Pedro Sánchez es el máquina total de la propaganda política en España. No hay otro como él y tal vez no lo haya habido en esta democracia. Es difícil respetarle como presidente del Gobierno, principalmente porque es un presidente que no se hace respetar, pero hay que reconocer que ningún otro político es capaz de vender su producto como él lo hace, con tal nivel de eficacia y sacándole tanto jugo a tan poquísima sustancia. Pedro Sánchez, no hay duda, es el rey del juego político en España y no sólo va a ganar las elecciones generales sino que probablemente podrá mantenerse en la Moncloa y formar gobierno después del 28 de abril. Tal vez se lo juega todo en ese domingo electoral y puede ocurrir que, si finalmente perdiera la Presidencia del Gobierno, se desate una cacería contra él dentro del PSOE con la intención de finiquitar su carrera política, pero si la suerte le sonríe, como parece, se alzará con el récord nacional del político que más brillantemente montó una estrategia electoral impulsado como base fundamental por una ambición personal sin límites y una falta de escrúpulos tan evidente que negarla resulta tan ridículo como partidista.
Pedro Sánchez se lanzó a sí mismo contra el mundo y por ahora está ganando todas las batallas y contra todos los pronósticos: ganó una feroz guerra a su partido, ganó la pelea definitiva a Mariano Rajoy, ganó de forma imposible la Presidencia del Gobierno y ahora está abiertamente ganando la campaña de las elecciones generales con una clarísima opción de merendarse al ciudadano y a todos los demás y seguir una larga temporada en la Moncloa. Y todo eso lo ha conseguido Pedro Sánchez a partir de la nada política y con un solo punto de apoyo para mover el mundo: su pulsión irrefrenable hacia el poder, convenientemente aderezada, eso sí, por aquel principio tan logrado y vigente del zapaterismo que se llama el "como sea" y saltándose algunos límites de honorabilidad política que hasta ahora tal vez nadie se había atrevido a sobrepasar. Leyendo los periódicos a diario no creo que sea necesario explicar ningún detalle.
La leyenda política que Pedro Sánchez está construyendo a partir de esas honduras me parece colosal. Es formidable que el líder socialista haya levantado este personaje político en el que se ha convertido a partir de una de las guerras internas más duras vividas dentro del PSOE, después de haber hundido a su partido al suelo electoral más bajo de su historia y con el mayor arsenal de lugares comunes de la izquierda como único y gran argumentario ideológico. Lo nunca visto. Pedro Sánchez ha sido capaz incluso de que le escriban un libro repleto de vacío, firmarlo por la cara él solito y convertirlo en un éxito de ventas en España a mayor gloria de la literatura de la nada. Hay que rendirse de admiración ante una construcción tan enorme y ahora mismo yo no sé hasta donde podrían alcanzarme los niveles de éxtasis final si este hombre, gane o no las generales, es capaz de seguir siendo el presidente del Gobierno y el rey del Falcon y el emperador del cero cero. Irresistible: qué tío. Me muero de emoción.