El otro día Page le señaló a Paco Núñez, por si aún no se había enterado, las trazas de su mayor error político como líder de la oposición en esta legislatura: cargarse la limitación de mandatos y permitir a Page volver a presentarse. Error cometido, además, en los primeros compases, nada más abrirse las Cortes en el verano del pasado año. Momento yogurín. Page se lo entregó blanquito y en papel de regalo, en una sola frase sencilla y facilita de entender, casi con cariño. Le dijo el presidente a Núñez tiernamente en el Debate de la Región: “A usted le viene bien que yo siga, incluso me apoyó para eliminar la limitación de mandatos en Castilla-La Mancha, y yo también estoy de acuerdo con que siga usted”. Los aplausos retumbaron en Gilitos: desde las filas socialistas, claro. Obviamente, en boca de Page, que es un viejo lobo político taimado y sagaz, estas palabras se lanzaban contra Núñez con toda su carga de profundidad para subrayar por un lado el golazo por la escuadra que se merendó en el minuto uno, y por otro, la debilidad que eso le provoca al líder regional del PP para los cuatro años siguientes: que siga Page todo lo que quiera, que yo estoy tan a gustito donde estoy. El “yo también estoy de acuerdo con que siga usted” es sólo una maldad con mucha pulla que no necesita siquiera de la más mínima hermenéutica.
Page, o sea, ventila en dos palabras toda la legislatura y deja claro que no sólo mandará tranquilamente en estos años si no que, gracias a Núñez y su apoyo a ampliar mandatos, el día se le ha quedado muy bonito y clareado y tiene todo en su mano para repetir al menos una legislatura más. Felicidad completa: “Creo que voy a volver a ser presidente de Castilla-La Mancha”, atizó Page a Núñez a continuación y por si acaso se le estaba escapando alguna idea. El Debate del Estado de la Región lo era también del Estado de la Oposición: remate de cabeza y a puerta vacía. Ya se ve que el error del líder regional del PP fue grave porque arrastra tres malas consecuencias para sí mismo y las prolonga en el tiempo: despeja a Page el camino de la continuidad y la reelección, elimina cualquier principio de inestabilidad o guerra interna del PSOE castellano-manchego en la batalla por el nuevo liderazgo y, finalmente, deja al propio Núñez y al PP casi fuera del terreno de juego y al albur de lo que Page quiera ir mandando. O sea: “Yo también estoy de acuerdo con que siga usted”. Les faltó darse un abrazo.
Es imaginable que Paco Núñez ya comprendió su error monumental hace mucho tiempo, pero lo esencial es que se trata de una falla sin arreglo y que la agenda y el control los tiene Page desde el arranque de la legislatura, por si no era suficiente su parlamentaria mayoría absoluta. Tengo dicho, porque así lo pienso, que Paco Núñez es un político honesto y trabajador que tiene recorrido en el PP de Castilla-La Mancha y se está esforzando mucho, pero también estoy convencido de que su liderazgo, ahora un poco tambaleante, necesita anclarse mucho más fuerte y dotarse de un equipo, una estrategia y una imagen que le proyecten con mayor consistencia y fortaleza ante la sociedad castellano-manchega. Puede hacerlo: es joven, necesita experiencia y un plus de talento a su alrededor. Imaginación, potencia comunicativa, rebeldía no acomodaticia y saltar de la rutina de la mediocridad en la que, por culpa de todos los partidos, está metida enterita la vida política en la región.