La mayoría de ustedes no lo sabe. ¿Cómo lo iban a saber? Pero soy muy friki de las series de médicos. Me encantan las ficciones de hospitales y creo que desde Urgencias hasta la que estoy viendo ahora, The Resident, me las he tragado todas, algunas con más devoción que otras. En mis delirios fantásticos yo sería neurocirujana, pero como tengo el pulso que tengo y me cuesta incluso enhebrar una aguja, me veo y me leo todo lo que pillo sobre hospitales.
Me ha llamado la atención lo desapercibido que ha pasado en Castilla-La Mancha el informe de Amnistía Internacional sobre nuestra sanidad, un informe del mes pasado. Les doy unos datos: en nuestra región se invirtió en 2022 casi un 1 % menos en sanidad que en 2021 y, atentos, un 11,7 % menos que en 2009. Eso nos pone en el 'top 4' de las comunidades autónomas con mayor caída en la inversión.
Una de las áreas más afectadas en la Atención Primaria, ese primer escalón que nos lleva a cualquier otro médico que necesitemos. La media de espera para una consulta con el médico de familia es superior a los ocho días en nuestra región -y deberíamos estar contentos porque la media en España es de casi un día más-. Los brotes verdes solo los pone un ligerísimo incremento, de menos de un 1 %, en personal médico y enfermería en Atención Primaria.
Esos son datos, pero como sé que últimamente a la gente le gustan más los relatos que los datos, les daré unos cuantos relatos. Les puedo hablar de un amigo mío, con una importante lesión de hombro. Pidió una ecografía este verano y se la dieron ¿saben para cuándo? Para enero de 2026. Sí, 2026. Les puedo hablar de otro amigo mío que lleva esperando un neurólogo más de un año ¿saben para cuándo tiene cita? Para nunca, porque está en esa inexistente lista del "ya le llamaremos". Les puedo hablar de mi madre, con una artritis reumatoide diagnosticada, y en espera perenne para una rehabilitación de las manos en la que ni ella ni yo confiamos. Les puedo hablar de una compañera, lleva más de seis meses esperando que le pongan un holter, después de que su pequeño-gran corazón le diera un par de sustos.
Les puedo hablar de decenas de personas, todos los días, poniendo quejas o aún peor llorando de impotencia en atención al usuario- ojo al detalle: atención al usuario, no al paciente, pronto será, a este paso, atención al cliente. ¿Qué hacemos, señores gestores? ¿Llamamos al doctor House? Por lo menos, él seguro que nos diagnostica un lupus. Me llamo Ángeles y estos son mis demonios.