A primeros del pasado mes de noviembre recibíamos en la Asociación Manuel Azaña un mensaje por correo electrónico, procedente de una sociedad productora audiovisual, en demanda de información, para un documental sobre la cárcel de mujeres de Amorebieta en Vizcaya, durante el franquismo. Hasta ahí todo normal, quiero decir que son frecuentes los mensajes que recibimos de este carácter, de investigadores o historiadores, que trabajan en el ámbito de lo que se ha dado en llamar Recuperación de la memoria. En la provincia de Toledo, farolillo rojo en investigaciones de la represión franquista, y más aún en lo referente a exhumaciones de fosas, la entidad que presido es la única que trabaja en esas tareas, junto a tres o cuatro más en la Comunidad de Castilla la Mancha, autentico páramo memorialista, en buena parte debido a la equidistancia, cuando no hostilidad, que el gobierno regional mantiene hacia cualquier atisbo de dignificación de las víctimas del franquismo.

El mensaje de los responsables del documental tiene origen en la sorpresa que tuvieron, al constatar que un buen número de las presas, de los años cuarenta, presuntamente vascas, en la prisión de Amorebieta, resulta que no eran tales sino toledanas. Les había sorprendido la enorme cifra de mujeres procedentes de pueblos de Toledo internas en aquella siniestra prisión, que cumplían condenas por los delitos como “auxilio a la rebelión”, vale decir por su lealtad a la República, y por haber militado en un partido político de izquierdas o en un sindicato de clase. Para que se haga una idea el lector, de la dimensión de esta presencia manchega en las cárceles vascas en aquellos años, y por poner un ejemplo, de las cuarenta presas fallecidas en la citada prisión de Amorebieta, durante aquellos años, resulta que nueve eran toledanas, naturales de pueblos como Tembleque, Quero, Villacañas, Orgaz, Nambroca o Corral de Almaguer; esta cifra supone más del veinte por ciento entre las finadas, en la mayoría de los casos por las pésimas condiciones de aquellas cárceles.

Cuando recibimos el mensaje de la productora del documental, en el que hemos colaborado en todo lo que hemos podido, no hacía aún un mes que habíamos finalizado un largo proceso de investigación de la llamada Fosa de Abril, en la localidad toledana de Tembleque, y que culminó con la entrega de los restos a sus familiares, el pasado día 14 de octubre, una vez realizadas las pertinentes pruebas con rigor científico. A lo largo de las entrevistas, y del examen de documentos, tomamos contacto con la realidad de la cruenta represión sufrida, a partir de 1939, por un gran número de mujeres, enviadas a prisiones a centenares de kilómetros de sus pueblos de origen, por lo que iniciamos otra investigación, aún no concluida, y de cuyos pormenores damos cuenta en el siguiente artículo.

Temblequeñas en Amorebieta (noviembre 1940-marzo 1941)

Mujeres toledanas en cárceles vascas, un ejemplo de represión familista

La finalización oficial de la Guerra Civil en abril de 1939 no supuso la paz para los españoles. Los vencedores del conflicto armado vivieron y celebraron los años de la victoria, y, para los perdedores, sobrevino una feroz represión organizada y planificada, que se prolongaría durante casi cuarenta años de interminable dictadura. Los defensores de la II República fueron sometidos durante un largo periodo de tiempo a distintos tipos de violencia física, económica, política y cultural, por haber defendido un nuevo orden social, una sociedad diferente basada en valores democráticos emergentes, que el franquismo se encargó de someter y eliminar.

Junto a los fusilamientos masivos del enemigo ideológico, los diferentes tipos de violencia confluyeron en lo que se ha venido en llamar el sistema punitivo franquista: campos de concentración, batallones de trabajadores, batallones disciplinarios de soldados trabajadores, colonias penitenciarias y cárceles. La muerte en aplicación de sentencia no libraba de la persecución económica, que en caso de ser fusilado o de morir en prisión, sufría la familia. Además de vivir estigmatizados y perseguidos de por vida. Las cárceles del Nuevo Estado permanecieron llenas de presos políticos, y también presas desde el inicio de la sublevación militar, hasta la finalización del régimen totalitario franquista.

