El presidente Emiliano García-Page está descargando la tormenta perfecta sobre sus socios de Podemos y particularmente contra su líder en Castilla-La Mancha y paradójico vicepresidente segundo de la Junta, José García Molina. Cuídate de tus amigos. Es indudable que Page posee habilidades especiales para esta clase de operaciones políticas de diseño zorruno y astucia de largo recorrido, y ahora García Molina y su partido se han convertido en las víctimas ideales de la telaraña tejida por el PSOE regional para retratar a sus socios de Gobierno a las puertas de las todas las elecciones posibles. Les dan patadas y no se van, les paralizan las leyes y no se van, los dejan en evidencia y no se van. La fotografía le está saliendo a Page chulísima y matizada y no sólo está aclarando del todo el perfil político de García Molina sino que además lleva el premio incorporado de una turbulenta agitación interna en las bases castellano-manchegas y mandos intermedios de Podemos, que andan enredados entre dimisiones y cabreos variopintos y la particular hilaridad que provoca la circunstancia interna del diputado regional David Llorente, tan extraña.
La situación, con su punto surrealista y su mandanga berlanguiana, es tan plácida y tan cómoda para Page y su Gobierno regional que ni se molestan en cesar a García Molina de la vicepresidencia mientras le zarandean dos o tres veces todas las semanas y le enseñan a toda Castilla-La Mancha lo que un político-muleta es capaz de resistir por un plato de lentejas oficiales, en versión de la propia secretaria general de Podemos en Toledo, Xoana Bastida, quien en consecuencia acaba de presentar su dimisión. Una más. Es raro este alto nivel de resistencia, pero cada día que García Molina se agarra al salvavidas de Page en la Junta, y Page consecuente e interesadamente se lo explica por diversos medios a la gente, más chunga parece la cosa para los chicos de Podemos en la región. Podrán sacar más votos o menos en las próximas citas electorales que están en marcha, pero García Molina y su dirección regional están dando argumentos a los castellano-manchegos para quererlos cada día un poco más. Empezando por su propia gente.
Así las cosas, el portavoz de Page en la Junta, Nacho Hernando, anda desatado estos días y no muestra ya ningún respeto, ni agradecimiento ni condescendencia, por el partido y los dirigentes que han sostenido a los socialistas toda esta legislatura, como si ya estuviera pagado de sobras su favor con los distintos menús cotidianos de almíbares oficiales con los que García Molina y demás tanto disfrutan desde el minuto uno de su aterrizaje en la política castellano-manchega, novatos como son y tan bien servidos en su novatada. El retrato de García Molina le ha salido molón a Page y en esas andamos, dándole vueltas primero a abril y después a mayo. Zascandileo total.