No seré yo quién le niegue al PSOE la posibilidad de ganar en toda España, también en Castilla-La Mancha, las elecciones autonómicas y municipales de mayo. No sería realista y menos ante los suculentos precocinados de masterchef Tezanos que tanta paz nos traen a todos en general y a la Moncloa en particular. Pero hay que reconocer que el presidente Pedro Sánchez está poniendo mucho de su parte para que los socialistas entren en pánico en sus distintas baronías y se haya disparado la tensión arterial interna hasta límites cercanos al psicoanálisis. Nadie es capaz de predecir lo que pueda pasar en la primavera en un escenario electoral tan abierto e inédito en España y esta incertidumbre deja rastros de desesperanza global en el bipartidismo clásico, pero la rabiosa actualidad provoca especial incidencia en un PSOE marcado por el efecto Sánchez y sus hipotéticas retrancas secundarias en los territorios más allá de Cataluña y sus alrededores. Susana Díaz ya lo ha experimentado tragicómicamente en vivo y en directo.
Cada día es más visual que el gran Sánchez, además de dueño del Falcon y ariete de la realidad paralela, es el presidente del "como sea" con tal de seguir en la Moncloa y esa herencia tan de Zapatero se está mirando con estupor desde la España perpleja, que es la mayor parte. Hay una corriente subterránea de opinión, imprevisible por completo en las urnas, que asiste alucinada al soufflé nacional de estos últimos meses y la sensación de triste espectáculo no apto para menores que trasluce el ruedo ibérico. Tal vez todo esto pegue el zambombazo en mayo y salga el sol por cualquier novedad imprevisible que nos deje los ojos a cuadros, aunque de momento sólo nos queda relajarnos y no agobiarse mucho con los sobresaltos que nos viene dando la función.
Que el PSOE pueda ganar, en fin, las autonómicas y municipales de mayo es tan viable como el terror que se ha instalado en las baronías socialistas y la sensación de partido con el alma rota entre dos hipótesis posibles de futuro: o la gloria o el infierno. Mayo puede ser la cumbre del éxito total o el abismo del desastre camino de la demolición, y en esa ecuación el papel de Sánchez es la clave y fundamento de todo lo que tenga que pasar. Da la sensación de que, más allá de la pegada de los líderes territoriales, lo que va a mandar electoralmente en el PSOE es lo que Pedro Sánchez sea capaz de mostrar a España de este nuevo socialismo que se bate el cobre entre una izquierda radical que le viene arrastrando y un veneno nacionalista tan obtuso como peligroso y extremista. Jodido país entre Pablo Iglesias y Torra, así que el éxito de Vox alguna explicación tendrá por la vía izquierda de la autopista, más allá de la división de la derecha, el gigantesco complejo que tanto atenaza al PP y la desilusión general de mucha gente con este mundo alrededor.
Sánchez va a ser decisivo en mayo y el presidente castellano-manchego García-Page, un suponer, tendrá que hacer un notable sobresfuerzo para recrecer su liderazgo, su perfil y su candidatura personal por encima de un sanchismo que ahora mismo es una bomba dentro del PSOE, ya veremos si para bien o para mal, que todo es posible en este teatrillo loco y febril del año nuevo. Claro, que las horas corren tan agitadas que esto que vale para hoy deja de valer para mañana, y así. Disfrutemos lo que se pueda de la fiesta.