En este artículo vamos a tratar de acercar a los lectores la violencia ejercida por el régimen franquista sobre un grupo de mujeres del municipio toledano de Tembleque, en base a dos documentos hallados de manera casual, mientras estudiábamos la fosa común de los desaparecidos forzados del mencionado municipio manchego, sita en el Cementerio de San Isidro. Una fosa común que, como bien dice y define Alfredo Saavedra, concejal del Consistorio temblequeño, coautor de este artículo y de la investigación llevada a cabo sobre la denominada Fosa de abril de 1939, podríamos considerar: “una cuneta dentro de un Cementerio”.

Durante nuestro estudio de la Fosa de Tembleque, incluido dentro del Plan Cuatrienal de Exhumaciones llevado a cabo por la Secretaría de Estado de Memoria Democrática (SEMD), aparecieron otras víctimas de la represión franquista. Ocultas y olvidadas, pero igualmente masacradas por la represión sistemática, ejercida a través de la jurisdicción militar de los sublevados, una vez acabada la Guerra Civil: las mujeres republicanas.

La memoria de las mujeres de Tembleque represaliadas por el franquismo surge desde el anonimato y la discreción de un segundo plano, injustamente minimizadas, escondidas tras las tragedias que sufrieron sus maridos, sus hijos,... sus familias. Las historias de las mujeres represaliadas de Tembleque que aquí narraremos están ligadas, sobre todo a su instinto de supervivencia y a la necesidad de sobrevivir a la barbarie a la que fueron sometidas y que superaron.

Durante las entrevistas realizadas para documentar la fosa común del Cementerio local aparecieron, de forma inesperada, una canción referida a la Prisión Central de Mujeres de Amorebieta y una foto, que titulamos: Temblequeñas en Amorebieta.

A través de estos dos documentos, ubicamos a un gran número de mujeres de fusilados y desaparecidos forzados de esta localidad manchega, cumpliendo condena en cárceles franquistas. En concreto, al menos veinte de ellas “posaron juntas” en el patio de la cárcel de Amorebieta, entre el 3 de noviembre de 1940 y el 31 de marzo de 1941. Fechas que datan temporalmente esta foto recuperada para la memoria, realizada con motivo de celebrar el bautismo y la primera comunión de Andrea Corps Fernández, la joven de 29 años que aparece en el centro de la imagen, flanqueada por dos mujeres, que formaban parte del personal del establecimiento penal.

Este hecho, la aparición de estos documentos, cambió nuestro enfoque sobre la represión que el franquismo llevó a cabo en Tembleque de manera sustancial. Nos puso ante la tesitura de ampliar el foco de nuestra investigación, a pesar de estar centrada en el estudio de la Fosa de abril de 1939. Comenzamos a ver y a considerar que la represión franquista en Tembleque seguía un plan, con un objetivo definido y evidente: la eliminación y el control de los núcleos familiares de los desafectos al Movimiento Nacional, no sólo de los hombres. La represión franquista en Tembleque perseguía un fin y conllevaba un mensaje más perverso y retorcido: la eliminación y el control de aquellas familias que habían defendido valores democráticos emergentes, generados desde la inauguración de la Casa del Pueblo en la localidad, con bastante anterioridad a la instauración de la II República en abril de 1931.

Comenzamos a considerar y definir la represión franquista en Tembleque como represión familista.

Un documento sonoro, reflejo de un lugar muy lejano: Amorebieta

En una de las encuestas abiertas realizadas a los familiares de las víctimas de la Fosa de abril de 1939, una de las entrevistadas, Angelina González Santiago, entonó una canción de manera espontánea. Un documento sonoro que nos sorprendió, que hacía referencia a la población vizcaína de Amorebieta, situada en el Norte de la península, a 495,6 kilómetros de Tembleque.

Canción

Amorebieta, Amorebieta prisión,

donde encierran (a) las mujeres.

Y les dan de desayuno,

agua teñida …, ¡si tienen!

Así dice la cancioncilla recuperada a modo de hito cultural o survival, que alude a la prisión de Amorebieta. Un recuerdo cristalizado en el tiempo, reflejo de la represión punitiva franquista en los penales del Norte, situados en el País Vasco. En concreto, a la Prisión Central de Mujeres ubicada en Amorebieta. Lo curioso del asunto es que ha sido recogida en Tembleque, provincia de Toledo, en diciembre de 2021, por el equipo de investigación de la Asociación Manuel Azaña, durante el proceso de estudio de una fosa común lejos de donde surgió y aparentemente descontextualizada.

