Últimamente existe la tendencia a plantearse las vacaciones en la pareja por separado. Digo que existe la tendencia, porque todo parece que va por modas, antes de que nadie se atreva a plantear abiertamente al otro la preferencia o la necesidad de irse de vacaciones solo o por su cuenta con otras personas.
Las vacaciones tan deseadas por todos, no sólo como forma de viajar sino también como periodo para desconectar del trabajo y viajar, para relajarse, para prestar más atención a otras cosas o personas y para hacer actividades gratificantes que durante el resto del año no son posibles.
Ya sabemos también que la época de verano, y las vacaciones más concretamente, suelen ser, en muchas parejas, el detonante para una separación antes o después del paréntesis vacacional. Junio y Septiembre-Octubre. En unos casos anticipando que “no soporto” sus manías, sus preferencias, “sus”..., y en otros porque “este verano ya se ha colmado el vaso y no aguanto más”. En vacaciones se comparte mucho más tiempo juntos y a veces en algunas parejas saltan chispas. Por eso lo de plantearse las vacaciones por separado o conjuntas de forma voluntaria y pactada, o por el contrario de forma obligatoria. En los casos en los que no se coincide en las vacaciones al mismo tiempo, hay que tomar la decisión de "aquí me quedo porque tú no puedes” y a saber qué sentimiento conllevará esa decisión, o por el contrario “vale, yo me voy por mi cuenta”, y a saber también qué emoción se producirá en el que se queda. Tenemos dos opciones: o “se la guardan” al otro o se quedan encantados solos. Muchas veces viene bien un respiro del otro. Si todo ello se habla con sinceridad y claridad no tiene por qué suponer ningún problema.
Podríamos encontrar en viajar de forma independiente el equivalente de relación en “parejas abiertas”. En estas circunstancias está todo hablado, acordado, ambos no quieren limitarse en la individualidad de conocer, compartir, disfrutar y mantener sexo con otras personas, sabiendo que la pareja sigue siendo la misma. Este tema es largo e interesante y del que hablaré en otro artículo.
Que estén “de moda” las vacaciones por separado libera psicológicamente a muchas personas de la “culpa” de querer y atreverse a plantear un viajecito de forma independiente.
Los factores que facilitan y empujan a veces a que se planteen las vacaciones pactadas y sean posibles son :
Posibilidades económicas que permitan hacer varios viajes, cada uno por su lado.
Tener actividades de ocio distintas también hace que se tienda a buscar la ocasión para poder hacerlas ya que estando en pareja se limita uno mismo por no poder practicarlas y al otro por tener que aguantarlas.
La confianza es importantísima. No queremos irnos solos para no estar con la pareja porque es la ocasión para liberarnos de ella y no aguantar otras vacaciones “como las que me dió el año pasado”, ni para buscarnos rollitos sexuales. Necesitamos de vez en cuando disfrutar con nosotros mismos y con otras personas; la independencia, la individualidad, la autocomplacencia. Sin sexo con otros, porque no somos una pareja abierta, y esto no significa ni ser egoístas ni no querer a nuestra pareja. La excusa de que llegan las vacaciones y mis amigos hacen escapadas y yo quiero hacerlas también… para huir del otro, significa que hay un problema de pareja y que en estas circunstancias, lo de irse solo, va a agravar bastante la convivencia. Esto genera desconfianza, celos….
La dependencia emocional es una circunstancia psicológica que hace bastante imposible realizar vacaciones por separado. “Necesito estar contigo para sentirme bien”, y en cuanto se da una situación de posible separación temporal podemos encontrarnos con todo un arsenal de conductas manipuladoras por parte de la persona dependiente, como hacerse la víctima, aunque en realidad se sienten muy mal por miedo al vacío que experimentan y al abandono si su pareja conoce a otra persona.
Hay situaciones en las que cuando ya hay un conflicto de pareja, o peor, un conflicto de pareja por una infidelidad, y uno espera que lleguen las vacaciones para irse juntos y “resolver”, y alejarse de la situación problemas, vemos que las expectativas pocas veces se cumplen.
Irnos nunca resuelve el problema que llevamos a todos partes en la cabeza.
Las posibilidades en las parejas que deciden irse o huir de la realidad cuando están mal son varias también: que se vayan juntos y se den cuenta de que la relación está rota, que se vayan y prácticamente solo tengan sexo (uno con sentimiento y con la esperanza de recuperar la relación y otro que lo haga solo como un acto puramente físico), o que decidan que es mejor estar separados ese tiempo de vacaciones para “poder pensar”. Yo casi siempre lo que veo en los pacientes que vienen por estos problemas de pareja es que cuando dicen que “quieren pensar” o “que se están agobiando”, lo que realmente quieren decir es: “quiero perderte de vista, quiero poder quedar libremente con la otra o con el otro”. Es una situación de aprovechamiento emocional del que va a ser dejado y éste se “somete” en general a los deseos del otro para intentar evitar la ruptura. Uffff, se llegan a tolerar cosas humillantes. Otras veces el que pide tiempo para pensar quiere estar solo de verdad, pero cuando hay una situación emocional nueva, dentro de uno mismo, es difícil pensar con objetividad.
Pero volviendo al tema general de las vacaciones en las parejas, vemos que muchas veces sirven para unir, fortalecer la relación si ya de por sí es buena, porque se intensifican actividades y emociones para compartir. Si se decide que sean por separado también fortalecen a la pareja si se han pactado honestamente y con convencimiento de ambos.
Las vacaciones obligadas juntos u obligadas por separado, suelen poner de manifiesto problemas de base tanto de la pareja como psicológicos individuales.
Así que antes de irse de vacaciones y si pasamos por malos momentos, quizás sea mejor quedarse en el entorno de seguridad y pedir cita con el psicólogo, porque “otras vacaciones así….” uffff.
Ana M. Ángel Esteban. Psicóloga Clínica, Sexóloga. Toledo. 615224680
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