El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, compareció este sábado ante los medios de comunicación para ofrecer un discurso que se antojaba capital para España. No en vano, se cumple la primera semana de confinamiento de la población y los fallecimientos se han incrementado de forma preocupante en las últimas horas, pero en su intervención hubo momentos en los que se desvió en cuestiones triviales para la ciudadanía en un momento crucial de la crisis. Con todo, una cosa quedó clara en su mensaje, entonado por una voz que en ocasiones transmitió inseguridad y temor: "Lo peor está por llegar".

Sánchez dedicó buena parte de su intervención a mostrar su gratitud a los servicios públicos, en especial a los que están trabajando de forma directa en la contención de esta crisis: los sanitarios y los efectivos de seguridad. Asimismo, también elogió el papel de la ciudadanía, cuya respuesta "está siendo modélica" en el "seguimiento ejemplar de las normas de confinamiento".

Sin embargo, para explicar el grado con el que la población está cumpliendo con el deber que se le ha encomendado, el presidente se perdió en ejemplos de escasa enjundia en los momentos en los que se encuentra el país. La disminución del consumo de queroseno, la reducción de desplazamientos o el aumento de datos móviles utilizados por la ciudadanía fueron algunas de las comparaciones empleadas por Sánchez para ilustrar la respuesta que ha tenido el estado de alarma.

Sobre la mesa están las terribles cifras de infectados y muertos que se han registrado en las últimas horas en España, que ya acumula 1.326 fallecidos según el parte del Ministerio de Sanidad de este sábado. Al respecto, apareció el presidente del Gobierno con un mensaje demoledor: "Lo peor está aún por llegar y debemos recibir el impacto de la ola más dañina, que pondrá a prueba todas nuestras capacidades".

Insistió especialmente el presidente en que ahora España está siguiendo al pie de la letra las directrices "de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de los expertos internacionales". Unas medidas que se llevan advirtiendo desde hace semanas desde estos organismos especializados y por las que han recibido críticas, debido a la tardanza con la que se han aplicado en el país, que cumple justo este sábado una semana en el grado de aislamiento necesario para contener la propagación del virus.

Pendiente de los bulos

Sánchez también tuvo tiempo en su discurso para salir al paso de las críticas. Precisamente, tras una jornada en la que se ha criticado con fuerza la gestión de esta crisis por parte de su Gobierno, tanto en las redes sociales como mediante caceroladas desde los balcones, el presidente ha insistido en la necesidad de "no difundir bulos, porque nos hacen más débiles en la lucha contra el virus".

Lo cierto es que la crítica está centrándose tanto en la tardanza de la respuesta del Estado como en la debilidad de las medidas adoptadas. Sánchez indicó en un primer momento que "son las medidas de confinamiento más duras de Europa y del mundo", aunque posteriormente se corrigió diciendo que "son de las más duras del mundo".

Evidentemente, el listón lo marcan las respuestas dadas por China, que en los últimos días está viendo el final del túnel después de dos meses de batalla con medidas más exigentes. A la pregunta de cuánto tardará España en encontrarse en ese punto, teniendo en cuenta que sus actuaciones son más laxas, Pedro Sánchez se mostró esquivo: "Espero que sea cuanto antes", zanjó sin precisar una fecha concreta, aunque indicó que "saldremos siendo más fuertes".