Qué bárbaro. Y lo digo a vuelapluma: Emiliano García-Page parece ya un caballo desbocado en el PSOE. Y para bien. Es el elefante en la cacharrería de Ferraz y se ha pasado este fin de semana del Congreso Federal de Sevilla a la contra de los argumentarios de cemento armado del sanchismo y brujuleando, con perdón, como una mosca cojonera con los medios, que le adoran.

Y ha tenido el gran detalle de largarse del mitin final de Pedro Sánchez y evitarse el sonrojo de la fervorosa ovación del cierre. Salió Page con los suyos temprano para Toledo y dejó atrás el griterío del congreso más victimista y llorón del PSOE en la democracia. Sin asomo de autocrítica, como el propio líder castellano-manchego ha evidenciado.

Así las cosas, Santos Cerdán, el hombre fuerte, probablemente le tenga a Page ya en su lista negra para una larga temporada, incluso aunque este domingo, en su mitin de clausura el propio Sánchez se haya referido al presidente castellano-manchego como “nuestro querido Emiliano García-Page”, en un ejercicio no sabemos si de simulación o de cinismo en el éxtasis de su discurso triunfal. O si, tal vez, buscaba Sánchez un espontáneo abucheo del público o algo parecido.

Frente a la pétrea estatua de Sánchez, tan berroqueño y sectario, tan de régimen de época con tufillo a naftalina, tan de paseo militar, se ha presentado en Sevilla un Page en libertad que dice lo que piensa y piensa lo que le da la gana, no lo que le dicten en palacio. La Moncloa llega poco a Castilla-La Mancha, donde Page se ha hecho fuerte y tiene de momento la vitola de “intocable” y un PSOE regional bajo control, en el extrarradio del sanchismo.

Salvo improbable guerra abierta en el Congreso Regional que el PSOE celebrará en enero en Toledo, ni Milagros Tolón ni Isabel Rodríguez, las dos dirigentes sanchistas que han entrado en la nueva Ejecutiva Federal, tienen, o a mí me lo parece, muchas opciones de convertirse de verdad en alternativa a Page y alcanzar su mismo liderazgo autonómico y la popularidad social de la que goza en la región.

Sánchez podría, tal vez y si se empeña, arrebatarle a Page la Secretaría General del PSOE en Castilla-La Mancha en unas hipotéticas primarias, con mucho esfuerzo y un riesgo ciertamente elevado, pero carece de peones suficientes que lleguen al nivel. Ni la inteligencia política, ni la experiencia, ni la astucia. La buena noticia, en este caso, se la llevaría Paco Núñez, presidente del PP de Castilla-La Mancha y todavía esperanzado y tenaz aspirante al Palacio de Fuensalida. 

Así que el juego que da el presidente de la Junta no lo da nadie en el PSOE actual, que es una asfixiante roca de hormigón en torno al emperador. Juego político, juego de ideas, juego de debate, juego mediático y, en fin, juego de libertad y de contrastes frente a un cesarismo que tiende al absoluto. Lo último de ayer es que el sultán quiere gobernar al menos "siete años más" para "salvar a la humanidad". Se explica por sí solo.

O sea, que su soledad, la de García-Page, es casi inabarcable y melancólica si se mira desde Ferraz, pero este hombre representa hoy un poco en España, en pequeñito y a su manera, como al tran tran, al socialismo dinámico, vivo y centrado que aún conserva el oremus que el Partido Sanchista ha perdido bajo esa nueva religión que es la fe reverencial al líder y el pensamiento único.

La “cobija de Page”, que dijo Felipe González aquel día, en contraposición al catecismo de la fe sanchista. Una doctrina dogmática con la lealtad como regla número uno en el PSOE, tal como lo ha expresado este sábado José Luis Rodríguez Zapatero, llamando abiertamente a la ciega obediencia: fidelidad al jefe por encima de cualquier otro valor. Adhesión inquebrantable, firme, decidida, profundamente religiosa. Devoción y sacerdocio. La izquierda española 2024.

Por eso, Sánchez llegó este domingo al cierre de la cumbre sevillana como una rock star y Page se volvió a Toledo antes de tiempo, huyendo de la beata iluminación aclamatoria, en busca de aire fresco y evitando la piadosa postración. Una mala foto. Respira, "querido Emiliano", respira.