Lo confieso: el sábado, cual película de Paco Martínez Soria, Madrid se me hizo bola. Y es que cada vez son más los momentos en los que siento que la gran ciudad no es para mí (o, mejor dicho, no es para estar más rato del que dura una comida, una visita a una exposición o un buen espectáculo).

Todo comenzó con el dilema que tenemos todos los que vivimos en Toledo a la hora de ponernos rumbo a Madrid: ¿ir en AVE o coger el coche? Finalmente elegí el transporte público: sin atascos, sin buscar (y pagar) parking y sin la eterna duda de si mi coche (ya modelo tartana) puede entrar en la dichosa almendra central.

Una vez en Atocha, moverse por Madrid parece una suerte de yincana. Obras, calles (y locales) abarrotados, manifestaciones… Dos de estas nos encontramos el sábado: una reivindicativa, por la estabilización de interinos (todo mi apoyo para ellos), y otra de carácter lúdico-festivo, en la que cientos de troopers colapsaron las calles de centro (para los no iniciados en el universo de Star Wars, son los soldados ‘malos’ que van de blanco).

Confieso (también) que esta concentración starwariana no me hizo tanta gracia como la de los interinos. Básicamente, porque a punto estuvo de costarnos los billetes del AVE de vuelta. Sin entrar en más detalles, cruzar entre tanto tropper y llegar a la estación fue una mezcla de Misión Imposible y película de Almodóvar de los 80.

Finalmente, como mujeres al borde de un ataque de nervios, conseguimos llegar a destino 10 minutos antes de la salida programada del tren (una vez más, gracias al que puso de moda salir en deportivas). No obstante, las prisas se quedaron en nada cuando nos encontramos el panorama que seguro que usted, querido lector, vio en todos los informativos: Trenes parados sine die por un descarrilamiento en Chamartín (aún sin explicar) y un intento de suicido (que afortunadamente quedó en amago) en la zona sur.

Confieso (una vez más) que no duramos más de 5 minutos en Atocha.Tuvimos el acierto de hacer la pregunta adecuada en el momento adecuado a unos operarios. La conversación fue algo así:

-“Hipotéticamente, si ustedes fueran nosotras, ¿esperarían al tren o buscarían otra alternativa?”

-“Nosotros no podemos contestar a eso, pero, en el caso hipotético de ser  vosotras, nos iríamos de aquí ya”, contestaron.

Y así lo hicimos, TAXI mediante, porque los autobuses urbanos con destino a Plaza Elíptica también estaban hasta la bandera.

Con todo, hubo final feliz y llegamos a Toledo apenas una hora más tarde de lo previsto.  Nada mal si tenemos en cuenta que el mensaje de salida de mi tren me llegó al móvil a las tres y media de la mañana.  

Entiendo que lo pasado el sábado fue un cúmulo de (nefastas) casualidades, si bien lo del descarrilamiento se lo deberían de empezar a hacer ver en Adif y el Ministerio. Especialmente tras fijarme estos días en las redes sociales del ministro del ramo. El Twitter de Óscar Puente (no me acostumbro a llamarlo X)  se parece más al de un portavoz parlamentario que al de un ministro con responsabilidades. Apenas encontré referencias al incidente, frente a una marabunta de post haciendo oposición a la oposición. Sólo nos explica, a través de un mensaje fijado (y escrito en junio), que la obra de la estación de Chamartín va a ser transformadora y que dará más dignidad a los usuarios. Pues menos mal, porque el pasado sábado el incidente con los trenes en Atocha como consecuencia de las obras en Chamartín pudo haber acabado en tragedia.

Para ser un ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, sus explicaciones se sostienen poco. Sobre todo si se escucha a los ferroviarios, que insisten en señalar la falta de inversiones y la precarización del sector a cuenta de las privatizaciones como causas últimas del caos del sábado. Y puentes aún construye menos, especialmente por estos lares. Al paso que va, el AVE a Lisboa (con parada en Talavera y Toledo) dudo mucho que lo vea antes de jubilarme, máxime cuando el ministro no para de hablar de plazos (ayer dijo que se inaugurará antes de 2030), pese a no tener ni el trazado definido. En cuanto a la conexión de la A-42 y el Hospital… hasta que no la cruce no me la creeré.

Conclusión: este sábado me quedo en el Casco. En cuanto a tomar un Ave a Lisboa antes de 2030… Se verá.