¿Existe la eyaculación femenina? ¿Crees haberla tenido alguna vez?
Ana M. Ángel Esteban
Este fin de semana me planteaba una amiga una experiencia curiosa: "Ana, ¿las mujeres eyaculamos?". Y a ver, ¿te has planteado alguna vez, seas hombre o mujer, si las mujeres eyaculamos? Como siempre, hago hincapié en que vosotros y nosotras somos muy distintos en necesidades y tiempos. Y soy mujer.
A ambos nos gustan los juegos, aunque en general somos nosotras quienes más los necesitamos para conseguir una buena adherencia a la situación y más excitación, equivalente a la que vosotros conseguís con tan solo imaginar sexo. Caricias, besos y tocamientos de forma suave y estratégica hacen que nuestro placer sexual, con o sin orgasmo, sea ¿indescriptible?
Miradas, risas y complicidad en la cama forman un cóctel explosivo de sensaciones que te llevarán a alcanzar hasta lo que (a veces) ni te esperabas. ¿Una eyaculación femenina? Pues sí, nosotras también eyaculamos, aunque de forma un poco distinta a los hombres. Muy pocas lo conseguimos y no digo conseguir como un fin, sino conseguir como obtener, porque no es tan fácil. Cuando hablamos de eyaculación la imagen mental que se nos viene es la de la expulsión, en un hombre, del semen, líquido blanquecino y algo denso que se produce cuando hay mucha excitación y acompañando siempre a un orgasmo.
Existe en la vagina el punto G (zona G como ya describí en otro artículo) y cierta cantidad de terminaciones nerviosas que aunque no nos vayan a producir un orgasmo, sí van a incrementar muchísimo la excitación. Muy cerquita de la vagina y también de la uretra y de la vejiga, hay una zona glandular que se llama de Skene. Al hacer una penetración vaginal con los dedos (dos dedos ideal) no muy profunda e inclinándolos hacia arriba, a unos 5 cm, detrás del hueso del pubis, nos encontramos con la zona del punto G y con esta glándula, que al estimularla comenzará a llenarse de un líquido transparente compuesto de ácido cítrico, aminoácidos y un poco de urea por la proximidad a la uretra, conteniendo por tanto también líquido vesical (de la vejiga, no de la vesícula) al estimular indirectamente la vejiga.
Realmente esta composición podríamos aprovecharla como tratamiento ¡antiarrugas e hidratante! Qué joyita tenemos, gratis, además del placer, que también nos cambia la expresión. Entonces, la estimulación de esta zona para tener una eyaculación nosotras ha de hacerse como he dicho, con la introducción de dos dedos de forma rápida y con inclinación hacia arriba. Esto produce la estimulación del punto G, vibraciones indirectas al clítoris y la estimulación de esta glándula de Skene que se traducirá en la expulsión de ese líquido, que NO ES PIS, y en grandes cantidades, llegando a empapar la cama. No te asustes ni te avergüences si te ocurre... ¡qué suerte!
Esto no tiene por qué ir acompañado de un orgasmo como en los hombres, y si tenemos un orgasmo, éste no tiene por qué ir acompañado de una eyaculación. Lo ideal, masturbación del clítoris y penetración manual y estimulación de esta zona para que el cielo esté más cerca. Este concepto de eyaculación femenina solo comparte con el hombre la expulsión de un líquido, a veces, según la manipulación, y que es independiente del orgasmo. Si siempre tenemos un orgasmo, que no es obligatorio tenerlo, no garantiza que eyaculemos porque ambos resultados, orgasmo y eyaculación, se consiguen por vías distintas, aunque sumatorias en el placer (El orgasmo y la penetración van por caminos distintos). Esto sólo se produce de forma excepcional y con el tipo de práctica que he descrito. Produce mucho placer, pero un placer distinto al del orgasmo, otro placer más. En el orgasmo es imprescindible la intervención del clítoris, siempre, siempre.
Así que la eyaculación femenina existe, pero como concepto distinto al que tiene que ver con la eyaculación masculina. Según esto, parece que las mujeres somo un polvorín, y ¿cómo es posible que teniendo tantas posibilidades de placer seamos tan vagas en el sexo? Pues las hormonas, la monotonía, la falta de deseo y de atracción... y no tener al sexo dentro de la lista de prioridades. (El primer objetivo y casi el único de la sexualidad: Disfrutar)
Por cierto, en muchas mujeres la sensación que produce esta estimulación, parecida a la de tener ganas de hacer pis (por la estimulación vesical indirecta), les hace cortarla e inhibir ya todo placer posterior, incluido el de tener un orgasmo. Y aunque intentéis vosotras mismas hacerlo dentro del momento de la masturbación, no es fácil aunque no imposible. ¡Mejor compartir con alguien “hábil” que además te bese, te abrace y te haga sentir la reina que eres!
Ana M. Ángel Esteban. Psicóloga Clínica, Sexóloga.
Clínica del Rosario. Toledo. 615224680
ARTÍCULOS ANTERIORES DE LA MISMA AUTORA
La eterna pregunta: ¿Existe el punto “G”?
El desamor como actor de amor hacia tu pareja