La existencia de la economía sumergida es un problema de gran importancia, ya que genera competencia desleal entre empresas, distorsiona la medición de determinadas variables e incide negativamente sobre la recaudación tributaria, con efectos tanto en el corto como en el medio y largo plazo. Según un estudio del Instituto de Estudios Económicos (IEE) y la Confederación Empresarial de Madrid CEIM-CEOE, en la coyuntura actual, con elevados niveles de deuda y déficit públicos, reducir el peso de la economía sumergida debe ser una prioridad.

De acuerdo con este estudio, Castilla-La Mancha es una de las regiones españolas donde la economía sumergida tiene un mayor peso tan sólo por detrás de Extremadura (29,1%) y Andalucía (27,3%). En concreto, en nuestra región representa el 27,2% del PIB, 4,1 puntos por encima de la media nacional que es del 23,1%. Madrid (16,2%), junto al País Vasco (17,0%) son las que presentan menores niveles de economía sumergida, situación que se repite en el resto de estudios y para diferentes años. En el resto de regiones, la economía sumergida representa un 20,8% en Aragón; Asturias (24,3%); Baleares (23,2%); Canarias (26,1%); Cantabria (20,6%); Castilla y León (24,7%); Cataluña (23,0%); Valencia (24,8%); Galicia (23,9%); Murcia (24,6%); Navarra (18,0%); y La Rioja (22,6%).

En general, se destaca que los niveles de economía sumergida se pueden ver influidos, en cierta medida, por la estructura productiva de las regiones, siendo mayor en aquellas donde tienen un peso más destacado sectores económicos donde tradicionalmente puede haber una mayor economía sumergida, tales como la agricultura, el turismo y el sector textil, entre otros. Pero donde también son muy relevantes otros factores, como una menor fiscalidad, tasas de desempleo más reducidas, o un nivel de PIB más elevado, así como un mayor dinamismo en el crecimiento.

No obstante, apunta el estudio, la cuantificación de la misma siempre es una tarea complicada, dada su propia naturaleza, ya que no se declara y no es observable directamente, al menos en la gran mayoría de las situaciones, y su objetivo es, precisamente, escapar del control público. Los métodos para estimar la economía sumergida son, fundamentalmente, de tres tipos: mediante métodos directos, con encuestas y autorías de impuestos; con métodos indirectos, tanto monetarios como no monetarios; y con metodologías MIMIC (múltiples indicadores y múltiples causas).