El juez de la Audiencia Nacional, Manuel García Castellón, no ha procesado finalmente a María Dolores de Cospedal ni a su marido, Ignacio López del Hierro, en el juicio del caso Kitchen. Sí que lo ha hecho con quien fuera alto cargo en la Junta, el policía Andrés Gómez Gordo, ya que el juez entiende que estuvo implicado en el espionaje a Bárcenas. Los motivos que han llevado a García-Castellón a tomar la decisión solo él los sabe y están fundamentados en derecho. De todas formas, Cospedal ya pagó un precio político muy alto por sus torpezas estando incluso en ejercicio. Su arrastre en el lodo y el fango tiene sus consecuencias.
No entro en si está bien o mal la decisión, pues solo el juez maneja los argumentos jurídicos del caso y posee todos los datos. En contra de lo que he leído estos días de determinada prensa de izquierdas, García Castellón me parece un excelente profesional que ya intervino en alguno de los casos más sonados de la joven democracia española. Fue quien entrulló a Mario Conde por Argentaria y luego siguió con Banesto. Lo que parece claro es que el círculo de Cospedal sí que trajinaba contra Bárcenas y eso lo recoge el juez en su auto de procesamiento.
María Dolores hizo como número dos lo más que puede pedirse a quien alcanza ese rango, dar su vida por el uno. Puso la cara cuando nadie estaba ni se le esperaba con el contrato en diferido y fue burla y chacota durante un tiempo. La secretaría general le valió para ascender en el escalafón y conseguir la Junta, pero luego fue su gran losa como pudimos comprobar. Mujer libre de prejuicios, pasaba al Psoe de la región por la izquierda en asuntos de moral o ética tradicional. Sin embargo, la cagó cuando quedó demostrado que no era cierto aquello con la que tantas veces se le llenaba la boca; a saber, que su marido no entraba en sus funciones y que pensar lo contrario era machista. Esa fue la verdadera trampa política de Villarejo.
El Psoe de la región explotó el fenómeno Cospedal hasta agotar existencias. Hoy mismo continúa con la barrila, cuando todos sabemos que perdió no por los recortes sino por la soberbia. Page en esto sabe latín y saca leche de una alcuza, pero adivina que el registro debe cambiar para el resto de la legislatura. Errático al principio, tiene la oportunidad ahora de enmendarse con la campaña de vacunación. Castilla-La Mancha va como un tiro por delante de comunidades también socialistas como la valenciana. Allí empiezan ahora con los de cuarenta, cuando aquí ya se piensa en los escolares. Puig sube los impuestos pero no tiene jeringas.
Núñez tendrá que resolver, por su parte, qué quiere ser de mayor. Está ante la oportunidad de su vida y no puede dejarla escapar. Le han movido el cargo recientemente para ver cómo respiraba y si tosía el lebrel. Y lo ha hecho, se ha revuelto y se ha ido con Casado a los campos de lavanda. Aunque, ojo con Casado, que puede ser tan torpe como aparenta. Preferible pegarse a Ayuso, que ya sabemos que es tonta, pero gana elecciones.
Cospedal presidió Castilla-La Mancha y tengo para mí que no lo hizo del todo mal, aunque el socialismo militante diga lo contrario. Salvó la comunidad de la quiebra cuando no había dinero ni para pipas. Le acusan de agrandar la deuda los mismos que no dejaron ni telarañas en los cajones. Con algo habría que pagar a los proveedores que se quedaron a dos velas. Echániz, su insulto a los médicos, los funcionarios y la mala hostia hicieron el resto. Ahora Cospedal se libra del banquillo. No es para echar las campanas al vuelo, pero algo es algo. Al menos, en el partido, ha recibido mejor pago que Ábalos.