Quedan todavía catorce jornadas para que La Liga termine, pero el camino se le está poniendo muy cuesta arriba al Real Madrid en esta competición. Los blancos no pudieron pasar del empate en su visita al campo del Real Betis y, pese a que dejaron una buena imagen y tuvieron ocasiones más que suficientes como para haber ganado, lo que dice la clasificación es que la brecha con el Fútbol Club Barcelona se ha abierto ya hasta los 9 puntos.
Aunque parezca mentira, no hubo goles después de 90 minutos trepidantes de fútbol en el Benito Villamarín. Lo que no faltó fue ritmo, intensidad y ocasiones para los dos equipos, unos ingredientes que se materializaron en un espectáculo precioso de contemplar.
El partido fue un correcalles. Frente a frente dos equipos que necesitaban ganar, que no tenían ningún tipo de complejos y a los que les gusta más el fútbol de ataque que el defensivo. Por eso, el encuentro fue un regalo para los espectadores aunque solo faltara la guinda de algún gol.
Quien lo intentó más, especialmente en la segunda mitad, fue el Real Madrid, pero los blancos fueron incapaces de encontrar el camino del gol y seguramente se dejaron algo más de media Liga en Sevilla. Ya son 9 los puntos que separan a los blancos del FC Barcelona, una renta demasiado grande, viendo el momento de resultados de unos y otros, como para pensar en reducirla.
Sin tregua
En el Benito Villamarín se juegan partidos de fútbol de los de verdad, de esos en los que no hay tregua y en los que hay que exprimirse hasta la última gota de sudor. Fue así desde el minuto 1 hasta el 90, con dos equipos que querían ir a por el contrario y que no querían especular. El ambientazo en las gradas dio paso a un choque frenético y precioso al que el Betis entró con el pie derecho.
Un primer lanzamiento de Ayoze avisando a Courtois fue solo el preludio de lo que estaba por venir. No tardó en poner la réplica el Real Madrid con un lanzamiento de falta de Benzema que se coló por la escuadra de la portería de Bravo y que se convirtió en el primer gol del partido. Eso sí, fue solo durante unos segundos, porque tras la revisión de VAR quedó claro que el balón tocó en la mano de Rüdiger, que estaba en la barrera, y desvió la trayectoria.
Tras este intento frustrado, el Real Madrid volvió a sacar esa cara en la que le cuesta mucho poner en apuros a los rivales. De hecho, cerró la primera parte sin ni un solo tiro entre los tres palos, más leña después de la impotencia del partido de la Copa del Rey ante el Barcelona. Camavinga, que estaba siendo de lo mejor, vio la cartulina amarilla en el ecuador de este primer tiempo y eso condicionó al francés durante el resto del encuentro.
Había espacios por todos los rincones del césped y los dos equipos podían correr, un paraíso para este tipo de equipos a los que les encanta lanzarse arriba sin complejos. El tiempo pasaba volando entre tanta ida y vuelta, como si el partido estuviera roto ya desde el inicio. Vinicius hacía daño por su banda, y Ruibal más de lo mismo por aquel costado para el Betis.
Rodrygo le ponía mucho vértigo y movilidad al juego del Real Madrid, y suya fue una jugada de fantasía en la que se asoció con Benzema pero que no pudo culminar el brasileño. La bola se fue a córner, y tras ese saque de esquina Valverde rozó el larguero con un zapatazo terrorífico que se asemejó mucho a los que enchufaba al inicio de la temporada.
Vinicius, después de un pase de la muerte de Camavinga, tuvo en sus botas seguramente la ocasión más clara de la primera mitad, mientras que Ruibal y Sabaly lo intentaron para los andaluces sin suerte justo antes del descanso.
Un partido trepidante
Cuando al fútbol se juega con intensidad, sin interrupciones y aprovechando los espacios, este deporte se convierte en un juego precioso. Eso pasó en la primera parte y eso sucedió también en la segunda. Los futbolistas no acusaron el cansancio en el regreso de los vestuarios y durante muchos minutos de palpó un voltaje altísimo en el césped del Villamarín.
A los pocos segundos de la reanudación, Ruibal avisó de manera muy seria y obligó a Courtois a intervenir con una meritoria intervención. El Real Madrid aceptó el reto, así que se puso manos a la obra para buscar la réplica. Vinicius hizo de las suyas, apuró línea de fondo y encontró en su pase atrás a Benzema, que con su disparo cruzado obligó a Bravo a estrenar los guantes.
Era un intercambio de golpes mayúsculo y sin cuartel, así que la siguiente le tocaba al Real Betis. Borja Iglesias cazó un balón dentro del área, pero Courtois achicó de una forma prodigiosa y sacó una mano salvadora que evitó el gol del Panda. En todo esto, apenas habían pasado ocho minutos de la segunda parte.
Valverde lo intentó otra vez desde lejos y Ruibal volvió a hacer daño por su banda para demostrar que el Betis tenía sus opciones. Sin embargo, hasta ahí llegaron los de Pellegrini, porque la gasolina comenzó a escasear en su reserva. El tramo final fue de dominio blanco, y además el Real Madrid empezó a terminar las jugadas con mucha asiduidad.
Rodrygo lanzó a las nubes desde el punto de penalti y Ceballos tuvo una oportunidad inmejorable para haber adelantado a los blancos con un disparo que se marchó lamiendo el poste. Vinicius y hasta Nacho de cabeza intentaron derribar el muro de Bravo sin éxito.
Desde ahí hasta el final fue prácticamente un asedio. El Real Madrid lo siguió intentando hasta el final y merodeó el área constantemente, pero Bravo no tuvo que ensuciarse más los guantes y los de Ancelotti, a quien le costó de nuevo mover el banquillo, se dejaron una porción muy importante de La Liga en el Benito Villamarín.