Cuatro siglos después de la publicación de 'El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha', Castilla-La Mancha sigue guardando rincones que mantienen intacta toda su magia. Lugares por los que deambuló el caballero de la triste figura y en los que aun hoy se puede respirar y también saborear el espíritu del personaje literario más famoso de la historia.
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Cueva de Medrano en Argamasilla de Alba (Ciudad Real)
Si hay un lugar donde leyenda y realidad se mezclan en torno a esta obra es en la cueva de la Casa de Medrano en Argamasilla de Alba. Es cierto que en El Quijote no hay ninguna revelación explícita a este lugar pero son muchos investigadores los que la sitúan detrás del célebre inicio de la obra: "En un lugar de La Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme..." No sería de extrañar que Cervantes tuviese en la retina este lugar cuando se dispuso a comenzar su obra si tenemos en cuenta que en ella estuvo recluído. Así se conoció siglos después con el descubrimiento de una carta que el propio escritor habría enviado a su tío Juan Bernabé de Saavedra, vecino de Alcázar de San Juan en aquellos tiempos. Algún problema relacionado con su profesión de recaudador de impuestos estaría detrás de este cautiverio.
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El Toboso (Toledo)
Junto a Don Quijote y Sancho Panza, Dulcinea del Toboso es otro de los personajes capitales de la obra. La ensoñación del caballero le hizo imaginar a esta dama ficticia a la que atribuía numerosos dones y a la que idolatraba pese a no aparecer físicamente en la novela. En la localidad de La Mancha toledana donde era oriunda la dama, se puede visitar el museo-casa de Dulcinea, un caserón de labranza del siglo XVI que fue propiedad de Ana Martínez Zarco de Morales a quien la tradición sitúa como la Dulcinea literaria.
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Museo-casa de Cervantes en Esquivias (Toledo)
El tiempo también parece que se ha detenido en esta casona típica del siglo XVI que perteneció al hidalgo Alonso Quijada de Salazar, quienes numerosos estudiosos señalan como la principal inspiración de Cervantes para crear a su personaje más universal. No en vano, este rico terrateniente aficionado a las novelas de caballería estaba emparentado con Catalina de Palacios, esposa de Miguel de Cervantes y con la que se casó en la iglesia de Esquivias el 12 de diciembre de 1584. En esta villa toledana también vivió algunos años por lo que de ella salieron personajes otros como Diego Ricote, El Bachiller Sansón Carrasco o Juana Gutierrez, al parecer vecinos suyos en aquella época. En esta casa, también se sitúa la ventana de la biblioteca a través de la que son arrojados al fuego del corral los libros expurgados de la biblioteca de Don Quijote.
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Cueva de Montesinos en Ossa de Montiel (Albacete)
En el término municipal de Ossa de Montiel, dentro del Parque Natural de las Lagunas de Ruidera se encuentra la Cueva de Montesinos, lugar donde Don Quijote de la Mancha sufrió uno de los encantamientos más célebres de la historia de la literatura. En la obra, el ingenioso hidalgo baja a esta sima de 80 metros de profundidad como prueba de su valentía. Una vez dentro, es atacado por el cansancio y se queda dormido, momento en el que sueña con Montesinos, un personaje recurrente en la épica medieval española. Cuando vuelve a salir de la cueva, Alonso Quijano narra a Sancho Panza este sueño como una realidad que ha abarcado tres días con sus tres noches. Es aquí, donde el escudero comienza a confirmar que la locura se está apoderando de su amo.
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Guiso de las Bodas de Camacho en Alcázar de San Juan (Ciudad Real)
Además de por sus lugares, El Quijote también se puede recorrer a través de sus sabores. Una de las viandas más célebres que en él se relata es el Guiso de las Bodas de Camacho, el que se sirvió en el enlace entre Camacho y Quiteria. Como la mayoría de platos manchegos se trata de una preparación contundente hecha a base de carne de gallina y unas albóndigas de pan. En Alcázar de San Juan (Ciudad Real), todos los años se organizan una jornadas que giran en torno a esta célebre elaboración. Las últimas se llevaron a cabo los días 26 y 27 de noviembre.
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Venta de Borondo en Daimiel (Ciudad Real)
Las ventas, lugares de avituallamiento y descanso para viajeros durante siglos, también son escenarios recurrentes en El Quijote. Dentro del término municipal de Daimiel, en el paraje denominado Campos de Ureña, todavía resiste la Venta de Borondo, el lugar donde Don Quijote de la Mancha fue armado caballero. Este lugar, declarado Bien de Interés Cultural, ha sido cedido recientemente al ayuntamiento de la localidad con lo que se abre el camino a una necesaria rehabilitación.
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Campo de Criptana (Ciudad Real)
Don Quijote de la Mancha luchando contra los molinos de viento es el pasaje de la novela por antonomasia. El capítulo octavo, donde se narra este lance, cuenta como caballero y escudero descubrieron "30 o 40 molinos de viento que hay en aquel Campo”, el de Criptana. La icónica estampa de esta localidad manchega mezcla a los antiguos Sardinero, Burleta e Infante, en pie desde el siglo XVI con su mecanismo original, con los más modernos Inca Garcilaso, Cariari, Vicente Huidobro, Pilón, Lagarto, Culebro y Poyatos.