La Prisión Central de Mujeres de Amorebieta fue un recinto penal habilitado como prisión, en funcionamiento desde 1939 hasta 1947. Al comienzo, durante 1939 y 1940, fue Hospital de Sangre. Desde 1940, comienza a funcionar como Prisión Central de Mujeres. Por este recinto penitenciario, construido inicialmente para albergar un seminario a principios de los años 30, pasaron más de 1200 mujeres en cumplimiento de sus condenas.

El hambre, el hacinamiento y las malas condiciones de salubridad eran las señas de identidad de la Prisión Central de Mujeres de Amorebieta.  Las propias reclusas llamaban a esta Prisión, “el cementerio de las vivas”, según testimonios recogidos en el libro de Ascensión Badiola Ariztmuño, “Individuas Peligrosas. La Prisión Central de Mujeres de Amorebieta (1939-1947)”, editado por Txertoa, en 2019.Sobre el hambre en Amorebieta, además de la canción recuperada durante nuestro proceso de documentación de la fosa común de Tembleque, haciendo referencia a la mala y escasa comida que daban en ese recinto penal, sabemos que siendo director de la Prisión Antonio Rodríguez Alonso, en 1942, las penadas deciden no levantarse de los petates para ir a desayunar. Llevan a cabo una huelga de hambre, en protesta por la falta de alimentación adecuada. Una huelga de hambre espontanea, nacida de la necesidad, sin organización interna, ni dirección política. Existen numerosos testimonios sobre las duras condiciones de vida a las que se sometía a las presas políticas en el frente de penales del Norte de España, especialmente en Saturrarán y Amorebieta.

Gracias a esta pequeña joya antropológica, a modo de estribillo, comprobamos también el inesperado destino que tuvieron muchas mujeres de la provincia de Toledo, alejadas de sus familias, encerradas en cárceles del País Vasco, a partir de primeros de marzo de 1940. Un destino sin duda lejano e inesperado.

Con la aparición de la fotografía que hemos titulado: Temblequeñas en Amorebieta, comprobamos cómo un buen número de mujeres de Tembleque tuvieron un destino común y siguieron un itinerario penal similar.

Temblequeñas en Amorebieta

El destino quiso que 20 mujeres de Tembleque fueran juzgadas el mismo día, en el mismo juicio. El Consejo de Guerra Permanente Nº 7, en sesión celebrada en la plaza de Lillo, Toledo, agrupa en la misma sentencia a 20 mujeres temblequeñas, según consta en los Sumarios del Archivo General de la Defensa, con condenas que iban desde los 6 a los 30 años de prisión.

En cuanto a su itinerario. Estas veinte mujeres de Tembleque tuvieron una trayectoria penal común: Campo de Concentración de Tembleque, Campo de Concentración de Lillo, Prisión Municipal de Lillo, Reformatorio de Adultos de Ocaña, Prisión de Mujeres de Durango o de Saturrarán y/o Prisión de Amorebieta.

Tanto el Juicio Sumarísimo Urgente Militar, como el itinerario y el destino penal de estas veinte mujeres, condenadas por delitos políticos, fueron comunes. Pareciera que su destino estaba marcado y debían recorrerlo juntas, desde que en abril de 1939 fueron detenidas y conducidas a la denominada Cárcel de Tembleque (Identificado como Campo de Concentración Temporal, por Carlos Hernández Miguel, en su libro: “Los Campos de Concentración de Franco”, en funcionamiento entre el 28 de marzo y el 9 de mayo de 1939).

La fotografía, que hemos titulado: “Temblequeñas en Amorebieta”, viene de la misma fuente documental que la canción que transcribimos al comienzo de este artículo, la familia González Santiago. En concreto, de Rosario y Angelina González Santiago,. familiares de dos de las protagonistas de la foto. Son hijas de Gregoria Santiago Fernández y nietas de Felicia Arriba Pinardo, esta última, suegra de Gregoria y madre de Ángel González Arriba, uno de los desaparecidos forzados identificados, tras la exhumación de la Fosa de abril de 1939.

