Llegó en el verano de 2005, se fue en el de 2021. La casa de Sergio Ramos durante nada más y nada menos que 16 temporadas fue el Santiago Bernabéu. Allí dio sus primeros pasos vestido de blanco, se labró un futuro, se ganó el cariño incondicional de la afición, levantó títulos y se convirtió en leyenda.
Por eso, volver como un extraño, con la camiseta de otro equipo (por mucho que sea el del otro club de su vida) a ese lugar donde vivió tantas cosas iba a ser algo muy especial para él. Su presencia no pasó ni mucho menos desapercibida y se encontró con el cariño de toda aquella gente que durante una década y media se vio representada en su esfuerzo.
Es cierto que sin grandes alardes, pero Ramos tuvo su momento en el Bernabéu. Cuando el speaker pronunció su nombre por la megafonía en el momento de dar la alineación del Sevilla, hizo un parón voluntario para que la afición que se congregaba en el recinto blanco le aplaudiera.
Después, sobre el césped, los amigos y las carantoñas quedaron aparte, pero aún así hubo momentos en los que tuvo algún guiño de complicidad con alguno de sus excompañeros, como con Toni Kroos.
El resultado en lo deportivo no fue precisamente bueno para el central. El Sevilla perdió y sigue su particular camino tortuoso en esta temporada tan irregular. Seis puntos separan a los hispalenses de los puestos de descenso. En lo otro, en lo sentimental, seguro que fue un día muy especial para el capitán sevillista.
Los momentos previos
Esta jornada 26 de La Liga era una fecha que Sergio Ramos marcó a fuego en cuanto se conoció el calendario. Desde que se marchó del Real Madrid de una forma además más o menos discreta tras no renovar su contrato allá por el 2021, todavía no había vuelto a pisar el Santiago Bernabéu.
Lógico, teniendo en cuenta que durante dos temporadas jugó en el París Saint-Germain y que era mucho más complicado coincidir con el Real Madrid en un partido oficial. Sin embargo, este pasado verano, con su regreso al Sevilla, el reencuentro parecía inevitable salvo por motivos de fuerza mayor como una sanción o una lesión.
Ramos no se lo quería perder por nada del mundo y, en efecto, no faltó a la cita con su otra casa. Con el gusanillo en el estómago entró en las entrañas del Santiago Bernabéu saludando a varios rostros conocidos con los que compartió anécdotas y vivencias durante muchos años.
[Ilia Topuria hace el saque de honor en el Santiago Bernabéu en el Real Madrid-Sevilla]
Esta vez no tomó el camino del vestuario local, ese que todavía se conoce al milímetro, sino que se fue al visitante, con el resto de sus compañeros del Sevilla. Eso sí, el cariño de la que durante 16 años fue su afición lo notó desde el primer instante.
Seguro que todavía con los nervios a flor de piel saltó al césped para realizar ejercicios de calentamiento cuando aún faltaba mucha gente por llegar al Bernabéu. Dio igual, porque ahí recibió ya su primera ovación, un gesto que devolvió también con un atento aplauso hacia la grada.
Ya poco antes de saltar al terreno de juego, el túnel de vestuarios se convirtió en un lugar inmejorable para repartir saludos y abrazos a todos aquellos que durante tanto tiempo fueron sus compañeros de vestuario. Lunin, Nacho, Valverde, Mendy, Kroos, Vinicius... Con todos gestos muy cariñosos.
El resto lo pusieron los aficionados cuando el Bernabéu ya estaba lleno a reventar. El speaker hizo un inciso cuando pronunció el nombre de Sergio Ramos a la hora de recitar la alineación del Sevilla y la ovación del respetable duró varios segundos. El público se puso en pie y hasta se pudieron ver camisetas del Real Madrid con el '4' de Sergio Ramos a la espalda.
En el césped
Sobre el terreno de juego, las cosas no le fueron tan bien al sevillista. No tanto en lo personal, sino más bien por el aspecto colectivo y el resultado que se dio tras el golazo de Luka Modric.
Sergio Ramos actuó como hombre libre en la defensa de cinco jugadores que planteó Quique Sánchez Flores en el Santiago Bernabéu. Lo cierto es que el engranaje defensivo del conjunto hispalense funcionó muy bien y cortocircuitó durante muchos minutos el ataque del Real Madrid.
Ramos se sintió cómodo jugando tan arropado y vio de cerca el gol que le anularon a Lucas Vázquez por la falta previa de Nacho en el origen de la jugada. Tuvo un buen gesto además, tratando de calmar a Toni Kroos en una protesta exagerada hacia el árbitro para evitar que el germano tuviera peores consecuencias.
Eso sí, en la segunda mitad la zaga sevillista estuvo mucho más exigida porque el Real Madrid apretó de forma intensa. Durante algunos instantes encerró al Sevilla en su área y ahí Ramos tuvo que tirar de galones para incentivar a los suyos. No pudo, sin embargo, evitar el golazo de Luka Modric desde fuera del área. Una obra de arte imparable.
Precisamente con el croata se fundió en un precioso abrazo al final del encuentro. Dos leyendas del Real Madrid en el césped del Santiago Bernabéu. 37 y 38 años, la conexión mágica de Lisboa, fundida en un abrazo el día de la vuelta de Sergio Ramos al Santiago Bernabéu.