Real Madrid y Manchester City dejaron un partido para el recuerdo en la ida de semifinales de la Champions. Dos de los transatlánticos del fútbol europeo y mundial fueron los protagonistas de un encuentro vibrante y lleno de alternativas que acabó con empate a uno. Noventa minutos repletos de tensión y emoción que tendrán su continuación el próximo miércoles.
Sin duda, dos de los nombres propios del partido fueron Carlo Ancelotti y Pep Guardiola. Dos de los técnicos más laureados de la historia se citaron de nuevo en una partida de ajedrez. Una más tras la vivida la pasada temporada en la misma ronda de la Champions. Y de la que nuevamente salió ganador el italiano, a pesar no poderse llevar la victoria final.
Lo cierto es que Ancelotti supo jugar sus cartas a la perfección, utilizando sus alternativas para darle la vuelta a un partido donde estaban llamados a ser dominados por el conjunto inglés. El técnico del Real Madrid dio con la tecla tras un inicio dubitativo e hizo que su equipo luciese a su imagen y semejanza. Esto le hizo llevar el peso del encuentro desde la mitad de la primera parte y durante gran parte de la segunda, sometiendo a su rival y anulándole gracias a sus decisiones. Una serie de maniobras que pusieron en jaque a Guardiola y que le dejaron sin respuesta alguna.
El buen hacer de Rüdiger frenando a Haaland, que hasta el momento se había mostrado intratable en Champions, la capacidad del Madrid para anular a los 'cerebros' del City, el planteamiento realizado con Luka Modric o Eduardo Camavinga o la gestión de los cambios sirvieron para que el conjunto blanco ganase, al menos, en sensaciones.
El Real Madrid supo maniatar al City tras unos primeros minutos marcados por la actividad de los de Guardiola. El cambio llegó con el paso de los minutos con ese "compromiso" al que alude su entrenador y que, curiosamente, suele aparecer al unísono en las grandes citas. A partir de ahí, la sala de máquinas blanca comenzó a carburar y la de los ingleses acabó cortocircuitándose.
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Rüdiger, un bastión contra Haaland
Los focos del Santiago Bernabéu empezaron enfocando a esa bestia goleadora llamada Erling Haaland. El jugador noruego del City se había hinchado a marcar goles en Europa, había anotado 12 tantos en solo nueve partidos, y estaba destinado a repetir en la portería de Thibaut Courtois.
Con la ausencia de Militao sobre el terreno de juego al cumplir ciclo por cartulinas amarillas, Rüdiger tomó la responsabilidad de parar al espigado delantero del City. Dicho y hecho, pues las apariciones de Haaland fueron más bien escasas, ya que la figura del central alemán fue prácticamente una prolongación del afamado goleador.
Nunca se sintió cómodo el '9', incapaz de recibir ante la presencia de Rüdiger y las constantes ayudas de sus compañeros. Un ejemplo de ello fue en uno de sus primeros contactos con el balón en el área blanca. Con el defensor pegado a él y, sin margen de maniobra, apareció un fantástico Toni Kroos para arrebatarle el esférico. Una tónica que se repitió a lo largo de los noventa minutos.
Rüdiger se convirtió en una extensión de Haaland. Iba a cada lugar al que iba el delantero y lo que empezó siendo una amenaza se acabó diluyendo para quedar reducido a la mínima expresión. Un trabajo fantástico del zaguero que recibió su merecido reconocimiento.
De hecho, Haaland acabó como el jugador de los 22 titulares que menos veces entró en contacto con el balón (solo en 21 ocasiones). Incluso los porteros de ambos equipos, Courtois (43) y Ederson (29), dieron más toques al esférico que el jugador noruego.
Para colmo, la única ocasión en la que el City consiguió combinar por dentro con él y lograron superar el escollo del central alemán, apareció rápido y veloz Alaba para taponar un disparo cuando lo tenía todo para batir a Courtois en la segunda parte. Un duelo que, gracias al planteamiento de Ancelotti, consiguieron salir vencedores una y otra vez.
