31 de octubre: Halloween. No se asuste querido lector, que esta columna no tratará hoy de esta suerte de carnaval gótico yanqui que tan gustosamente hemos hecho propio. O sí, quién sabe, porque de lo que vamos a hablar hoy aquí es de esas historias para no dormir que nos acompañan en nuestro día a día.

¿Por dónde empezamos? Pues por la salud, que dicen que es lo primero. Les cuento: mi suegra, de 88 años y vecina de un pueblo de Toledo, necesitaba la semana pasada una cita en Atención Primaria (vamos, en el médico de cabecera de toda la vida). Respuesta de la Administración: próxima cita disponible el 8 de noviembre. ¿En serio?

Me dirán que Castilla-La Mancha tiene unas listas de espera por debajo de la media nacional. Incluso, que han bajado en este último año. Pero, sinceramente, no me consuela el hecho de saber que si viviera 20 kilómetros más al norte, en la Comunidad de Madrid, le tocaría esperar cinco semanas en lugar de tres. ¿Y a usted?

Seguimos. Leyendo este diario digital me encuentro la siguiente noticia: “Los ocho primeros meses han dejado un repunte de las muertes por accidente laboral en la región”. En total, 36 muertos en el trabajo entre enero y agosto, 11 más que el año pasado. Unos datos que convierten a Castilla-La Mancha en la comunidad con “mayor porcentaje de accidentes laborales mortales”, según CCOO. Estas cifras me recuerdan demasiado a las que teníamos en los años del boom inmobiliario, allá por los primeros 2000. Y también me acuerdo de que se consiguieron parar. ¿Cómo? A base de concienciar y formar, tanto a empresarios como a trabajadores. Pues eso.

Algo más a pie de calle. El pasado sábado estuve paseando por el Casco de Toledo, al que accedí por el remonte mecánico del Miradero. Perdón, esto no es cierto del todo, porque nunca pude terminar la subida. El último tramo, el que va del Palacio de Congresos a la Colección Roberto Polo está fuera de servicio. Si la memoria no me falla, estas escaleras llevan con la misma valla desde, al menos, las pasadas Navidades. Una imagen ideal para una ciudad que dice ser Patrimonio de la Humanidad.    

Pero para pasmo, el que sufro cada vez que paso por la conocida ‘rotonda del caballo’ y veo el horror tipográfico al que nos ha condenado la Facultad de Arquitectura en su actual sede, lo que era el antiguo Centro de Recepción de Turistas. Si alguien ha conseguido descifrar lo que pone en su fachada a la primera, lo invito a un café. El ideológico de este espanto no debe conocer términos como el de ‘imagen corporativa’ o ‘diseño’, por no hablar del de un mínimo de ‘estética’. Yo, al menos, me lo pensaría mucho antes de encargarle el proyecto de mi casa. Lo dicho, un horror. 

Seguimos con las rotondas. En concreto, si vamos hacia el Salto del Caballo desde la Avenida de Madrid pasamos sí o sí por la última historia para no dormir de hoy: el nuevo paseo peatonal y carril bici que ha costado más de un millón de euros construir y que nos ha tenido el acceso empantanado unos cuantos (muchos) meses. Entiendo que lo han tenido que hacer aposta, de otra no manera no se comprende la cantidad de baches y desniveles que tiene el firme de esta pista. Un día va a haber un disgusto, como diría mi madre. Más que un carril bici, esto parece un ‘Pum Track’ (las pistas de toda la vida donde mi hijo se pasa la tarde con el patinete).

Esperemos que alguna de estas historias para no dormir tengan un final feliz de cara al próximo Halloween. Si no, espero seguir por aquí para poder recordárselo. Se verá.