El buen vino, como Luka Modric, mejora con los años. Porque el secreto de la eterna juventud no lo tienen ni los mejores caldos ni las mejores lociones para no envejecer. Ni siquiera las pócimas más sofisticadas que se ponen a prueba en los laboratorios para luchar contra el paso del tiempo. Lo tiene un mediocentro croata que va camino de cumplir una década vestido blanco.
Lo del '10' del Real Madrid es digno de estudio. Muchos están preocupados por su futuro y por quién puede ser su relevo, y con razón, pero lo cierto es que parece eterno. No siente que haya algo que le vaya a detener para no regalar otra década de fútbol prodigioso. Porque no solo es jugar a este nivel con 36 años, es lo alto que llegan su juego y su calidad. Si hiciera estas exhibiciones con 30 o con 26, se seguirían ensalzando al Olimpo de la pelota.
El compendio que forman edad y calidad se ha hecho virtud en el medio del equipo de Ancelotti que un año más está demostrando lo bueno que es y, además, esa sensación de no tener fecha de caducidad. Como decía su presidente Florentino Pérez al término del partido, Modric está otra vez a nivel de Balón de Oro, algo que parecía imposible incluso para los incondicionales de Luka.
Exhibición de supercampeón
Ante el Athletic dejó una exhibición más de su amplísimo repertorio que, además, suele agrandarse en noches importantes como la de Riad, cuando un título estaba en juego, el primero de la temporada. Estuvo en todos lados, apareciendo en cualquier zona del campo para crear, para generar espacios, para ayudar en la salida de balón y en el último pase. Lo hizo todo. Incluso dar oxígeno a algunos futbolistas a los que saca unos cuantos años.
El partido de Modric ante el Barça fue soberbio, pero su demostración de clase y derroche en la final fue para quitarse el sombrero. Para sentarse y aplaudir cuando cada uno pudiera salir de su asombro. Y con 36 años, que se dice pronto. Modric es todo un ejemplo y un salvavidas para aquellos que ven venir los 40 y se sienten ya cerca del ocaso que siempre provoca abandonar la juventud. Si Modric puede, al menos hay que intentarlo.
Y Luka pudo con el Athletic de Marcelino como lo hizo con el Barça de Xavi, dirigiendo a un equipo total que esta vez gozó más de la posesión que de las contras, pero es que esto tienen los grandes equipos, que son versátiles, camaleónicos, con diferentes estilos de juego, todos buenos, efectivos y válidos. Modric y su Madrid no se casan con ninguno, exprimen todos hasta sacarle el mayor jugo posible. Y el fruto ha llegado en forma de copita, pequeña, pero que había que ganar para seguir demostrando grandeza.
Los dos partidos del croata, la Supercopa de España que ha realizado, con gol incluido en la gran final para abrir la lata, es un claro reflejo de todo lo que lleva demostrando esta temporada, y la anterior, la de antes... Modric es el plan A, el plan B y todos hasta la Z. Por eso salir desde el banquillo cuando él no está, cuesta tanto. Por eso buscarle un sustituto es misión imposible. Y el Real Madrid lo sabe.
Otra renovación en camino
Para que de momento no necesite relevo, al menos en el corto plazo, el club y el jugador ya se han sentado a pactar una renovación que está prácticamente sellada. La Supercopa ha sido el mejor escaparate para que las dos partes se vuelvan a unir y puedan estrechar la mano para cerrar un trato al que casi no le quedan conversaciones pendientes.
Modric, más allá de su legado, se ha vuelto a ganar la renovación en el campo. Con fútbol y sin declaraciones ni espectáculos públicos. Sin pulsos a la directiva, sin palabras altas, sin reuniones a deshora y sin programas radiando minuto a minuto lo que va sucediendo. Luka solo da que hablar en el campo, porque el resto le da igual. Se entrega al Real Madrid y confía.
En días, semanas o meses, cuando el club quiera, se anunciará su renovación y será oficial que Modric continúa un año más en el Real Madrid. Algo que ya hizo el curso pasado, sin poner problemas con su sueldo en plena pandemia, y ahora va camino de sumar esos dos cursos que quería para cumplir su sueño de llegar a la Copa del Mundo de Catar 2022 como jugador blanco y para poder estar en el nuevo Santiago Bernabéu. Quizás alguno, desde una gran ciudad europea con muchas luces, esté tirándose de los pelos y viendo que no era tan difícil conseguir el objetivo, solo había que confiar en lo evidente. Y así año tras año hasta que él siga estando en la élite.
Modric no solo tiene el secreto de la eterna juventud, sino que es el motor de un equipo que está bordando el fútbol, sea cual sea el estilo, en lo que podría ser un año para la historia. De momento, ya hay un título en las vitrinas, un liderato sólido en La Liga, una clasificación para octavos de Champions y un primer paso en la Copa del Rey dado. Su gasolina parece infinita y la ilusión con sus goles y sus jugadas, también lo es.
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