El PSOE lleva preparando este movimiento desde que Pedro Sánchez llegó a la Moncloa, y el proyecto de Presupuestos de 2021 incluirá finalmente la subida de los impuestos al diésel, un movimiento nefasto para el ya maltrecho sector automotriz. El “palo” a los conductores de este tipo de coches consistirá en la reducción de la bonificación del diésel para su equiparación con el gravamen de la gasolina amparados en una supuesta fiscalidad ambiental que no es tal ante la enorme evolución tecnológica que los motores que utilizan este tipo de combustible han experimentado.
La medida supondrá un incremento del precio del gasóleo de 3,8 céntimos por litro para los consumidores particulares. Según los cálculos del Gobierno, la subida fiscal detraerá 3,4 euros al mes del bolsillo de los conductores medios, los que hacen unos 15.000 kilómetros al año (que serían 40 euros en ese periodo), y el Ejecutivo socialista ha tenido por lo menos la deferencia de excluir al gasóleo profesional y bonificado, que no tendrá variación.
La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, se defiende diciendo que siguen recomendaciones de la Unión Europea y la OCDE y que esta subida de impuestos no tiene carácter recaudatorio, pero el Gobierno pretende recaudar 500 millones de euros gracias a los conductores. Insiste en que hay que cambiar los hábitos de consumo con el diésel, pero pasa por alto que son las rentas más bajas las que tienen más dificultades para cambiar de coche y a las que más va a perjudicar esta subida de los carburantes.
Esta medida afectará a más de 13,5 millones de vehículos diésel que hay en la actualidad en nuestro país. La Ministra de Economía, Nadia Calviño, ha explicado que el proyecto de presupuestos incluye ajustes en materia de impuestos existentes y nuevas figuras muy en línea con la política medioambiental, con otro nuevo impuesto a los plásticos, los residuos y esta reducción de la bonificación extraordinaria que había para el diésel.