Modric y Camavinga, al alza
Otra de las batallas se planteaba en el centro del campo. Con eléctrico inicio, el City se hizo con el dominio en los primeros instantes. Con el paso de los minutos, las pequeñas apreciaciones de Ancelotti hicieron acto de presencia y dieron más poder al Real Madrid, agazapado hasta ese momento y resistiendo las embestidas de los ingleses.
Dos jugadores se destacaron sobre los demás y fueron Modric y Camavinga. Tanto uno como otro dieron un paso adelante y comenzaron a liderar la sala de operaciones. Guardiola no encontró respuesta ante eso y, fruto de ello, fue su escasa presencia en las jugadas por dentro. El entrenador del Manchester City prefirió optar por las bandas, destacando la izquierda con Grealish para evitar confrontaciones directas ante la guardia madridista. El peso en los ingleses de los creadores de su equipo como Bernardo Silva o Gundogan pasó más bien desapercibido a lo largo de los noventa minutos, pues apenas se tuvo noticia de ellos. Una inoperancia fruto del buen trabajo de desactivación del técnico italiano.
La inteligencia de Modric y las aportaciones de Camavinga, a pesar de que jugaba en el lateral izquierdo, hicieron que su equipo fuese ganando enteros. Hizo que le diesen la vuelta a lo visto en los primeros instantes y que el Real Madrid impusiese su ritmo, para jugarse a lo que querían los pupilos de Ancelotti. Las dudas que había con el estado físico del croata quedaron completamente disipadas, puesto que jugó casi los noventa minutos.
La templanza e inteligencia de Modric se unieron con las cabalgadas y arrancadas de Camavinga, mezcladas con ese ímpetu de irse hacia arriba. Una combinación que fue la generadora del gol de Vinicius. Ese control del croata para luego combinar con el francés, que protagonizó una cabalgada hasta cerca del área rival, terminó con un disparo soberbio del brasileño para hacer el primero del partido.
Una tónica que se refrendó en la segunda parte gracias al buen hacer de los dos y del equipo en general. En esos 45 minutos, a pesar de recibir un gol en contra por un fallo en la salida del balón de Camavinga, el Real Madrid demostró tanto por ocasiones como dominio que mereció al menos llevarse el empate. Al menos, los xG (goles esperados) demuestran que los de Ancelotti, atendiendo a las estadísticas, fueron ligeramente superiores.
Ancelotti vence a los cambios
Uno de los aspectos claves que suelen marcar los partidos son los cambios. Guardiola no movió el banquillo en ningún momento y Ancelotti, acostumbrado a hacerlo en la recta final de los partidos, sí que lo hizo. Ahí, el italiano volvió a ganarle la partida a su rival. Las variaciones tácticas se convirtieron en protagonistas cuando el partido estaba a punto de terminar.
Esto decantó la balanza para el Real Madrid. El conjunto blanco, gracias a esa oxigenación en todas sus líneas, estuvo a punto de marcar un par de goles en la recta final. Marco Asensio entró por Rodrygo en el ataque, Tchouaméni entró por Kroos en el medio y Nacho hizo lo propio con Modric, provocando que Camavinga pasase a la medular.
Estas variaciones causaron un fuerte efecto sobre el terreno de juego del Santiago Bernabéu y se demostró que Ancelotti acertó dando entrada a esos futbolistas. El dominio de los blancos fue total y, fruto de ello, llegaron las ocasiones para Benzema y Tchouaméni. Especialmente clara fue la del centrocampista, al que solo una espectacular intervención de Ederson hizo que se le negase el gol.
Mientras tanto, Guardiola permanecía impertérrito en el banquillo del City, incapaz de encontrar la solución a sus problemas. Sin reacción alguna y viendo cómo su homólogo le dejaba sin respuesta alguna, a pesar de la larga plantilla y los supuestos jugadores cargados de calidad.
En esa situación y ante el cortocircuito de su rival, Ancelotti volvió a dejar plasmado sobre el terreno de juego que todavía tiene mucho que decir en esta Champions. En menos de una semana, habrá una segunda parte sobre el césped del Etihad Stadium, pero el italiano ya ha ganado la primera.