Una de cada cinco personas diagnosticadas con COVID-19 durante la primera ola de la pandemia en España era profesional sanitario y, de esa cifra, el 77 por ciento eran mujeres, según revela un estudio liderado por el Centro Nacional de Epidemiología (CNE) del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII).
Publicado este jueves en la revista del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC), el trabajo revela que la mayoría de los casos no hospitalizados fueron mujeres, un 65,5 por ciento.
Mientras, los casos más graves fueron más frecuentes en los hombres y prueba de ello es que el 69 % de las camas de UCI estaban ocupadas por varones y representan el 56 % de las defunciones, según el estudio.
También pone de manifiesto que existen diferencias de sexo en los síntomas, con una prevalencia mayor de problemas gastrointestinales en mujeres y respiratorios en hombres.
Elevado impacto
Según el informe, los contagios comenzaron a disminuir progresivamente seis días después de implantarse el confinamiento en toda España el 15 de marzo hasta que tuvieron lugar las primeras medidas de relajación el 27 de abril.
Asimismo, constata el elevado impacto del patógeno en adultos mayores de 70 años y evidencia que los pacientes con enfermedad cardiovascular o renal crónica tuvieron mayor riesgo de complicaciones graves y de muerte por COVID-19.
En la investigación, los pacientes mayores de 80 años mostraron una probabilidad de morir 28 veces mayor que los menores de 40 años, lo que, según el ISCIII, confirma la idoneidad de implantar estrategias de prevención de COVID-19 en las residencias sociosanitarias.
A este respecto, el estudio evidencia que la letalidad aumentó drásticamente con la edad: fue inferior al 0,5% en los menores de 40 años; al 23% en el grupo de 70-79 años; y al 62% en los mayores de 80 años.
Hospitalización
El estudio demuestra también que el 45,4 % de los positivos de la primera ola requirieron hospitalización; el 4,5 % fue admitido en UCI; el 11,9 % falleció; y que el 95 % de los decesos con COVID-19 tenían al menos una enfermedad subyacente.
El ISCIII concluye que los resultados manifiestan la necesidad de aumentar la capacidad diagnóstica de COVID-19 y que los factores de riesgo señalados en el estudio resultan útiles para las estrategias de priorización de cara a la campaña de vacunación.
Por último, destaca que una vigilancia continua de la enfermedad es crucial en la situación actual para proporcionar la mejor información posible a la hora de guiar a las autoridades regionales, nacionales e internacionales en el control de la pandemia.
Coordinado por epidemiólogos e investigadores del CNE y del CIBER de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP), la investigación analiza datos de los 218.652 casos confirmados de COVID-19 por PCR notificados por las comunidades autónomas entre el 31 de enero y el 27 de abril a la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (RENAVE).