Con la crisis del coronavirus, la tinta ha dejado de correr durante casi tres meses a causa del confinamiento. Ahora, con el plan de desescalada aprobado por el Gobierno central, los estudios de tatuaje han vuelto a abrir sus puertas y la gente, además de volver a las ansiadas terrazas, también lo ha hecho a estos establecimientos.
Tattoo Toledo, uno de los estudios más populares de la ciudad ubicado en Puerta Bisagra, retomó su actividad el pasado 1 de junio, con el comienzo de la fase 2, y ya está funcionando a pleno rendimiento con las medidas de higiene y protección necesarias. Además de recibir a nuevos clientes, han tenido que reubicar a las más de 30 personas que tenían su cita para estas fechas pero que, debido al estado de alarma, no han podido tatuarse, por lo que están trabajando a destajo.
A pesar de que este tipo de centros siempre ha contado con altas medidas de protección e higiene, ahora el uso de mascarilla por parte de los clientes es obligatorio, así como el uso de gel hidroalcóholico antes de entrar y el empleo optativo de pantallas. Por su parte, los tatuadores también tienen la obligación de utilizar mascarilla y guantes, algo que ya hacían antes de implantarse este protocolo por parte del Ministerio de Sanidad. Además, como medida de prevención, se recomienda acudir sin acompañantes.
Alejandro Reyes, responsable de Tattoo Toledo, considera que "después más de dos meses de encerramiento en casa, la gente estaba deseando salir y tatuarse" y que "quien lo tenía en mente antes del confinamiento, ha querido hacerlo después". No obstante,señala que los tatuajes están cambiando mucho y "se ha perdido la alegría en los diseños".
Antes de esta crisis, "la gente se tatuaba cosas sin mucho significado con la intención de decorar su piel, como una flor de loto o cualquier dibujo original". Sin embargo, "ahora, la mayoría de personas prefieren alguna frase sentimental, nombres o retratos de familiares fallecidos e incluso objetos significativos de personas cercanas que han muerto". Según comenta Reyes, "hace unos días alguien quiso tatuarse una maquina de coser en recuerdo a un familiar fallecido a quien le encantaba la costura". Además, se están demandando mucho las coronas en relación al coronavirus por parte de aquellos que quieren dejar esta etapa grabada en su piel.
Aunque los diseños son muy variados, el tatuaje más curioso que se ha realizado en el estudio durante estos días ha sido el de siete chicos y dos chicas procedentes de EE.UU que han tenido que pasar el confinamiento en España y que han querido tatuarse el dibujo del COVID-19 con la fecha en la que llegó a España. Y, otro caso curioso, el de un chico que ha querido hacerse la cara de un ser querido fallecido dentro de la boca de un lobo.
Reyes lleva 25 años dedicándose al mundo del tatuaje y él mismo se encarga de realizar los bocetos a un 90 por ciento de sus clientes, que oscilan entre los 18 y los 60 años. Por suerte, cree que no tardará en recuperarse económicamente porque "el tattoo se ha convertido en una costumbre y cada vez es más la gente que da el paso de hacerlo".