Las infracciones por manos, especialmente dentro del área, van camino de convertirse en el agente más decisivo de esta Liga. Nadie tiene ya claro cuándo se deben pitar y cuándo no. Los futbolistas, entrenadores y demás personas alrededor del fútbol viven en un completo caos mental porque una jornada, unas acciones sí son sancionadas por los árbitros y a la siguiente, cambia completamente el criterio con jugadas similares.
Lo vivido en el Estadio de La Cerámica en el partido disputado entre el Villarreal y el Real Madrid ha sido insólito. Ha sido la sublimación de lo absurdo en lo relacionado a los penaltis por manos. Especialmente en la señalada a David Alaba. El jugador merengue resbala, cae al suelo y se apoya con su mano derecha. Hasta ahí todo normal.
Sin embargo, en un acto reflejo, el central austriaco intenta levantarse para evitar que el balón le pegue en la mano y, en ese gesto, el esférico justamente le golpea mientras vuelve a caer al suelo fruto de la acción. ¿Puede haber algo más natural que eso? Seguramente para el común de los mortales no, pero para Soto Grado esta acción sí fue merecedora de señalar penalti.
Un escándalo que provocó la derrota del Real Madrid en Vila-Real y que le hizo perder una oportunidad inmejorable para abrir hueco en el liderato de La Liga. Los blancos tenían este fin de semana una ocasión que ni pintada ya que el Barça visita este domingo el Civitas Metropolitano, un estadio en el que es muy probable que se deje puntos. Sin embargo, ese incomprensible penalti ha condenado a un Madrid que se mostró frágil en defensa y fallón en ataque.
El del antiguo Madrigal fue uno de los mejores partidos de la temporada. Los de Quique Setién lo dieron todo, con una presión arriba que ahogó a los madridistas y con un sinfín de ocasiones que terminaron remachando Yeremy Pino y Gerard Moreno. Sin embargo, el choque se vio empañado por el pésimo nivel arbitral que robó el protagonismo y, de paso, la posibilidad de haber sumado, al menos, un punto al Real Madrid.
Las polémicas manos
Este caso resulta aún más grave cuando en las últimas jornadas, y durante casi toda La Liga, se han producido situaciones similares en las que ha habido una disparidad total de criterios. Sin ir más lejos, al Real Madrid no se le señaló un claro penalti en el José Zorrilla porque Munuera Montero consideró que Javi Sánchez se estaba apoyando en el suelo cuando cortó un centro raso de Dani Ceballos desde la banda izquierda.
La mano con la que el central del Valladolid corta el balón no llega a tocar el suelo en ningún momento. De hecho, cuando se produce la infracción, tampoco contacta con el césped la otra mano. Sin embargo, Munuera Montero decidió que no era penalti y el VAR no entró a corregir la decisión. Aquella situación fue todavía más grave porque solo un día antes, en la misma jornada 15, se produjo una jugada similar en el Girona - Rayo Vallecano que sí fue decretada como pena máxima.
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Taty Castellanos disparaba desde dentro del área, Lejeune cortaba el balón con el brazo instantes antes de apoyarlo y Figueroa Vázquez señalaba el punto de máximo castigo. Lo que para un árbitro era penalti, para otro no. Y solo con unas horas de diferencia. Es esta disparidad de criterios, que no entiende de colores, la que está provocando un caos absoluto en una Liga que se encuentra colapsada.
Courtois o Lucas Vázquez han sido hoy los últimos ejemplos de jugadores confundidos y casi aturdidos por esta polémica. Nadie sabe ya cuándo es mano y cuándo no. Ancelotti iba más lejos en la rueda de prensa posterior al choque contra el Villarreal y aseguraba que "esto no era fútbol", si no más bien algo que "ya no gusta a los aficionados". Y ellos son al final los destinatarios del que debería ser un gran producto nacional, pero que con este tipo de situaciones, se devalúa fin de semana tras fin de semana.
Las manos que han traído consigo una dura derrota del Real Madrid en La Cerámica son las mismas que vienen persiguiendo a los blancos, y a otros muchos equipos, durante toda la temporada. Muy sonado fue el caso del penalti pitado en contra de los madridistas por una incomprensible mano de Asensio contra el Girona en la jornada 12. Un balón colgado al área merengue le caía sobre el cuerpo al mallorquín quien, en su intento natural por protegerse, ponía las manos sobre su pecho. El colegiado señalaba penalti.
Sin embargo, una acción mucho más clara producida en el Barça - Almería solo una jornada después, no era señalada con el mismo criterio. Gonzalo Melero disparaba a la portería de Ter Stegen y Jordi Alba se colocaba en medio sacando su brazo y cortando la trayectoria del esférico. La posición de la mano era similar a la de Asensio. Sin embargo, esta se situaba mucho más separada del cuerpo, ocupando un espacio antinatural.
