El resto del verano se espera tranquilo para el Real Madrid. Los fichajes de Antonio Rüdiger y Aurélien Tchouaméni solventan los agujeros que se veían en la plantilla blanca y para la delantera se será conservador. La plantilla sufrirá retoques con las bajas y, quizás alguna incorporación sorpresa, pero lo importante para imaginar el equipo de Carlo Ancelotti ya está hecho.
El Madrid, como el año pasado con David Alaba y Eduardo Camavinga, se refuerza bien con solo un par de movimientos. Rüdiger y Tchouaméni darán un salto al campeón de Europa y de La Liga. No solo por lo que puedan aportar individualmente al colectivo, sino por las posibilidades que aumentan con ellos.
Ancelotti hizo costumbre lel 4-3-3 la temporada pasada. Un dibujo casi inamovible tras arrancar el curso con algunas dudas. El inicio del cambio, sin embargo, arrancó a final de la campaña alineando en alguna ocasión un 4-4-2 motivado por el buen momento de Fede Valverde. El círculo se cierra con los nuevos fichajes.
El Madrid podrá jugar de diferentes formas y se espera que Ancelotti termine por abandonar la rigidez en su pizarra. Rigidez en cuanto al esquema y su once a utilizar, ya que en el campo nunca se vio a un equipo sometido a una táctica inflexible. Las dos caras nuevas amplían el abanico del técnico italiano.
Más libertad para Alaba
Empezando por la defensa, la llegada de otro central de primer nivel trae cambios. Ancelotti podría seguir confiando en su pareja de confianza, Militao y Alaba, pero eso será más al principio mientras Rüdiger se termina de adaptar. Si el alemán mantiene su nivel del Chelsea, no será lógico dejarle en el banquillo y provocará un baile de piezas.
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Si bien Militao podría caer a la derecha, como hacía en el Oporto o en alguna ocasión aislada en el Madrid, el que se desplazaría en más ocasiones sería Alaba. El austriaco podría jugar en el lateral izquierdo como alternativa a Ferland Mendy o bien en la posición de mediocentro. En el Bayern jugó en ambos sitios.
Lo seguro es que con el fichaje de Rüdiger, Ancelotti gana herramientas para rotar y mantener fresca su defensa en una temporada exigente (el Real Madrid jugará seis competiciones) y con un Mundial en medio por primera vez en la historia.
El mejor centro del campo
Lo de Tchouaméni genera algo similar en el centro del campo. Casemiro tendrá por fin un reemplazo, pero el labor del francés no se limitará a eso. Ancelotti tendrá que explorar cómo encajar al ex del Mónaco en una zona en la que seguirá contando con la CMK y con Valverde y Camavinga en plena carrerilla.
Las opciones van desde el habitual tridente variando las piezas hasta pasar a un doble pivote o, incluso, un rombo. Hasta cuatro centrocampistas de seis pueden jugar a la vez en este Madrid (añadiendo a Alaba en la ecuación si se da el adelantamiento de posición). Las combinaciones son infinitas para la que seguramente sea la medular más completa de todo el continente.
Un Madrid físico
El otro punto que gana el Madrid con estos dos fichajes es todavía más físico. La tendencia del fútbol está clara y el club blanco lleva tiempo fichando a conciencia por lo que exige la competición actual. Sin dejar de lado la técnica -porque Tchouaméni va sobrado de ella, por ejemplo-, que las llegadas cumplan con ciertos parámetros físicos se ha vuelto una condición obligatoria.
Los cuatro fichajes de este y el verano anterior son la demostración de ello, pero también Mendy o Militao e incluso Vinicius y Rodrygo, cuya evolución desde su aterrizaje en España ha sido notoria. Así es el nuevo Madrid con Tchouaméni y Rüdiger: más físico y más posibilidades.