El presidente de la Mesa Nacional del Ajo de ASAJA, Miguel del Pino, ha señalado a Efe que aún no es evaluable el número de hectáreas de ajo andaluz que podrían sembrarse "en Castilla-La Mancha o donde haya riego con pozos, que es más seguro que el riego en el Genil-Cabra o en el Guadalquivir", aunque cualquier traslado tendría consecuencias en la mano de obra agraria en la primera parte del proceso de producción, precisó.
La duda ha surgido a los productores del ajo de Montalbán, donde se cultivan desde cada septiembre unas 2.000 hectáreas, al tener solo asegurado el primer riego, el de la siembra, ya que "a partir del 31 de octubre se cortan todos los riegos", afirma Del Pino.
Será entonces cuando la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir decida "qué agua hay, para qué productos y cultivos, si no se le da agua a nadie o únicamente a los cultivos arbóreos para que no se estropeen o a la lechuga o al ajo, por ejemplo”.
"Ahí está el tema y el peligro para este año para el ajo", señala el dirigente empresarial, que apunta que "el dilema está ahora mismo en el la zona de riego del Genil-Cabra y en el Guadalquivir”, de donde se abastece la zona de Montalbán.
Buscan parcelas
Por eso, la mayor parte de la docena de grandes productores montalbeños están buscando parcelas que tengan garantía de abastecimiento de agua a través de pozos. Alguno ya la ha localizado sin tener que recurrir a salir de Andalucía, pero "es posible que muchos se vayan a la zona de La Mancha donde el agua es de pozo".
El presidente de ASAJA Córdoba, Ignacio Fernández de Mesa, hace una reflexión en el mismo sentido sobre la recién iniciada recogida de la almendra en la provincia, ya que "la falta de lluvias en esta campaña y las menores dotaciones de riegos hacen prever una menor producción de la inicialmente prevista”.
La fuga de la siembra del ajo afectaría a la primera fase de la mano de obra, la de la recogida. Cada campaña genera entre 400.000 y 500.000 jornales, para lo que se necesitan entre 2.000 y 3.000 personas, muchas de ellas concentradas en la recogida, un volumen que se verá en parte disminuido en Montalbán, que atrae empleo de otras poblaciones, ya que las cuadrillas que recogen el ajo de la tierra y lo cortan en el campo las forman entre cien y doscientas personas por plantación.
El resto del proceso, apunta Del Pino, no se verá perjudicado en la mano de obra porque la selección, empaquetado y distribución continuarán realizándose desde las instalaciones de empresas de Montalbán.
Superficies
La Encuesta sobre Superficies y Rendimientos Cultivos (ESYRCE) de 2020, que elabora el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, asigna a Andalucía 4.620 hectáreas sobre las 28.214 del total nacional, de las que 21.061 corresponden a Castilla-La Mancha.
Las últimas publicaciones por provincias de la Junta de Andalucía, de 2018 en el Anuario de Estadísticas Agrarias y Pesqueras, cifran en 5.488 las hectáreas de ajo cultivadas en la comunidad autónoma, de las que el 36,7 por ciento, 2.016, se sitúan en la provincia de Córdoba, y el 21,4, 1.173 hectáreas, en la de Sevilla, mientras que el resto están Granada (954), Málaga (708), Jaén (520), Cádiz (77), Almería (36) y Huelva (4).
En cuanto a la producción, Córdoba lidera la clasificación con 21.150 toneladas, seguida de Sevilla, con 14.663, Granada (10.874), Jaén (9.555), Málaga (8.291), Cádiz (939), Almería (344) y Huelva (34).
El dirigente de Asaja explica que los ajeros de Montalbán llegan a gestionar alrededor de 3.500 hectáreas, más del 60 por ciento del total andaluz, en las provincias de Granada, Málaga y Sevilla por la necesidad del bulbo del ajo de cambiar de terreno y de obtener lugares de siembra para cubrir su demanda.
La campaña anterior, asevera, fue de "una calidad excepcional, blanco y sin ningún problema", frente al problema que hubo por las lluvias en de Las Pedroñeras, la principal productora de España. Europa, y especialmente Italia, Francia, Inglaterra y Alemania, junto a Estados Unidos, Australia, Canadá y Marruecos, que "se lleva el ajo rojo pequeño" son los principales destinos, junto a Haití, donde la situación política ha impedido la exportación.