"Lía con tu pelo un edredón de terciopelo que me pueda guarecer, si me encuentra en cueros el amanecer... no te quedes con las ganas de saber cuánto amor nos cabe de una sola vez”. Así empieza la letra de la canción 'Lía', y es ideal para iniciar una noche de amor, una noche de sexo... ¡y hasta un artículo!
En general, quienes están más preocupados por “su eficacia y rendimiento sexual” son los hombres. Muchísimos me preguntan “cuántos polvos serían los ideales en una noche”, cuánto debe aguantar un hombre. Cuántas veces quieren ellos y cuántas pueden. Cuántas veces queremos y necesitamos nosotras. Qué ingredientes deben incluir nuestras noches de pasión. Y, como siempre digo, hombres y mujeres somos muy distintos en las manifestaciones y necesidades sexuales.
Voy a referirme en todo momento a una pareja estable y con buena relación. Una noche de pasión no es cualquier noche, y no de sexo como protagonista sino de amor con el sexo de acompañamiento. No es solamente hacer el amor sino desear al otro ya antes de iniciar cualquier contacto. Y, si se está enamorado, ¿cuánto amor nos desborda en esa vez? Una noche con pasión es experimentar la intensidad multiplicada de las caricias, de los besos interminables, de las miradas dulces, de las palabras al oído, de los “te quiero y te deseo como a nada”, de recorrer el cuerpo del otro con la boca sintiendo su sabor característico que te incita a morderlo con la lentitud y suavidad de un mosdisquito de placer. Es sentir al hacer sentir. Abrazarse se convierte en algo básico porque hace sentir muy seguro y querido al otro, y abrazar expresando sentimientos puede llegar a aumentar la excitación si aún estamos en momentos de máxima tensión sexual, que por supuesto, a estas alturas de la noche, está en su máxima necesidad de ser liberada.
Para no romper esta magia tan, tan bonita, sobre todo para nosotras, tan, tan emocionales como somos, es importante no sentir que tienes que tener un número determinado de relaciones sexuales (por cierto, mal asociada a haber penetración como indicativo de relación sexual completa). No es necesario tener un número determinado de orgasmos y ni siquiera es necesario tener un orgasmo, aunque la situación, ¡sí o sí!, lo va a producir en esas condiciones de pasión.
Los hombres os preocupáis muchísimo por vuestro desempeño sexual: "Que no se me baje, que ella disfrute (que tenga un orgasmo es la traducción), tengo que echar más de uno...". Y así suma y sigue, creando algo artificial de algo tan bonito y estupendo para nosotras como es todo lo que acabo de describir. El pene siempre en su justa importancia (iba a decir medida, pero hubiésemos creado otra interrogante).
Nosotras podemos tener múltiples orgasmos si eso le preocupa a alguien. Incluso, si estamos tan excitadas que queremos más, solo hay que seguir estimulando el clítoris para tener un nuevo orgasmo, y otro, y otro... El límite lo ponemos nosotras cuando el cansancio de tanta movilización muscular lo decida. Hay veces que sentimos una sensación de dificultad para respirar y dolor de cabeza que se debe a estar casi hiperventilando con respiraciones poco profundas durante el jadeo y la excitación previa a los orgasmos.
Nuestro máximo placer está en los juegos sentidos y en las caricias previas a una masturbación por parte de nuestra pareja. Zonas erógenas como el pecho, costados, cuello, lóbulo de la oreja, cara interna de los muslos y zona baja del abdomen, rozando solo con las yemas de los dedos, bajando hacia el pubis y acercándose peligrosamente, sin llegar, al clítoris. Lo mismo para ellos, porque esas magníficas sensaciones también les gustan mucho y, por desgracia, pocas mujeres se “entretienen” en estimular y dar un placer previo, así de sensual, a su pareja. ¡A ellos también les encanta! Hacedlo también por vosotras, claro. Aunque hay un matiz: una mujer es más probable que se exprese con él así si hay amor auténtico, si está enamorada, si no es egoísta.
Los roles amatorios parece que hacen exclusivo en ellos la capacidad y obligatoriedad de jugar con nosotras así y excitarnos. Algunos, mucho hombres, también se saltan estos previos indispensables para nosotras y para, en un futuro, no empezar a sentirnos muñecas de placer para ellos. Pues eso, JUEGOS muy importantes. A ellos les subimos al cielo si también nos expresamos jugando. Es cierto que cuantos más juegos con ellos, más excitación acumulada, con lo que a la hora de hacer la penetración el tiempo hasta eyacular será más corto. ¡Pero eso no nos importa! O no debería importarnos, porque la penetración no es lo más importante al hacer el amor.
¿Y cuántas veces puede un hombre en una noche? Entre comillas, las que quiera, pero hay que tener en cuenta que ellos, entre eyaculación y eyaculación, necesitan un periodo de recuperación que suele ser entre 10 y 20 minutos durante los que se pierde la erección. Y vuelta a empezar, pero también teniendo en cuenta que cuántas más penetraciones, eyaculaciones y repeticiones sexuales haya, más dificultad para tener una nueva erección y más dificultad para mantenerla y volver a penetrar. Ellos se sacian biológicamente antes y es más difícil repetir más de dos veces. Bueno, y tampoco es necesario, ¡pobres!
Objetivo: DISFRUTAR, como sea, pero con amor y pasión infinitamente mejor. Hoy es viernes y podría ser perfectamente un viernes de PASIÓN... ¡La que quepa en una noche!
Ana M. Ángel Esteban. Psicóloga Clínica, Sexóloga.
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