Paco Gento se ha ido y en el banquillo sigue Manolín Bueno Cabral (Sevilla, 1940). El eterno suplente de La Galerna del Cantábrico ha llorado este lunes su pérdida. Los 12 años que pasaron juntos en el Real Madrid estuvieron llenos de enfados para el andaluz por una razón obvia: quería jugar. Pero ese tiempo también fue de risas, piques y celebraciones entre ellos. Santiago Bernabéu se inventó amistosos para que "el segundo mejor extremo izquierdo del mundo" pudiera brillar.
Manolín era un jugador que nació prácticamente sobre el césped. A pesar de que Sevilla fue el lugar donde vino al mundo, Cádiz se convirtió rápidamente en su casa. Allí sigue viviendo a sus 82 años donde traslada todas esas vivencias con el primer Real Madrid galáctico de Kopa, Rial, Di Stéfano, Puskas y Gento. Todos los que le vieron jugar coinciden en pensar en que lo único que frenó que la historia recordase más a Bueno es haber coincidido con el cántabro en el mismo equipo.
Aún así, su legado en forma de títulos le sitúa entre los grandes de la historia: ganó dos Copas de Europa, una Intercontinental, ocho Ligas y dos Copas de España. Puso su granito de arena para conseguirlas en las pocas ausencias que tuvo Gento, ya que el titular no cogía ni un resfriado. Muy probablemente sea el "gran físico" que recuerda el motivo principal por el Paco que nunca se lesionaba.
Manolín era un futbolista con una gran capacidad para encontrar el camino del gol de la manera más rápida. No podía compararse en velocidad con La Galerna, porque "no hay un jugador más rápido que él" que haya visto Bueno en su vida.
Recuerda el último partido de ambos en el Real Madrid, porque se marcharon a la vez. El andaluz terminó el partido de desempate de la final de la Recopa de Europa de 1971 que perdieron contra el Chelsea encima de un balón detrás de una portería. Ahora homenajea la figura de su compañero en EL ESPAÑOL.
Cuando la grada se levantaba
Manolín era un fuera de serie, pero Gento estaba fuera de categoría. Eso sí, dentro de la gran relación que había en ese vestuario no faltaban los piques. "Conmigo siempre fue muy buena persona. Lo que pasa es que el resto se metían con él diciendole: No veas como juega Manolín. Y él decía: No me importa, el domingo juego yo", desvela el exjugador sobre esa gran relación que mantuvieron hasta los últimos días los componentes de ese primer Real Madrid galáctico.
Por encima de todo está el Gento jugador. Un futbolista que hasta en el fútbol actual tendría lugar por sus habilidades. "Tenía una velocidad... Yo no he visto a un jugador todavía con su velocidad. Le pegaba también muy bien. Cuando salía corriendo con el balón, la gente se ponía de pie porque no lo veían de lo que corría", explica Manolín. Paco fue uno de los mejores de la historia de España y así lo reconoce el hombre que 'sufrió' en sus propias carnes tener que coincidir con él.
Más allá de esa rivalidad, que en todo momento llevaron "de forma sana", quedan las vivencias de los últimos años. "Recuerdo las reuniones con los veteranos, las cenas de los últimos años... Nos seguían diciendo: Manolo, tú fuiste mejor que Gento. Había mucha guasa", asegura Manolín.
También guardan buena relación las familias: "Esta mañana mismo he llamado a la señora de Gento. En las cenas siempre se sentaban juntas nuestras mujeres y yo como segundo capitán y él como capitán también nos sentábamos juntos". Manolín ensalza que esa generación del Real Madrid "no éramos solo futbolistas, éramos amigos", como el mejor recuerdo que se lleva de esta vida que compartió con La Galerna del Cantábrico.
El segundo mejor
Manolín tenía mucho carácter. Llegó seis años después de Gento, cuando este ya estaba asentado en el Real Madrid. La explosión de Bueno en el Cádiz captó la atención de Santiago Bernabéu que se lo llevó rápidamente a la capital de España cuando el FC Barcelona, el Valencia, el Sevilla y el Espanyol se habían fijado en sus habilidades. A partir de entonces le esperarían 243 partidos defendiendo la camiseta blanca, aunque la mayoría de ellos fueron amistosos.
Delante tenía al mejor extremo izquierdo del mundo. "Es que no se lesionaba mucho y yo me aburría. Entonces el presidente hizo partidos amistosos para los suplentes, para Rial, para Didí. Los jueves, todos los equipos que pasaban por Madrid, jugábamos contra ellos. La gente llenaba el campo para vernos", explica Manolín; y no Manolo o Manuel, porque toda la vida le han conocido así. Su hija, que es la que contestó a la llamada de EL ESPAÑOL, así le requirió para coger el teléfono.
Bernabéu, un prodigio a la hora de tener iniciativas, sabía que no se podía desaprovechar un talento como el de Bueno. "Yo me enfadaba mucho y el presidente me decía: ¿Tú te enfadas por no jugar? ¿Pero tú sabes que Pelé tiene un suplente y si Pelé es el mejor jugador del mundo, el suplente es el segundo mejor? Pues a ti te pasa lo mismo. Y yo me tenía que callar", desvela entre risas Manolín. Ahí apareció la mente brillante del presidente para hacer esos amistosos.
Manolín se iría de Madrid en 1971 con 119 partidos oficiales y 27 goles en su haber. "Dio la casualidad de que coincidí con el mejor extremo izquierdo del mundo. Yo lo reconocía. Es que era un fenómeno", sentencia el exjugador blanco que afirma que "habría marcado muchos más goles" de haber salido a otro club. "También si estuve 12 años en el Real Madrid sería por algo. Gané La Quinta y La Sexta, gané ocho Ligas... Tengo todas las vitrinas llenas", justifica con su eterna guasa andaluza durante la conversación.
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