Cuando empieza un año todos hacemos propósito de enmienda e intentamos adelgazar, dejar de fumar, ser mejor persona, etcétera. Yo les prometo que uno de los objetivos que tenía para este 2025 era intentar comprender a Pedro Sánchez, a su mujer y a su hermano; pero el intento me ha durado hasta el día 11.

Sólo un hedonista, ególatra y narcisista es capaz de defender lo indefendible sin tener el más mínimo rubor por ello. Si el dramaturgo Ramón María del Valle Inclán les hubiera conocido; imagino que hoy el esperpento de sus obras tendría otro significado con el señor David Sánchez como uno de sus grandes protagonistas.

Después de varios años trabajando aún no conoce dónde está la sede de su oficina, la oferta de trabajo se crea de forma apresurada, no sabe el nombre de sus compañeros, conoció en Google la generosa oferta del Conservatorio Superior de Música mientras tomaba, tranquilamente, un café y cotiza sus impuestos en la localidad portuguesa de Elvás dónde parece que Aldama también tenía domiciliada alguna sociedad. Todo esto, claro está, de forma “presunta” y según recogen los medios de comunicación “fanguistas”.

Para mí esto sólo tiene una explicación que no es otra que la de los poderes divinos que son capaces de convertir en más de 1,7 millones de euros los 261.000 que supuestamente tenía como patrimonio, es decir, lo mismo que hizo el hijo de Dios al multiplicar los panes y los peces en la boda de Canaán.

Y ya que hablamos de poderes divinos, supongo que serán los mismos que borraron de la cuenta de otro de los testigos los correos electrónicos que teóricamente hablaban de la contratación del hermano de Pedro Sánchez.

¡Por Dios!, qué nadie piense mal. Obviamente se trata de casualidades fruto de la política del fango de los fachas ya que personas de tanta integridad moral y que nunca han cambiado de opinión no pueden estar metidos en asuntos espurios.

Supongo que, como decía la canción de Julio Iglesias “al final las obras quedan, las gentes se van (bueno, en este caso no), otros que vienen las continuarán, la vida sigue igual”, pues eso, la vida sigue igual.

Y a todo esto, obviamente, tenemos que sumar la investigación a la mujer del presidente, capaz de liderar un máster sin ser licenciada; unas normas que parece que sólo son de obligado cumplimiento para los mortales. Insisto, todo lo dicho hasta ahora de forma “presunta”.

Sinceramente es indignante que todavía hoy en día los políticos consideren que los ciudadanos somos de otro planeta y que nos conformamos con una larga cambiada dicho en términos taurinos, con un capotazo y con el eslogan de “política del lado y pueril de la ultraderecha”.

Puestos a cerrar medios de comunicación por difundir teóricos bulos, yo propondría que los políticos tuvieran que demostrar una integridad intachable y que tuvieran la obligación de dimitir a la primera mentira que lanzaran. Los ciudadanos somos los que pagamos su sueldo con nuestros impuestos, los ciudadanos somos los que les ponemos donde están y, por tanto, los ciudadanos somos sus jefes directos. Lo que es lamentable es que nos tengan como marionetas que hacemos lo que quieren y cuando quieren, es decir, como si este clan tuviera poderes divinos con los que nos mueven a su antojo.

Entrelíneas les digo que ojalá este 2025 fuera el año en el que dijéramos basta y les exigiéramos lo mismo que exigiríamos al gerente de cualquier empresa que no es otra que trabajar para ser cada día más grande y no para dividir la compañía en áreas que nos harán más débiles en la feroz competencia que hay en el mercado.