Ave María purísima. Sin pecado concebida. Padre, hace mucho que no vengo a confesarme; el problema es que vivo lejos, en Bruselas, y hasta ahora he sido un poco gandul. Bueno hijo, lo importante es que estás aquí hoy. Bueno, veamos. Tras tu examen de conciencia, ¿qué pecados quieres expirar? ¿Yo? Ninguno, ninguno. Yo de qué “collons” me voy a arrepentir. Muy bien, muy bien. Sabes que mi en opinión, y la de una amplia parte del cabildo, el arrepentimiento está sobrevalorado. En otras diócesis, algún obispillo que otro se muestra reticente; pero pronto cambiarán de opinión.

Bueno, aunque no te arrepientas del todo, ¿volverías a hacerlo?  ¡Pues claro, padre! En cuanto llegue, repito. ¡Magnífico! La convicción, el arrojo y la determinación que demuestras me hacen pensar que eres una persona de valores inquebrantables, que eres digno de confianza.

Este sacramento, como sabrás, es el de la reconciliación y yo no puedo estar más feliz que participar en este acto de fe. Por ello te digo que no recaerá en ti ninguna penitencia, aunque si me lo permites, como un acto de generosidad por tu parte podrías dejar esos votos que guardas en el bolsillo en el cepillo antes de salir.  

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Detrás de esta viñeta están Benjamín y Mercedes. Son padre e hija. Benjamín dirige el estudio Arquitectos San Lorenzo 8. Mercedes es ilustradora y diseñadora gráfica. El texto queda a cargo de Paula, la hija mayor, que se dedica a la seguridad alimentaria. La idea de cada semana: un asunto de familia.