Las mentes preclaras en Europa, con o sin informe Draghi, dan por hecho que, sin un descomunal esfuerzo en investigación y desarrollo tecnológico en la Unión Europea, esta se verá predestinada a un protagonismo discreto o poco relevante en el futuro.  Es necesaria una fortísima inversión en investigación básica y aplicada, y en desarrollo tecnológico, que pasa además también por una decisión estratégica de los sectores en que es necesario apostar e invertir. Y a la estrategia europea se deben unir y solapar planificaciones nacionales y regionales que abunden en el mismo fin.

La situación es grave. Si no queremos quedarnos apartados del progreso, por competidores que nos desbordarán por completo disminuyendo nuestro protagonismo y posibilidades. España como País y sus Comunidades deberían hacer una reflexión profunda de donde estamos y donde queremos situarnos, evitando los errores tras la crisis de 2008-2010, cuando no se realizó un análisis profundo y reflexión del conjunto de los actores de la sociedad y la economía españolas.

La Ciencia y el desarrollo tecnológico son probablemente las causas más ciertas para el progreso de las Sociedades. A este progreso debemos contribuir desde todos los ámbitos, porque las novedades científicas implementan proyectos de los que podemos ser protagonistas y beneficiarios.

Pronto, en nuestro ámbito, se producirán dos hechos que van a determinar el desarrollo universitario en Castilla-La Mancha: una nueva legislatura universitaria y la propuesta de Ley de Universidades que anunció el presidente de Castilla – La Mancha, D. Emiliano García-Page.

Sin menospreciar otros objetivos de las universidades hay uno que las hace específicamente diferentes: la investigación. Mantener, y mejorar, el nivel de ella es un reto permanente de los sistemas universitarios.

Nuestra propuesta, basada en muchos años de servicio público en la universidad y en la administración regional, es la siguiente:

Hay que potenciar la investigación básica y aplicada en todos los ámbitos en que tengamos posibilidades y necesitamos además identificar campos de estudio que nos ayuden a diferenciarnos y alcanzar una posición de referencia internacional. Todo ello requiere financiación adecuada e incorporación de las personas más adecuadas para liderar esta apuesta.

La futura ley debiera contemplar la posibilidad de que las universidades pudieran incorporar en sus plantillas este tipo de personas. Por su parte la universidad ha de poner a disposición los centros e institutos de investigación para incorporar a las nuevas personas de un modo similar al que se atiende al nuevo profesorado. También se hace necesario un sistema riguroso de selección, abierto, internacional y que garantice la calidad.

No se nos escapa que la precisión de qué temas debieran definir el elemento específico del futuro investigador de la UCLM es complicada. Podrían considerarse temáticas existentes a reforzar o campos totalmente novedosos. La lista puede ser larga, aunque conviene no dispersar esfuerzos. Para nosotros mismos no es fácil coincidir en cinco o seis ámbitos, pero nosotros no tenemos la responsabilidad. La Junta y la Universidad, sí.