La inventada de este personaje es la versión sanchista del señor ese del que usted me habla de Rajoy en relación a Bárcenas. A cada guarro le llega su San Martín igual que a cada Sánchez su Aldama. El cante jondo por martinete que se marcó a la salida de la trena será recordado entre los grandes éxitos del tira de la manta. Roldán, Amedo y otros artistas de La Traviatta reúnen características similares como bien glosó aquí el director de este periódico. Pedro Jota asiste atónito igual que el resto del personal cómo se desarrollan los acontecimientos.

Esta verdad sanchista que nos acecha con Santos Cerdán como albacea nos tiene intrigados. Los socialistas van a refrendar la semana que viene en Sevilla al burlador, don Juan, don Luis y todo el reparto subsiguiente. Nunca se había visto tanta corrupción en los aledaños de la presidencia del Gobierno.

Si uno lo piensa, tampoco es tan extraño. Si Sánchez ya ha demostrado con creces la carencia de escrúpulos, qué le iba a importar que Rinconete y Cortadillo hicieran negocio mientras él siguiera en la cumbre. Está en la cúspide de la pirámide y ha llegado el tiempo de los faraones. Ábalos, Santos y Koldo son la versión tiktoker de Zori, Santos y Codeso, en vídeos cortos y manguetazos largos. Aldama es patrimonio de la vendetta y la bilis, pues lo que dijo fuera de la cárcel parecía una cuestión personal. Todo casa y todo cuadra. Hasta Begoña, Hidalgo y el lodo. Desgraciadamente, el lodo.

Esta semana conocí a tres afectados de la Dana que vivían en Paiporta. Vinieron hasta Socuéllamos para olvidarse un rato del océano de barro y llanto que dejan atrás tres semanas. Hay un relato que estremece y ha de ser visto y escuchado por los españoles. Es el del escritor Santiago Posteguillo, valenciano, uno de los que mejor ha narrado la Roma antigua en sus novelas de culto. El otro día en el Senado dejó al personal callado. Vicente Tirado lo miraba con respeto sumo. Contó cómo a cincuenta metros del barranco del Poyo, nadie dijo nada ni previó nada. Pero lo peor vino después. Cuando nadie se hizo presente después de la tragedia. Sólo una madre llorando a su hijo en mitad del barro. Y ausencia completa del personal. Dice Posteguillo que no contará una conversación que tuvo con algún miembro del Ejército. Debería, porque los actuales mandos militares también han demostrado un servilismo pastueño impropio de su categoría. Y dijo el escritor que en la antigua Roma se apuñalaban los políticos entre sí. Pero que ahora tiene la sensación de que los políticos apuñalan al pueblo. Y se hizo un silencio que hoy todavía cae sobre el sistema.

Jamás una metáfora tan gratuita como la del lodo, el fango y el barro que Sánchez utilizaba en sus monsergas, se hizo tan trágicamente verdadera. Se diluye el régimen del setenta y ocho en la resiliencia del colchón y la tormenta. Los socialistas de la semana que viene tendrán la responsabilidad histórica de avalar a un personaje que huye de sí mismo entre narcisos y nenúfares. Si lo de Aldama es una inventada, lo suyo, una sobrada. Mitómano, lo define el personaje. En Sevilla nació el nuevo socialismo de Felipe y allí se enterrará el de Sánchez. Si necesitan ayuda, que la pidan.