El 12 de agosto se celebra el Día Internacional de la Juventud, un día promovido por la ONU para sensibilizar la participación de los jóvenes en todos los ámbitos de la sociedad.
Según la Real Academia de la Lengua, “juventud” se refiere al “período de la vida humana que precede inmediatamente a la madurez”. La etapa de la juventud es una de las más importantes en la vida, una etapa donde nos formamos como personas, donde asentamos nuestros valores y donde nuestras decisiones tienen consecuencias para el futuro. Siempre ha sido una etapa difícil para muchos, pero hoy en día ser joven y en los momentos actuales no es nada fácil porque el futuro en muchos casos es incierto y su vida también está marcada por la pandemia que tiene visos de ser muy larga.
Se tiende a infravalorar a la población juvenil, por la actitud o comportamiento de unos pocos que sí hacen ruido y son siempre noticia. En este tiempo de pandemia, muchas son las quejas contra los jóvenes y ahora más que nunca están en el punto de mira. Son numerosos los que no se comportan de la manera deseada, siendo irresponsables y egoístas con sus acciones. A todos se nos exigen esfuerzos pero a ellos un compromiso aún mayor, teniendo en cuenta que están sin vacunar.
Y es que la pandemia también ha perturbado la vida de los jóvenes, la COVID ha tenido impacto en determinados aspectos de su vida. Ellos han estado confinados y cumpliendo con la normativa que se impuso; han perdido a familiares y amigos por la COVID; otros han experimentado la angustia y la soledad, aumento del desempleo, sus estudios afectados, entre otras secuelas; y ahora parece que esta “ola” es responsabilidad de ellos.
El problema no es de ellos solos. Es un problema de todos. Aquí todos estamos en el mismo barco y nadie puede rehuir responsabilidades. Cada uno somos responsables en nuestro ámbito. Las decisiones políticas precipitadas, la irresponsabilidad de la población, los retrasos en la vacunación en la franja de edad del colectivo juvenil (en los que nadie pensó) y la relajación de las restricciones hizo que viviéramos un oasis de libertad en el covid. Los jóvenes así lo vieron, y en época estival aprovecharon para divertirse, para salir y para mezclarse entre ellos. Todo propio de la edad. Aquí la responsabilidad es de todos. Nadie está libre. El virus sigue suelto.