Si andan ustedes pensando en apuntarse al 'mascotismo exótico' como regalo de Navidad, les ofrezco algunos datos con el ruego encarecido de que reconsideren su idea.

Afortunadamente, ya no es tan fácil conseguir mapaches, suricatas, cotorras, cerdos vietnamitas y otros animales 'de compañía' que esta sociedad consumista, harta de perros y gatos, ha popularizado durante los últimos 50 años. Todas ellas son especies exóticas e invasoras, como otras muchas recogidas desde 2013 en el catálogo oficial, y su tenencia y comercialización están prohibidas.

Sin embargo, todavía quedan internet, el tráfico ilegal de especies o ciertos puntos de venta con pocos escrúpulos y mucha capacidad para burlar la ley. Adquirir un animal y establecer una relación de convivencia implica una gran responsabilidad y un gasto importante en alimentación, higiene o salud. Dice Rocío Arantza, mi bióloga de cabecera, que no se deben regalar seres vivos y, si se hace, debemos saber a quién acogemos, de dónde procede (certificado), qué cuidados necesita y, sobre todo, qué riesgos entraña.

Muchas de las especies exóticas que han llegado a España a través del mercado de mascotas son ahora invasoras porque han conseguido reproducirse, generar poblaciones y modificar un entorno al que han accedido tras escaparse de los hogares. O simplemente porque los humanos, tan volubles como imprudentes, las hemos liberado con la excusa de ofrecerles una vida mejor. Cuando en realidad solo nos hemos cansado de ellas.

Lo que ha pasado con los mapaches y las cotorras en Madrid o con los cerdos vietnamitas en Extremadura ilustra perfectamente el problema que generan las especies exóticas invasoras. Al establecerse en un medio que no es el suyo, compiten por el alimento y los recursos llegando a desplazar a las especies autóctonas; también pueden transmitir parásitos y ocasionar enfermedades, además de causar un notable impacto económico y social.

Y, no nos engañemos, en modo alguno mejoran la biodiversidad. Explica Rocío Arantza, docente e investigadora en la Facultad de Ciencias Ambientales y Bioquímica de Toledo, que la biodiversidad comprende a los ecosistemas como una unidad funcional que incluye las interacciones entre especies y las de estas con el medio, así como su historia evolutiva. Un mayor o menor número de especies no es indicador exclusivo de la salud de un ecosistema, es solo uno más, dañino en cualquier caso si no diferencia entre nativas y exóticas.

Hace algunos años, esta investigadora trabajó en el proyecto ExotiNET, financiado por el Gobierno regional, que se proponía, entre otros objetivos, revisar la presencia de especies exóticas invasoras en Castilla-La Mancha, concienciar sobre el grave problema que representan y generar materiales didácticos orientados a la educación ambiental.

Este proyecto, que pide continuidad a gritos, ofrece un blog y un manual para personas que se dedican a la formación. En la foto fija se encuentran el mapache, la cotorra argentina y la de Kramer y el galápago de Florida, entre otras muchas exóticas invasoras igualmente conocidas, aunque no se estilen como mascotas.

A pesar de toda esta información y de las restricciones legales, seguimos empeñados en tener mascotas exóticas, no sé si por vanidad, por insensatez o porque somos seres despiadados que no dudamos en extraer a los animales de entornos ecológicos distintos y distantes solo para fardar en el vecindario.

Según datos de la AAP, una organización internacional que trabaja en la protección y la defensa animal, entre los siete mamíferos más buscados en Google como mascotas hay dos especies invasoras: el erizo pigmeo y la suricata. Ocupan el pódium los monos tití, unos primates diminutos gravemente amenazados, cuya tenencia, además, está prohibida en España.

De hecho, todos los primates están prohibidos en España, así como todas las especies incluidas en el catálogo oficial de especies exóticas invasoras. Igual que los animales venenosos, los reptiles si pesan más de dos kilos, excepto determinadas tortugas, y los mamíferos salvajes cuyo peso en fase adulta supere los cinco kilos. Es un posicionamiento claro que ya recoge la Ley de Bienestar Animal, en la que también se ha previsto un Listado Positivo, elaborado por un comité científico, con las especies aptas para ser mantenidas como mascotas.

El petauro del azúcar, un pequeño marsupial viralizado en redes, y el serval, un leopardo en miniatura hábil depredador y bastante peligroso, también están entre las mascotas más buscadas. Son o parecen cuquis, pero también lo son o lo parecen el frenético mapache que baila al ritmo de la Carrá o el simpático cerdito que vivía con George Clooney. Y ya sabemos la que han liado.

Cuando hay demanda, hay oferta o al revés, pero lo cierto es que detrás del nuevo 'mascotismo exótico' como lo definen desde la AAP, hay mucha irresponsabilidad y, casi siempre, un mercado ilegal que mueve entre 10 000 y 20 000 millones de euros al año.

Si aun así insisten ustedes en comprar un animal exótico, exijan en el punto de venta la información sobre la especie y los correspondientes documentos legales y sanitarios que permitan la transacción. Asegúrense, además, de que les digan cómo proceder con la mascota en caso de que más adelante ya no puedan o ya no quieran hacerse cargo. Y, por encima de todo, sepan que ni pueden, ni deben, liberarla en el medio natural o en el entorno urbano.