Rafael Morán (Cuenca, 53 años) es uno de los titanes con historia propia en el desierto marroquí, donde cumple con un reto impensable hace poco tiempo, cuando pesaba 148 kilos y se asfixiaba al agacharse para atarse las zapatillas. Amenazado por la salud adelgazó 50 kilos y eligió el deporte como terapia.
Morán, debutante en la Titan Desert, cuenta ahora con un historial deportivo plagado de maratones y pruebas de ironman en triatlón. Hasta los 41 años no hizo nada de deporte, se podía tomar hasta 16 "cubatas" en una noche y para comer se zampaba, entre otras cosas, dos barras de pan.
"Mi mujer, que es pediatra, vio que tenía apneas, pesaba 148 kilos y me gustaba comer, de manera insana y comidas copiosas. Probé mi primera ensalada con 40 años, cuando decidí hacer deporte. Poco a poco empecé a correr, hice pruebas de 10 km, luego media maratón, maratón entero, con marca de 3.48 horas en Berlín", recuerda Morán, madrileño de adopción y ahora residente en Lanzarote.
Admite el titán que aquellos amigos que se iban con él de juerga por las noches ahora no se creen que sea capaz de correr maratones e ironman.
"Abusaba de los cubatas, comía mucha bollería, y en una comida normal me tomaba unos espaguetis, 2 filetes de ternera en bocadillo y una tarta entera de chocolate. Generaba tanta ansiedad que a las 3 horas otra tenía que comer otra vez".
Las úlceras y el colesterol desaparecieron con el deporte
Rafael recuerda que tuvo tres ulceras de estómago y el colesterol a niveles muy elevados, por las nubes, pero esas enfermedades desaparecieron a raíz de la practica de deporte organizada. Superó también una hemocromatosis (exceso de hierro), motivo por el que tuvo que ser sometido a una "sangría" al mes, una extracción de 1,5 litros de sangre.
Hace un año Rafael se compró una bici, le gustó y se apunté al Club de Las Rozas, donde empezó a preparar triatlones pequeños, luego olímpicos, hasta llegar al medio ironman y al completo.
"El deporte me organiza la vida física y mentalmente. Nunca hice bicicleta de montaña, pero decidí apuntarme con un amigo que además es mi entrenador. Me gusta Marruecos por sus contrastes y la Titan por la convivencia en el campamento, así que lo que me imaginaba lo estoy comprobando in situ", comenta.
Rafael, abogado de profesión, aunque después montó una tienda de triatlón y más tarde una empresa de alquilar inmobiliario, escribió un libro con su experiencias como deportista, "Iron for life", donde cuenta su cambio físico, sus experiencias en maratones y su transformación mental gracias al deporte y a una dieta equilibrada.
El nuevo Rafael Morán se entrena todos los días, nada 3 horas a la semana, corre 4 veces y los fines de semana los dedica a la bicicleta, ahora en Lanzarote, donde reside. Un titán que eligió eligió a tiempo la terapia adecuada.