Liverpool y Real Madrid afrontan en tan solo unos días el partido más importante del año. La gran final de la Champions. El encuentro se disputará este 28 de mayo a las 21:00 horas y servirá para coronar al nuevo campeón de Europa. La batalla entre estos dos históricos del Viejo Continente se disputará en uno de los estadios más especiales que existen, el Stade de France.
El feudo parisino es el más importante de Francia y fue construido precisamente para ser la morada del combinado nacional así como el coliseo donde se celebrarían los grandes torneos del país que se disputan en formato de eliminatorias. Sin embargo, ahora vivirá una de las noches más grandes de toda su historia, ya que será el campo de batalla en el que se midan dos de los equipos más importantes de la historia del fútbol.
Sin embargo, esta oportunidad le ha llegado de rebote, después de que la UEFA decidiera dar marcha atrás a la elección de San Petersburgo como sede de la final de la Champions. La guerra promovida por Rusia en Ucrania provocó que el máximo organismo del fútbol europeo decidiera cambiar de ciudad para huir del conflicto sociopolítico que suponía este acuerdo. Finalmente, la elegida fue París y a su vez el Stade de France.
El feudo galo se vestirá para la ocasión con el objetivo de recibir a los 75.000 aficionados de ambos equipos que llegarán hasta la capital francesa para presenciar el partido más especial del año. Un encuentro que se celebrará en un estadio muy particular y que ya tiene una gran historia a pesar de que fue inaugurado en 1998.
De Aznar a Zidane
El Stade France es el mayor estadio que existe en el país vecino y cuenta con una capacidad de 81.335 espectadores. Su construcción se produjo con motivo de la concesión de la Copa del Mundo de fútbol del año 1998. Fue diseñado para albergar todo tipo de acontecimientos, desde eventos deportivos como partidos de fútbol y rugby hasta conciertos. Hecho que facilitan indudablemente su sistema de gradas retractiles.
Su proyecto arrancó en 1995 y tuve un coste total superior a los 400 millones de euros. Sin embargo, no fue inaugurado hasta unos meses antes del Mundial de Francia. Concretamente, el 28 de enero de 1998, en un partido amistoso disputado entre la selección bleu y España. El choque terminó con victoria del conjunto local por 1-0 y el gol fue obra de Zinedine Zidane. El centrocampista galo tendrá para siempre el honor de haber sido el autor del primer tanto que se marcó en este majestuoso estadio.
El encuentro estuvo presidido por los presidentes de ambos países en aquel momento. Jacques Chirac por parte de Francia y José María Aznar por parte de España. Seis meses después de aquel partido, el conjunto francés disputó en el mismo estadio la final de la Copa del Mundo que se organizaba en su propia casa. Allí vencieron a Brasil para sumar su primer Mundial. Para la segunda tuvieron que esperar otros 20 años, ya que no llegaría hasta la cita de Rusia 2018.
La propuesta de construcción del estadio llegó mucho antes, en 1992, cuando Francia fue elegida como sede de la Copa del Mundo. Debido la majestuosidad del estadio, la construcción y la financiación del mismo corrieron a cargo del Consejo de Estado. Fue dicho estamento político el que solicitó que la construcción del mismo debía realizarse cerca de la ciudad de París. Por ello se eligió la zona de La Plaine-Saint Denis.
Actualmente, las instalaciones deportivas son propiedad del estado francés y es administrado a través de una concesión pública por el Consortium Stade de France. Ahora se prepara para albergar la que será su tercera final de la Champions League después de las ya celebradas en el año 2000 y en el 2006.
Talismán para el Real Madrid
El Stade de France alberga varios eventos de importancia al año. Es la casa habitual de las selecciones de fútbol y rugby. Por si fuera poco, desde su inauguración se convirtió también en la sede de las finales de la Copa de Francia y de la extinta Copa de la Liga de fútbol. Además de tener protagonismo de varios deportes más, también fue sede de multitud de partidos de la Eurocopa de 2016.
Sin embargo, sus citas grandes, además de aquella final de la Copa del Mundo de 1998, han sido las dos finales de Champions que ha albergado. Es por ese hecho por el que se ha convertido en uno de los talismanes del madridismo fuera del territorio nacional. El conjunto blanco alzó la Octava Copa de Europa tras exhibirse ante el Valencia en una de las finales más recordadas por las últimas generaciones. Una contundente victoria por 3-0 con goles de Fernando Morientes en la primera parte y de Steve McManaman y Raúl González Blanco en la segunda.
