"Tú puedes ganar el Tour. Olvídate de luchar sólo por la montaña. Tienes capacidad para ganar el Tour". Esta frase que le dedicó el mito italiano Fausto Coppi a Bahamontes mientras comían migas pudo ser el punto de partida para que un día 18 de julio, hace 60 años, el Águila de Toledo lograse una hazaña sin precedentes en el ciclismo y en el deporte español: ganó el Tour de Francia 1959.
Ese punto de vista del 'campeonissimo' se cumplió en un año de grandes acontecimientos históricos en España. El presidente de Estados Unidos Dwight E. Eisenhower visitó España y el régimen de Franco inauguró la Basílica del Valle de los Caídos 20 años después del final de la guerra civil.España aún lloraba las 144 víctimas en el pueblo zamorano de Ribadelago al reventar una presa del Embalse de Vega de Tera y necesitaba alguna alegría para aquella sociedad dividida.
El 18 de julio, entonces la fiesta del Alzamiento Nacional, llegó un regalo desde París. Alejandro Martín Bahamontes, conocido como Federico porque así lo impuso su tío, se convertía en el primer gran héroe individual en la historia del deporte español.La prensa se volcó con el ciclista toledano, hijo de peón caminero que fue carpintero, segador, descargador de camiones de fruta y estraperlista. Un deportista de personalidad "muy suya", inconformista, con altas dosis de arrogancia.
El palmarés deportivo de España reflejaba como credenciales el gol de Zarra en 1950, los puñetazos de Paulino Uzcudun y las Copas de Europa del Real Madrid de Di Stefano.En aquella España de posguerra la sociedad apenas daba crédito a la hazaña de Fede. Le recibió Franco, quien le dijo en la recepción en El Pardo que tenía "que seguir poniendo la bandera española en las cumbres más altas".
Los periódicos también reflejaron detalles colaterales como el beso que su mujer, Fermina, dedicó al campeón en el Parque de los Príncipes de París. La esposa viajó a la capital francesa con una maleta y dos trajes confeccionados por una modista toledana.Para muchos, incluso para él mismo, Bahamontes era un genio, alguien sin igual. Sobre la bici, un implacable escalador capaz de ganar 6 veces el premio de la montaña del Tour, solo superado actualmente por el francés Richard Virenque, con 7 títulos.
El Águila de Toledo recibió su apodo de un periodista francés, en oposición a un rival y escalador de la época, el luxemburgués Charlie Gaul, conocido también como el Ángel volador.Se recuerda de aquel Tour del 59 que se competía por selecciones nacionales y también las disputas entre los corredores del mismo equipo. En el conjunto español no fue una excepción y fue célebre la polémica entre Bahamontes y Jesús Loroño.
Dalmacio Langarica, el técnico nacional, pensaba que Bahamontes podía ganar el Tour, pero lo complicado era convencer al toledano para que acatara sus órdenes sin rechistar."Si voy yo, no va Loroño". Y Loroño no fue. Eso resumía quién era el Águila dentro y fuera de la carretera. A partir de aquel triunfo las leyendas se fueron sucediendo, aunque a veces con dosis de fantasía. Una de ellas situaba a Bahamontes en el alto de un puerto comiéndose tranquilamente un helado, mientras esperaba al pelotón.
Muchas veces volcánico, cuenta Bahamontes que no ganó el Tour del 64 porque le traicionaron los españoles, pero al parecer se debió a que "no hizo caso a nadie" y dejó tirado a Julio Jimémez, con quien iba escapado. Según Fede, los españoles ayudaron a Anquetil.
Bahamontes, el campeón del Tour más veterano en vida, acaba de cumplir 91 años, reside en Toledo, donde una escultura ensalza su figura, y sigue dejando perlas cada vez que habla. Una enciclopedia de recuerdos, con él siempre como estrella principal. "Si yo tuviera el equipo de Induráin habría ganado siete Tours", asegura.La leyenda de Bahamontes como escalador traspasó el ámbito deportivo. La célebre película "Amelie" se hace eco del triunfo del Águila de Toledo en 1959 y la novela de Miguel Delibes "Cinco horas con Mario" también alude al ciclista.