El cierre total de la comercialización y los salones del automóvil desde el pasado 16 de marzo por la expansión de la pandemia del coronavirus y las restricciones del estado de alarma ha supuesto un grave mazazo a las matriculaciones, colocando las cifras por debajo del nivel de los peores meses de la crisis económica del 2008. Turismos y vehículos comerciales ligeros pierden casi 2/3 de sus operaciones habituales, y se ha pasado de comercializar una media de 4.500 unidades diarias a registrar jornadas con apenas 200 entregas.
Las matriculaciones de turismos en marzo se quedaron en 37.644 unidades, un 69,3% menos con un día laborable más en 2020. El canal más afectado es el de alquiladores, al frenarse totalmente las actividades relacionadas con el turismo justo antes de la campaña de Semana Santa. Solo se han comercializado algo más de 500 unidades en los días del estado de alarma para este canal con una caída del 75%.
Noemi Navas, de ANFAC, nos da esperanzas apuntando que ya trabajan en el escenario de recuperación. Consideran posible volver rápido a donde estábamos, pero se necesita un plan de choque de relanzamiento del sector que recoja medidas específicas para la automoción, con unos planes de ayuda a la compra que se centren ahora en la renovación integral del parque.
Raúl Morales, de Faconauto, indica que esperan un mercado con caídas del 90% los dos próximos meses, y por tanto la acción de los gobiernos es clave articulando un plan de choque con medidas concretas y coyunturales si queremos que el automóvil sea motor de la recuperación. Al respecto es esencial que se dejen de cometer los errores de coordinación y criterio del Gobierno y sus ministerios a la hora de poner en marcha medidas económicas y laborales que están resultando unilaterales y que tendrán efectos negativos para las empresas, los trabajadores y, por extensión, a la recuperación.
Según Tania Puche, de Ganvam, teniendo en cuenta que las redes de distribución operan con márgenes inferiores al 1% sobre la facturación, la situación actual supone dar ya el año por perdido, con las consecuencias que esto va a tener sobre el empleo. La segunda prioridad, tras la salud, es que la economía no colapse. Por eso, en lugar de que todos los ERTE terminen cuando acabe el estado de alarma, sería bueno que se aceptara una reincorporación gradual, ajustándolo al ritmo de recuperación. De lo contrario, se convertirán en ERE por causas económicas.
El Plan Marshall que pide Ancove para el automóvil pasa en primer lugar por que el Gobierno central acompase la necesaria transformación tecnológica con la realidad del mercado. Hoy, la recuperación de las ventas de turismos pasa necesariamente por apoyar la venta en función de las necesidades reales del cliente. El principio de la renovación del parque pasa por la sustitución de coches de más de 10 años por unidades nuevas, sin discriminaciones en la motorización. Las ayudas pueden ser diferentes según la motorización, pero en ningún caso excluyentes.
Plan estructural
Vendedores de turismos y clientes necesitan certidumbre para volver a recuperar un mercado al que el coronavirus ha dado la puntilla. Por este motivo, no se trata de un mero plan de ayudas a la compra para un año, es preciso un plan estructural de achatarramiento que ponga como objetivos reducir la edad media por debajo de los 10 años, 2 menos que la actual. Por tanto, no se puede limitar en el tiempo, sino establecerlo en base a estos objetivos lo que exige continuidad en las medidas.
Un plan que debe apoyarse, además de en ayudas directas, en otro tipo de medidas, como el control de achatarramiento real de los coches viejos, una mejora de las infraestructuras de recarga que impulse la compra de electrificados, la unificación de la normativa relativa a la movilidad para evitar confusiones entre comunidades, incluso ciudades y una recomposición de la fiscalidad del automóvil.
Plan de choque para 2020
Pero el coronavirus exige además de un plan estructural, un plan de choque para lo que queda de 2020. Desde Ancove pedimos medidas extraordinarias para ayudar al mercado a recuperar la normalidad con efectos inmediatos. En este sentido, proponen congelar el impuesto de matriculación y la rebaja del impuesto de hidrocarburos, tanto del diésel como de la gasolina. Y fomentar una línea de créditos al consumo a tipos más reducidos a los actuales, que rondan el 10%, para incentivar la compra de vehículos.