La Real Fundación Toledo que fundó Gregorio Marañón Bertrán de Lis hace más de treinta años ha cumplido una función social y ciudadana fundamental en la capital castellano-manchega. Tras una época de grandes logros en la que los Reyes de España presidían su gala anual de entrega de premios, la Fundación ha tenido momentos de altibajos pero sin perder su función como faro y vigía en la defensa del patrimonio histórico y cultural de la ciudad. Sus presidentes y directores generales han marcado, como no podía ser de otra manera, su trayectoria, siempre inspirada por la experiencia y el buen hacer de Marañón y de los miembros del patronato, que preside en la actualidad Xandra Falcó.
En estos momentos la Real Fundación parece tomar fuerza volviendo a ser uno de los motores de la cultura toledana y reafirmando su condición de liderazgo en la defensa del patrimonio, hasta el punto de abanderar en cierta forma la lucha a favor de la recuperación del Tajo a su paso por la ciudad, que es también la lucha por mantener la esencia de su historia y de sus monumentos arquitectónicos y naturales. No hay mayor monumento que el río, ni tampoco tan deteriorado.
La presencia de un ambientalista y naturalista como Eduardo Sánchez Butragueño al frente de la dirección general de la Fundación ha hecho posible el nuevo proyecto de la entidad, consistente, nada más y nada menos, que en registrar de manera ininterrumpida, el estado del Tajo a su paso por la ciudad, con una cámara web instalada en su sede de Roca Tarpeya. Este proyecto, que cuenta con el patrocinio de la Fundación Soliss, persigue mostrar "el maltrato constante del río", han explicado los promotores.
Esta cámara, a modo de Gran Hermano de la naturaleza, conectada y accesible a todo el mundo durante las 24 horas del día, todos los días del año, en la página web de la Real Fundación de Toledo, "pretende ser un sencillo, pero eficaz, observatorio permanente del estado del río", tal como ya ha informado EL DIGITAL CLM.
Enfocada al icónico Puente de San Martín, registrará el aspecto del "maltratado río de manera constante para que cualquier habitante del planeta pueda ver al instante el color de sus aguas, la presencia o ausencia de espumas y su caudal, el cual se podrá estimar en función de la altura de la lámina de agua sobre referencias fijas como son los sillares del propio puente, rocas de la orilla o el azud".
Roca Tarpeya y la Fundación a la que acoge serán testigos "del cumplimiento o incumplimiento de los caudales ecológicos del Tajo, de la recuperación o no de la calidad de sus aguas y, como se espera, del proceso de reintegración del río dentro de dinámicas naturales razonables como elemento esencial del paisaje cultural de Toledo". Esto es lo que se llama una Fundación viva.