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El Real Madrid ha sido víctima, en estos tres casos y en muchos otros, de una disparidad de criterios que nadie entiende. Mientras en las manos de Alaba y de Javi Sánchez, relacionadas con el apoyo del jugador en el suelo, la resolución fue diferente y para el austriaco no existe este recurso que sí recoge el reglamento ("si el jugador cae y la mano o el brazo quedan entre el cuerpo y el punto de apoyo en el suelo"), para Asensio lo que no existió fue el principio de mano natural, ese que sí salvo a Jordi Alba.
Los fallos del Madrid
Más allá de la disparidad de criterios con las manos y del sinsentido que muchas veces refleja el reglamento, dos principios que están colapsando La Liga, el Real Madrid se dejó los tres puntos por varios motivos más en La Cerámica. El primero de ellos fue el desbarajuste defensivo provocado por el experimento de Carlo Ancelotti.
La baja de Dani Carvajal en el lateral derecho provocó un movimiento de piezas que no le sentó bien a nadie. Militao dejó su puesto de central y pasó al carril diestro. Por su parte, Rüdiger ocupó su lugar en el eje de la zaga. Los blancos perdieron presencia por banda, esa que habría dado un jugador en forma como Lucas Vázquez, y echaron de menos la compenetración que siempre demuestra la pareja austriaco-brasileña.
No fue el mejor partido de Rüdiger, quien fue víctima de la presión en bloque alto del equipo de Setién. Un mecanismo con el que consiguió asfixiar al Real Madrid en su salida de balón. Además, el alemán estuvo muy perdido a la hora de leer movimientos entre líneas de jugadores como Gerard Moreno, Yeremy Pino o incluso Coquelin. Para colmo, tampoco fue el mejor partido de Ferland Mendy por banda izquierda, ni en ataque ni en defensa, y el despropósito fue completo.
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Ahí empezó a perder el Real Madrid un partido clave que después quedaría marcado por la actuación arbitral. El propio Ancelotti reconoció en rueda de prensa que habían sabido defender mucho mejor en campo contrario que en el suyo propio y es que la defensa fue el mayor quebradero de cabeza del italiano.
Sin hacer un partido brillante, el conjunto de la capital sí pudo mantener un duelo peleado de tú a tú ante un espléndido Villarreal, sobre todo en la primera parte. Tanto es así que estuvo a un suspiro de sacar un empate e incluso algo más ya que, tras el gol de Benzema de penalti, muchos daban a los blancos como vencedores.
No fue el mejor partido de Modric, Tchouameni, Valverde o Kroos, pero los integrantes de la medular mantuvieron el tipo y el juego no se resintió. Siempre y cuando la defensa conseguía sacar la pelota por abajo encontrando alguna mínima fisura en el muro amarillo. Y en ataque, Karim Benzema volvió a hacer un partido notable, en cercano a su versión estelar de 2022, más presente eso sí en la elaboración que en la definición. De hecho, marró su mejor ocasión, la que después quedó invalidada por el penalti de Foyth que él mismo transformó.
El galo orquestaba y Vinicius, al espacio, era quien definía. Pero el brasileño tuvo la pólvora mojada y ahí estuvo la tercera clave de la derrota. El extremo de la 'Canarinha' dispuso de las mejores oportunidades de los blancos, pero no tuvo premio. En la primera mitad, un centrochut salido de sus botas fue sacado bajo palos por un excelente Albiol. Y al borde del descanso, se quedó solo delante de Reina en el área pequeña, pero la estrelló contra el cuerpo del veterano guardameta.
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Ya en la segunda parte, volvió a quedarse solo ante el portero español, pero no acertó a picarla con la calidad suficiente y su intentó se marchó alto. Eso sí, fue anulado por fuera de juego. Su última oportunidad fue un disparo peligroso desde el pico del área izquierdo ya en los minutos finales que se marchó desviado por poco cuando buscaba la escuadra. Lo intentó de todas las maneras, pero no le salió casi nada en un partido en el que tampoco estuvo excelso en el uno contra uno. Aunque al menos provocó el penalti.
Las famosas manos, la fragilidad defensiva tras el experimento de Ancelotti y los fallos de Vinicius de cara a gol provocaron la primera derrota del año. Pero el Real Madrid no debe quedarse estancado en un mal resultado, sino que tiene la obligación de corregir los fallos y reponerse porque el próximo miércoles espera el Valencia con la disputa del primer título del año: la Supercopa de España.