Aquel triunfo volvía a poner al Real Madrid en lo más alto junto con la victoria en la Séptima dos temporadas antes. Después de haber estado 32 años sin conseguir grandes conquistas europeas, los blancos sumaban dos en muy poco tiempo. Ahora, el Real Madrid quiere recuperar ese sentimiento de talismán que le ofrece el estadio de Saint Denis para sumar la que sería la Decimocuarta. Enfrente tendrá al Liverpool de Jürgen Klopp, que quiere la revancha de 2018 y que no lo pondrán nada fácil.
Mientras el Stade France, o Saint Denis, dejaron un grato recuerdo para la afición madridista, la ciudad de París guarda buenas y malas historias para el conjunto blanco. Allí se ganó la Octava y también la primera Copa de Europa de la historia. Aquella edición de 1956 se saldó con triunfo sobre el Stade de Reims por 4-3, pero no se jugó en Saint Denis, sino en el Parque de los Príncipes, donde ahora juega el PSG.
Si en este otro estadio se vivió la primera gran noche de alegría europea de la historia del club, y de la competición, en 1981 se sufrió una de las más amargas. En aquel año, los blancos perdieron la final de la Copa de Europa contra el Liverpool, quien ahora será precisamente su rival para intentar levantar su decimocuarta conquista. Por ello, el Real Madrid, aunque ha vivido noches de todos los colores en la ciudad del amor, su verdadero idilio lo mantiene con un Stade de France que podría volver a coronarle como rey de Europa.
La comuna de Salah
El Stade de France, aunque se le atribuye como su localización la ciudad de París, realmente está situado en la zona de Saint Denis. Su proximidad a la capital es total y cuenta con una red de transporte de primer nivel por lo que los accesos hasta el mismo estadio se podrían considerar como óptimos. El coliseo galo está situado adyacente al Segundo Périphérique de París, la A86, y a la Autoroute du Nord, la A1.
A pesar de que se encuentra muy cerca de la capital, la zona de Saint Denis no goza de una gran popularidad, ya que está considerada como una de las más peligrosas y conflictivas, no solo de París, sino de toda Francia. Se trata de una comuna situada en la región de la Isla de Francia. Está catalogada como uno de los suburbios más oscuros de la ciudad de la luz, a algo más de 9 kilómetros de la capital.
Durante el siglo XIX, Saint Denis se convirtió en una región marcada por el impulso industrial y por la presencia de familias de clase media-baja que vivían precisamente de este tipo de trabajos. Sin embargo, su tranquilidad duró hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando el territorio fue tomado por las fuerzas alemanas desde el año 1940 hasta el 1944. Tras el fin de la guerra gozó de un cierto periodo de prosperidad con motivo de la recuperación económica que vivieron la mayoría de territorios implicados en el conflicto, pero también padeció de manera enorme los efectos de la crisis de los años 70 y 80.
Fue precisamente el impulso que recibió tras la organización en el país de la Copa del Mundo de 1998 cuando resurgió de sus cenizas para convertirse en un núcleo poblacional más sólido y próspero. Gracias a este evento consiguieron, además de la construcción del estadio, una mejora general en las infraestructuras y en las redes de transportes desde París.
Sin embargo, con el paso del tiempo, el ecosistema de Saint Denis ha ido cambiando gradualmente hasta convertirse en lo que podría llamarse como la comuna de Mohamed Salah. Saint Denis es ahora una localidad residencial marcada por la gran cantidad de familias inmigrantes llegadas desde diferentes regiones musulmanas. Estos proceden en su mayoría de antiguas colonias francesas y conviven a su vez con la importante llegada de personas desde países de Latinoamérica que se ha producido en los últimos años, conformando un gran mestizaje social.
El predominio de la inmigración musulmana convertirá Saint Denis en una segunda casa para uno de sus grandes líderes deportivos, el atacante del Liverpool Mohamed Salah. El extremo del equipo de Jürgen Klopp no solo es la mayor baza ofensiva de los red, sino que su origen egipcio y sus profundas y marcadas creencias le convierten en un auténtico referente para toda la comunidad musulmana que allí reside.
Si a la ciudadanía de París le hacían falta pocos motivos para ir en contra del Real Madrid y que los blancos se sientan en territorio hostil, el hecho de que al otro lado se encuentra Mo Salah hará que la comunidad árabe de Saint Denis también juegue su papel para intentar amedrentar a los de Carlo Ancelotti, que buscan repetir el éxito de la Octava en este 2022.
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