El Cazalegas se ha clasificado para la Copa del Rey tras derrotar al Noblejas con un gol en el descuento (2-1). De entrada, Fran Sánchez dispuso su innegociable 4-4-2, con un cambio significativo en el once inicial dando entrada a José Manuel en el lateral derecho y relegando a Nombela al banquillo.
A ello se le unía el retorno de Talyson tras cumplir el partido de sanción. Desde el pitido inicial, los cazalegueños se lanzaron a por el partido y Rober tendría la primera tras un centro de José Manuel al primer palo que salvaba el guardameta Torre dando así comienzo a su particular recital bajo palos.
A la segunda que tuvo el ariete granota, tras descarga en medio campo de Borja Escoredo habilitando a Álvaro Gil el cuál serviría para Rober, balón a la jaula y ventaja al minuto siete de encuentro. Todo se ponía de cara para los locales.
Sin embargo, el gol tuvo un efecto contrario al esperado. El CD Noblejas tomó el mando del encuentro y se hizo con el control del mismo bajo la batuta de Bazuaga, que movía a los suyos desde la medular para ir poco a poco apretando a los locales. Tras un aviso en forma de disparo desde media distancia que salía alto llegaría una seria advertencia motivada por una indecisión en la zaga cazalegueña, con Raúl Calvo a media salida y deteniendo sobre la misma línea del área un disparo mientras la parroquia visitante reclamaba que el portero granota lo había hecho fuera del área.
No hubo muchas más ocasiones claras de gol en la primera mitad, que se marchó al vestuario con la sensación de que aún quedaba mucho por escribirse en la historia del partido y, sobre todo, de que el CD Noblejas aún no había dicho su última palabra.
Segunda parte
La segunda mitad salió mucho más movida y entretenida que el primer acto, con muchas llegadas al área, y la sensación de que cualquier cosa podía pasar en cualquiera de los dos lados. Volvía a avisar Bazuaga con un disparo desde fuera del área que saldría ligeramente desviado. Contestaba Chumi tras un centro de Rubén Rivera y era el propio capitán el que, al saque de una falta, se quedó a escasos centímetros de ver portería pues su lanzamiento salió lamiendo el palo derecho de la portería de Torre.
De nuevo el “siete” granota la tendría, pero su disparo se acabaría estrellando en el lateral de la red. Acto seguido, Chumi se citaba en un mano a mano del que Torre saldría airoso con una magnífica intervención.
En el intercambio de golpes, le tocó atacar al CD Noblejas. En un pase milimétrico de Bazuaga a la espalda de José Manuel, el extremo visitante pondría un centro para que Aguirre, inapelable, pusiera el empate en el electrónico y el pase, momentáneo, a la Copa del Rey. La afición visitante enloquecía mientras la parroquia local parecía entrar en estado de shock y empezaba a reencontrarse con viejos fantasmas no muy lejanos en el tiempo.
No era la tarde de Rubén Rivera. El capitán cazalegueño erraba un mano a mano frente a Torre, que volvía a salir victorioso del envite. El portero continuaba con su particular exhibición y sacaba un guante imposible a un remate inapelable de Riza a la salida de un córner. En el otra área, en una contra vertiginosa, Raúl Calvo metía una mano abajo para enviar a córner y para salvar la eliminatoria cuando la grada había contenido la respiración.
Y, si hace un par de semanas una expulsión había jugado un papel decisivo en contra del CD Cazalegas-Ebora Formación, en esta ocasión, la roja directa a Abraham por agresión a Chumi iba a espolear a los cazalegueños.
Y, lo que es el fútbol. Lo que hace quince días el descuento le había arrebatado al CD Cazalegas, este domingo le regaló una de las mayores alegrías de la temporada. Pasaban más de cuatro minutos del tiempo reglamentario. Ollero, sensiblemente mermado en lo físico tras un encontronazo, subía a cazar el centro desde la esquina. Un balón que vuela, Ollero que se levanta majestuoso, y el cabezazo del central granota ya forma parte de la historia del club.
Con el tanto, se desató la locura en la afición, la frustración en la visitante y el partido terminaría unos minutos después en los que nada se jugó, pero que iba descontando minutos y segundos de forma agónica.