Identificación de las mujeres de Tembleque

Según consta en los expedientes penales analizados, todas ellas fueron trasladadas el día 13 de noviembre de 1940 a la Prisión de Amorebieta, formando parte del contingente de 220 reclusas que llegaron desde la Cárcel de Mujeres de Durango. Hemos identificado en la imagen a algunas de las mujeres de Tembleque: Ascensión Fernández Lillo (nº1), Desideria Álvarez Martín (Nº2),  Juliana Novillo Bueno (Nº 3), Teresa Crespo Vega (Nº 4), Personal Prisión (Nº5), Andera Corps Fernández (Nº 6), Personal Prisión (Nº 7), Sin Identificar (Nº 8), Sin Identificar (Nº 9), Carmen Martín Pérez (Nº 10), Sin Identificar (Nº 11), Felicia Arriba Pinardo (Nº 12), Custodia López Serrano (Nº13), Piedad Muela (Nº14), Sin Identificar (Nº15), Casimira Fernández Pinardo (Nº16), Sin Identificar (Nº17), Gregoria Santiago Fernández (Nº18), Hipólita Hellín Rodríguez (Nº19), Francisca Rico Díaz (Nº20), Josefa Fernández Pinardo (Nº21), Sin Identificar (Nº22), Sin Identificar (Nº23), Consuelo Fernández de las Heras (Niña) (Nº24) y a Consuelo de las Heras Calvo (Nº25).

Faltan por identificar en la fotografía: María Antonia Moreno Martín, (fallecida el 1 de mayo de 1942, de septicemia), Isabel Rodelgo Plaza, Concepción Castillo Redondo, Pilar Carrero Rodelgo y Rafaela Novillo Bueno. Sabemos por sus expedientes penales que se encontraban en Amorebieta durante el periodo de tiempo en el que fue tomada la fotografía.

Encarcelar a estas mujeres, procedentes de la provincia de Toledo, en los penales del Norte, tenía como finalidad aplicarles un doble castigo. El cumplimiento de su pena de prisión, que ya era lo suficientemente duro, y el desarraigo y el aislamiento que producía la lejanía de sus pueblos, nadie podía ayudarlas, ni acompañarlas, ni podían tener contacto directo con sus hijos o padres u otros familiaes. Esta lejanía suponía un plus añadido a su condición de penadas políticas, con consecuencias de difícil calificación y cuantificación.

De las 20 temblequeñas internadas en Amorebieta, tres eran solteras,  cuatro eran viudas con anterioridad al estallido de la Guerra Civil; una de ellas, Pilar Carrero Rodelgo, estaba casada con Ruperto Rodelgo Plaza, Alcalde republicano de Tembleque y miembro destacado del Partido Socialista y de la FETT-UGT, que consiguió exiliarse en Francia; pero la gran mayoría de nuestras protagonistas, nueve en total, eran viudas como consecuencia de la represión ideológica llevada a cabo por el Nuevo Estado, después de finalizar la Guerra Civil, bien por fusilamiento tras Consejo de Guerra, en Lillo o en Ocaña, bien como desaparecidos forzados, en la fosa local de Tembleque. Sólo tres de las veinte penadas continuaban casadas. De las cuatro que enviudaron con anterioridad al estallido del conflicto armado, dos habían perdido a alguno de sus hijos, fusilados como consecuencia de la represión. Y una de ellas, tenía a uno de sus hijos en la cárcel. Durante el año 1941, las penadas por excitación a la rebelión, diez en total, salen de la cárcel, en cumplimiento de la mitad de sus condenas. La mayoría son desterradas a Valencia.

El Censo de Reclusas de la Prisión Central de Mujeres de Amorebieta de 1945, que se encuentra en el Ayuntamiento de Amorebieta y que incluye Ascensión Badiola en su libro, Individuas Peligrosas, Anexo 2, recoge aun, un total de 411 mujeres cumpliendo condena. De ellas, 35 mujeres eran originarias de la provincia de Toledo. Todas ellas cumplían condenas de larga duración. Por esas fechas, todavía tres de las treinta y cinco toledanas inscritas son de Tembleque: Casimira Fernández Pinardo, Amparo Martínez Esteso e Isabel Rodelgo Plaza. Las tres cumplían condenadas de 30 años de prisión, por Adhesión a la Rebelión. Amparo Martínez e Isabel Rodelgo habían perdido a sus maridos, fusilados. Amparo en Lillo, en 1939, e Isabel en Ocaña, en 1940. Sólo el marido de Casimira seguía vivo.

