Yo lo tengo claro. Pedro Sánchez está convirtiendo al PSOE en un partido tóxico para muchos españoles. Una marca envenenada de consecuencias demoledoras y un regalazo para Vox. El presidente del Gobierno y sus alrededores han tomado el poder como un fin en sí mismo, el único objetivo verdadero y visible, y el destrozo que eso puede provocar entre los socialistas es un clamor tan extendido que empieza a hacer estragos. Las increíbles cesiones de la Moncloa al independentismo catalán van a embarrarlo todo y el sanchismo está metiendo en pánico al PSOE de siempre y sus baronías territoriales, que miran todos los días al mes de mayo electoral con el termómetro popular descontrolado. Desde la atalaya castellano-manchega, que tiene su importancia y su retranca, el presidente García-Page está hablando estos días con rotunda claridad y ha marcado una distancia galáctica e indisimulada con Sánchez, en cuya deriva pierde fuerzas internas cada día. Page está muy perplejo, Page está muy preocupado, Page tiene mucho miedo al efecto Sánchez y la demolición que puede avecinarse. Y así Fernández Vara y Lambán y todos los demás, aunque Susana ya no. Se desangran desconsoladamente.
Y esta alarma interna en el PSOE se ha plasmado esta semana en forma de pieza periodística firmada por Antonio Martín Beaumont en La Razón: una encuesta de encargo ha disparado la inquietud en Ferraz ante la debacle que se anuncia para mayo en ayuntamientos y comunidades autónomas y todos piden a Sánchez un cambio de rumbo para que en estos meses puedan salvarse los muebles y todo lo posible. El monumental puyazo que José María Barreda lanzó ayer a Sánchez impresiona por su significado y rotundidad. La buena noticia para Page es que, según este sondeo, el poder socialista no corre demasiado peligro en Castilla-La Mancha, única región que podría superar el incendio del sanchismo, aunque la libertad con la que se mueve el miedo por el mundo y su gran velocidad no terminan de dejar tranquilo a nadie en el Palacio de Fuensalida. Andalucía ya ha demostrado que el peligroso aventurerismo de Pedro Sánchez, su descarada y obscena ansiedad por el poder, llevan una carga explosiva de profundidad tan grande que puede arrasar con todo en el PSOE. Por eso el presidente castellano-manchego ha sido tan contundente y explícito y posiblemente ahora mismo es el primer antisanchista de todo el socialismo patrio. Sálvese quien pueda.
Y es que este Sánchez, en fin, está resultando ser entre tóxico y muy tóxico para un Page que, tal como se ha puesto el ruedo de los partidos en España, no está sobrado de votos ni tiene ninguna mayoría garantizada, y esa es una señal que inquieta y duele en el PSOE castellano-manchego después de una legislatura tan intensa y difícil y un pronóstico electoral tan necesitado de pactos como el que se nos viene encima. Vade retro. Me está dando por pensar que García-Page se dispone a montarse por su cuenta la campaña electoral de mayo con un enfoque estrictamente personal y sin marcas políticas que puedan pegarle un zarpazo de votos y le coman por primavera la mitad de la merienda. Sánchez es la más seria amenaza para el PSOE de nuestro tiempo. Un cenizo a conciencia: vamos viendo.