Para una vez que Oscar Puente no larga uno de esos discursos incendiarios que le dieron a conocer en su labor de levantar el muro decretado por Pedro Sánchez al comienzo de la legislatura, tampoco hay nadie que demuestre ningún entusiasmo por sus propuestas: ni los del otro lado ni los del propio del muro tienen claro que el pretendido justo medio del ministro vallisoletano tenga algo que ver con el tren de alta velocidad que piensan para su ciudad.

Oscar Puente parecía otro en la entrevista que Carlos Alsina le hizo casi como final de año en Onda Cero. Moderado, sin salidas de tono, reflexivo y persuasivo, desgranaba sus razones como si de pronto hubiera descubierto aquello de mejor con miel que con hiel. Ya digo no había ni rastro en él del hooligan que descubrió toda España en el Congreso de los Diputados defendiendo a toda costa a Sánchez y faltando al mínimo de cortesía parlamentaria que hasta ahora se consideraba como algo que se suponía a cualquier diputado si es que no llevas por apellido Rufián.

Uno admirado por ese cambio de registro del titular del ministerio heredado de un tal José Luis Ábalos, pensaba, que incluso cuando dijo que para desatascar la ejecución del AVE para Extremadura había tirado por la calle del medio, por fin se avenía a aquello tan clásico y tan moderado de don Antonio Cánovas de considerar la práctica de la política como el arte de lo posible, pero quia. Para una vez que don Oscar Puente renunciaba a las coces dialécticas y a los exabruptos tabernarios y hacía de ministro de fomento y obras públicas en Talavera y en Toledo lo de la calle del medio no lo ven ni mucho menos claro.

El ministro dijo que en el 2030 las dos ciudades toledanas tendrán alta velocidad, pero desgraciadamente lo que debería recibirse como una buena noticia me temo que ni mucho menos ha sido contemplado de la manera positiva y optimista con que vendió la idea. Paradójicamente, en Talavera, una corporación municipal de las del otro lado del muro está aparentemente más cercana a los planes del ministro Puente, que en Toledo lo está con su trazado y ejecución el gobierno regional que preside su compañero de partido Emiliano García-Page. En una y otra ciudad lo de la calle del medio no ha dado ni mucho menos con la tecla del entusiasmo ciudadano y así colectivos como Nosotros Talavera acusa al alcalde pepero José Julián Gregorio de colaboracionista con un proyecto al que solo se le ven muros y zonas de sombra y en Toledo desde Fuensalida se pide a la sanchista y exalcaldesa Milagros Tolón que ejerza su influencia para detener un scalextrix que amenazaría a una ciudad patrimonio.

Uno que lleva viendo anunciar en Talavera la inminente llegada del AVE "a toda leche" desde 2010, teme que en el 2030 siga yendo a Toledo en el "Galiano" y a Madrid en La Sepulvedana, aunque ahora se llamen de otra manera y yo sé lo que digo.