Dos temblequeñas más fueron condenadas a 30 años, Consuelo de las Heras Calvo y María Antonia Moreno Martín. A pesar de cumplir penas de larga duración, ninguna de las dos aparece en el Censo de la Prisión de 1945. Consuelo era viuda de Baltasar Fernández Pinardo, desaparecido forzoso identificado mediante pruebas de ADN entre los cuerpos exhumados de la Fosa de abril de 1939. Había vuelto a Tembleque antes de ser realizado el Censo del 45, por haber sido eximida de su condena por prescripción médica, padecía latirismo y estaba prácticamente inválida e incapacitada para trabajar. Su hija la acompañó durante su vida penal. Es la niña de la foto de Temblequeñas en Amorebieta. Su nombre, Consuelo Fernández de las Heras.

Otro de los Anexos de Individuas Peligrosas, el Anexo 4, incorpora una la relación de las cuarenta y dos mujeres y seis niños y niñas, fallecidas en la prisión durante el período entre 1939 y 1947. De las fallecidas, nueve mujeres eran originarias de la provincia de Toledo. Y una de ellas procedía de Tembleque, María Antonia Moreno Martín, muerta el día 1 de mayo de 1942, a la edad de 65 años, de septicemia. Era una de las cinco mujeres de Tembleque que cumplían condenas de larga duración. Viuda desde 1923, uno de sus hijos, Anselmo Corps Moreno había sido fusilado en Lillo antes de finalizar el año 1939.

El periplo común de estas veinte mujeres acaba en 1941. A lo largo de ese año, las condenadas por excitación a la rebelión, diez en total, consiguen la libertad condicional. La mayoría de nuestras protagonistas optaron por pasar su destierro en Valencia, en libertad vigilada, hasta cumplir sus sentencias y poder regresar a Tembleque.

Para concluir

La represión franquista en Tembleque fue especialmente dura. La podemos definir como represión familista, por cuanto afectó de manera concreta, específica y sistemática a los cónyuges de los núcleos familiares cercanos a la Casa del Pueblo de la localidad. En la mayoría de los casos estudiados eran afiliados al Partido Socialista, (que contaba con una Agrupación Local con 500 afiliados en 1938) y prácticamente todos eran miembros de la Federación Española de Trabajadores de la Tierra, de la UGT. Todos los núcleos familiares afectados por la represión franquista participaban en la Cooperativa de Consumo creada en la Casa del Pueblo de Tembleque, “la Cope”, para cubrir los periodos de carestía por la falta de jornales, entre recolección y recolección. Una Cooperativa de consumo que llegó a abastecer a la práctica totalidad de los jornaleros del municipio.

Esta represión afectó a aquellas familias en las que se defendía una nueva cultura política y sindical, cargada de valores democráticos y republicanos que se venía fraguando con anterioridad a la implantación de la Segunda República, en abril de 1931. La represión franquista intentó acabar con los hogares del enemigo ideológico; intentó destruir las familias de los afectos a la República en Tembleque de una manera sistemática. A la mayoría de los hombres los fusilaron o los asesinaron impunemente, a sus mujeres las encerraron en prisión dejando en precario la supervivencia de estos hogares, que quedaban en manos de abuelas, abuelos u otros familiares, incluso en ocasiones, los hijos e hijas de los represaliados quedaron a cargo de la generosidad de voluntariosos vecinos. Sin apenas protección social, más allá de la beneficencia o de la “buena voluntad” de los vencedores.

Las consecuencias de esta represión familista llevada a cabo por el franquismo fueron terribles para los hijos de las familias represaliadas. Sus vidas estuvieron marcadas por un futuro incierto. Huérfanos, sin ingresos ni protección, carentes de educación, abocados al trabajo esclavo desde niños, y a veces a la mendicidad.

Es posible que la foto, Temblequeñas en Amorebieta, sea quizás el único recuerdo físico común que guarden de aquel periplo vital juntas las mujeres represaliadas de Tembleque. A pesar de que esta imagen pueda correr el riesgo de ser observada y tratada sólo como un souvenir macabro del sistema punitivo franquista, para nosotros, como historiadores y documentalistas de la Memoria, la aparición de esta imagen ha supuesto un antes y un después en la consideración de la represión que el franquismo y el auto denominado Nuevo Estado aplicaron en el toledano municipio de Tembleque, llevándonos a concluir que la represión ideológica franquista en esta localidad toledana tuvo un marcado objetivo familista.

Isabelo Herreros Martín-Maestro, Joaquín Iborra Ortega, Alfredo Saavedra García e Ignacio Cabello Cabello.

Equipo de Investigación de la Asociación Manuel Azaña