Para lo que ha quedado Vox, que vino a salvarnos del marasmo de una derecha centrada en la hoja de excel. Surgió como reacción a Rajoy y Soraya, que habían echado del PP a conservadores y liberales. Ahora en lo que andan es en salvarse ellos mismos. De su cargo, digo. Porque lo difícil en el Vox de 2025 es conservar el puesto si no comulgas con la abortista Le Pen o el arancelario Trump. Otra opción para salir adelante en el partido es ser muy joven y dominar el arte de la guerrilla urbana en su versión digital. Se acumulan las cuentas de muchachos que no han leído medio libro en su vida dando lecciones de teoría política a catedráticos, periodistas, escritores o a cualquiera que ose matizar alguna decisión del amado líder.

Abascal era un hombre accesible cuando dirigía la Fundación DENAES y casi nadie le hacía caso. En Cope le llamábamos con frecuencia. Me cuesta reconocer a esa persona sencilla y valiente en este aguerrido nacionalista en el que se ha convertido. Empezó sacrificando las formas para centrarse en el fondo: el qué antes que el cómo. Y ha terminado reduciendo toda su política a la estrategia. Ahora toca estar con Trump, y da igual lo que haga o diga; tienen que estar en la internacional populista cueste lo que cueste, porque unos cuantos gurús les han dicho que ese es el camino del éxito. Y lo peor es que seguramente llevan razón, siempre y cuando se asuma que el éxito es tener muchos votos y no trabajar por el bien común.

No hay bien alguno en las dos últimas decisiones que Vox ha tomado en Castilla-La Mancha. En el Ayuntamiento de Ciudad Real han tensado la cuerda hasta provocar su salida del equipo de gobierno, dinamitando desde dentro el proyecto que se obligaron a cumplir. Lo cual no deja de ser la traslación municipal del enfoque que Vox plantea desde hace tiempo, que pasa por convertir al PP en su principal adversario, al que combaten por tierra, mar y tuit.

La otra gansada que han protagonizado desde Vox es menos grave, pero más ridícula. Antes de la celebración del Día de la Mujer, a los responsables del partido en Cuenca no se les ocurrió nada mejor que colgar unos carteles en su céntrica sede en los que, junto a una foto de la futbolista Jeni Hermoso, se podía leer: ​​"Cuidado con mirarla, dirá que la acosas". También se veía en otras imágenes a Yolanda Díaz y a Irene Montero vestidas de monjas con el hábito morado.

Ja, ja, ja. Me imagino a los responsables de la campañita riéndose las gracias entre ellos mientras la diseñaban. Maldita la gracia. Anda que no hay razones de sobra para criticar la hipocresía de la izquierda con el asunto del feminismo, anda que no sobran argumentos para hacer pedagogía sobre el respeto a la igualdad de los ciudadanos; pero en vez de trabajar en proyectos serios y fiables en los que podamos sentirnos representados, parece que, también en Castilla-La Mancha, los dirigentes de Vox han decidido jugar a hacer el macarra.

Para lo que han quedado.