza de que ya, con solo dos jornadas por disputarse y con el Atlético de Madrid por delante en la clasificación, las polémicas arbitrales cesaran hasta la próxima temporada. Sin embargo, no ha sido así, San Mamés estaba esperando con el atropello del sábado 16 de mayo.
Con el Real Madrid en plena disputa de La Liga frente a Atleti y Barça, los blancos han vuelto a ser sacudidos por esa 'mano negra' que no quieren que se lleve, o al menos que luche, por este campeonato. En territorio bilbaíno y con Mateu Lahoz como árbitro y con Iglesias Villanueva en el VAR, al equipo de Zinedine Zidane le han vuelto a escamotear dos penaltis de libro, de esos que deberían enseñarse en las escuelas de arbitraje como ejemplos claros y manifiestos de pena máxima.
El primero de ellos, como no, por unas manos de Morcillo que taponó un centro peligroso de Odriozola. El modus operandi preferido del colectivo arbitral esta temporada ha vuelto a resucitar tan solo una semana después de que lo de Militao fuera un penalti tan 'claro' que hasta el VAR intervino, deteniendo el partido contra el Sevilla y anulando otra pena máxima a favor del Real Madrid. Esta vez, la mano del jugador del Athletic dentro del área no iba a ser decretada como penalti. Una más de ese criterio tan unificado del que está haciendo gala LaLiga. Es poco entendible como los profesionales del fútbol no saben todavía qué es lo que marca que una mano se pite o no. Siempre en contra de los de blanco.
Por si esto fuera poco, tanto Mateu Lahoz como Iglesias Villanueva se permitieron el lujo de volver a ser cómplices en otro atropello al Real Madrid en San Mamés con un claro penalti de Yeray sobre Benzema. El central del Athletic derribaba al delantero francés y, de nuevo, la pena máxima se iba al limbo. Afortundamente, Nacho apareció para cerrar la victoria a domicilio del conjunto merengue para poder seguir soñando con una liga que tuvo en su mano durante 20 minutos. Quien sabe si solo ha sido uno aviso de lo que está por venir.
El doble rasero
Los errores arbitrales están cabreando y mucho al Real Madrid esta temporada. Acostumbrado a ser ninguneado por el colectivo arbitral sistemáticamente y año tras año, lo de este curso está rozando lo vergonzoso. Para muestra, dos sucesos muy curiosos que se han producido esta misma jornada, para no buscar decenas de ejemplos que se llevan produciendo durante toda la temporada.
En el partido entre el Cádiz y el Elche, el conjunto cadista se adelantaba en el marcador con gol de José Mari de penalti. Curiosamente, en una acción muy parecida a la que los jugadores del Madrid reclamaron como lanzamiento desde los once metros. Centro desde la banda y el defensa ilicitano cortaba el balón con el brazo. Fácil y sencillo, pero no si es a favor del Real Madrid. En ese caso, la interpretación siempre apunta hacia el mismo lado.
En esta misma jornada, la 37, en la que todo estaba en juego, la competición rozó el ridículo en el Wanda Metropolitano. Budimir ponía por delante a Osasuna con un gran remate de cabeza que Oblak despejaba, pero después de que el esférico hubiese traspasado la línea de gol holgadamente. A pesar de que la acción era clara, ni Martínez Munuera ni su asistente acertaron a verlo en directo. Tuvo que ser el VAR, esta vez sí para hacer justicia, quien informara de que efectivamente había sido gol. Una situación de lo más curiosa teniendo en cuenta la nitidez de la jugada.
Arde el vestuario
El Real Madrid lleva poniendo la otra mejilla una y otra vez en los últimos meses, incluso años. Sin embargo, algunos empiezan a estar ya hartos de esta postura y prefieren pasar a la acción. El vestuario del equipo blanco quiere guerra y, a pesar de que no se pueda levantar el título, no quieren callar más ante las injusticias. Y San Mamés ha sido el último ejemplo de una rebeldía que es casi pura supervivencia mental.
Ya contra el Sevilla llamó mucho la atención como Zidane y Kroos esperaron a Martínez Munuera al término del partido para pedirle explicaciones sobre sus decisiones. Pues en Bilbao, los blancos han vuelto a levantar la mano para quejarse. Primero ha sido Nacho, denunciando la clara mano de Morcillo.
Después ha sido el técnico, quien confirmaba que sus jugadores le habían transmitido esa sensación de claridad en el penalti, y por último Álvaro Odriozola, que dejaba la frase que mejor resume la lucha del Real Madrid en esta liga adulterada y de 'mano negra': "Estamos aguantando contra todo y contra todos para pelear hasta el final". Que no canten victoria todavía que queda una jornada y, con polémica o sin ella, puede haber liga blanca a pesar de la 'mano negra'.
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