La irrupción del vehículo eléctrico en España amenaza con la destrucción de 40.000 puestos de trabajo directos e indirectos en el sector de la automoción, hasta el año 2025, como consecuencia de la escasa presencia de una industria preparada para poder acoger la fabricación y mantenimiento de este tipo de vehículos.
Así se desprende de un estudio elaborado por UBS y publicado por el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo en su revista ‘Economía Industrial’, en el que avanza una penetración en España de 400.000 vehículos eléctricos puros e híbridos enchufables sobre un total de 1,2 millones de unidades vendidas, lo que representa una cuota de más del 33% para 2025.
A raíz de la alta penetración de los vehículos ‘verdes’, la estructura industrial española es vulnerable a los costes asociados a la electrificación del parque automovilístico.
Esto se debe a la ausencia de plantas de fabricación de baterías eléctricas y de semiconductores en el país, además de la alta exposición en España de los fabricantes de componentes, un sector que en un vehículo eléctrico pasará a tener menos peso, y que se une al potencial impacto económico en el negocio de los talleres, que podrían reducir hasta en un 60% su facturación, como consecuencia de las menores y menos sujetas a desgaste piezas de un eléctrico.
En concreto, el estudio concluye que la mayoría de las marcas españolas ha estado actuando de forma reactiva a la revolución eléctrica, quedándose claramente rezagadas respecto a los conglomerados asiáticos en la investigación y desarrollo de fabricación de baterías a gran escala.
Por ello, sin ningún plan específico para la instalación de grandes fábricas de baterías en España, el sector estará perdiendo más del 40% del valor añadido por cada vehículo que pase a ser eléctrico. Y, aunque se plantee la introducción de alguna fábrica, cuando entren en funcionamiento tendrán que competir con las de China y Corea del Sur, que en ese momento ya habrán adquirido un gran tamaño, mayor eficiencia y ya estarán suministrando a las principales marcas.
Además del impacto en el valor añadido, tanto en la fabricación de vehículos como de componentes, y de una posible reducción del empleo del 40% en los próximos seis años, el superávit comercial del sector de 10.000 millones de euros también podría reducirse en tres cuartas partes hasta 2025, por la necesidad de importar las baterías y componentes y por la pérdida de cuota de los vehículos de producción doméstica en las ventas totales en España.
Pese a todas estas consecuencias derivadas de la introducción del vehículo eléctrico en España por la escasa infraestructura en el país, el estudio refleja optimismo de cara al futuro de la electrificación de los vehículos en Europa, donde pronostica que pasarán de contabilizarse 3,1 millones en 2021 y a 16,5 millones en 2025.
También en lo que comprende a los costes de producción de uno de estos coches, el estudio espera que alcancen la total paridad con un vehículo convencional de combustión interna entre los años 2022 y 2025, algo que supondría un espaldarazo a la industria y estimularía su inversión.
Así, con unos costes de fabricación de baterías en descenso, la mejora de la química de sus células, de su densidad energética o el aprovechamiento de su economía de escala, junto con el bajo coste de mantenimiento y el gran desarrollo de las infraestructuras de recarga, harán que el vehículo eléctrico «se imponga con claridad» al resto de tecnologías.